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Los 'oasis ignífugos' en la España quemada: así evitan Soria y País Vasco los grandes fuegos

Estas regiones han registrado en los últimos años menos grandes incendios que otros territorios del país. El clima y el afán por aprovechar los bosques para rentabilizar la madera han jugado un papel clave en su gestión

Los 'oasis ignífugos' en la España quemada: así evitan Soria y País Vasco los grandes fuegos
Un bombero trabaja en la zona de un incendio originado en Éibar, Guipúzcoa, en 2020. Europa Press

La sede del Cesefor, una fundación que promociona la riqueza forestal de Castilla y León, no está en Valladolid. Tampoco en Salamanca, Burgos o Zamora. Su edificio principal está en Soria. Su ubicación no se eligió al azar. La tradición forestal de la provincia la han convertido en una región referente en la gestión de bosques y en la prevención de incendios. Lo llaman el 'modelo soriano'. La provincia ha vuelto a sortear este verano la grave ola de grandes incendios que ha calcinado miles y miles de hectáreas españolas. Y no ha sido la única. Los territorios históricos del País Vasco también han destacado en los últimos años por su bajo índice de superficie quemada.

España se ha enfrentado estos meses a una de las peores olas de incendios de este siglo. Las llamas han arrasado 293.148 hectáreas en lo que va de año. Es el peor dato registrado en España por el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, que inició la serie histórica en 2008. Aun así, el dato se queda lejos de las 484.476 hectáreas forestales quemadas en 1985 y de las cifras de 1978, 1989 y 1994, años en los que también se superó el umbral de las 400.000 hectáreas arrasadas, según los registros que figuran en la web del Ministerio para la Transición Ecológica.

Por lo general, los incendios se originan de dos formas: por acción natural o por acción humana. Una vez expandido, se les considera grandes incendios cuando superan las 500 hectáreas afectadas. Esta categorización mete en el mismo saco a un incendio de 2.000 hectáreas y a un 'megaincendio' de 31.500 como el que se desató en Losacio (Zamora) en julio. Este último fuego, de hecho, se ha convertido en uno de los mayores de la historia de España desde que hay registros.

Otras regiones que han sufrido estos meses la voracidad de las llamas han sido Orense, Barcelona, Castellón, Alicante o Zaragoza. Mientras tanto, los bosques sorianos y los vascos han respirado mucho más tranquilos. Estos territorios comparten ciertas similitudes -sobre todo, el aprovechamiento maderero de los bosques-, pero también diferencias.

El 'modelo soriano': tradición, madera y cooperación

Soria tiene unas 447.000 hectáreas de superficie arbolada. Casi el 43% de la provincia está cubierta por bosques más o menos densos. Desde el año 2000, sólo ha sufrido dos grandes incendios. Hay un factor clave que la diferencia de las demás regiones castellanoleonesas: el clima. Soria es la más fresca de todas ellas. Aunque detrás del 'modelo soriano' se esconde, sobre todo, el afán de sus instituciones y vecinos por aprovechar los bosques con fines económicos y una tradición forestal más arraigada. Así lo defiende Pablo Sabín, director del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León, el Cesefor. "La diferencia del 'modelo Soria' es que el bosque está gestionado a través de los aprovechamientos", explica.

En España, las competencias sobre la gestión forestal las tienen las comunidades autónomas. La mayoría de los bosques sorianos son públicos, aunque hay una parte importante en manos privadas. Sabín recalca que existe una visión común en la provincia para aprovechar los bosques económicamente y de forma sostenible. Gracias a ellos, obtienen una madera que termina en fábricas de tableros, aserraderos o convertida en biomasa para su uso térmico. Este interés económico es lo que hace que su bosque esté "más ordenado". "Las cargas de material combustible están más gestionadas. La gestión genera que haya más infraestructura, con pistas forestales y cortafuegos mantenidos", argumenta.

Sabín defiende que el 'modelo soriano' no es totalmente replicable, pero sí su filosofía. De hecho, asegura que en Zamora, por ejemplo, se trabaja parecido, pero no tienen la misma tradición forestal ni las mismas características naturales. El experto recuerda que España sufrió a principios del siglo pasado una pérdida "increíble" de su superficie arbolada. Gracias a dos planes, se reforestó el territorio rápidamente en las siguientes décadas. "En 100 años, de tener 8 millones [de hectáreas de superficie boscosa] se pasó 20 millones". Los bosques surgieron en zonas de Palencia o Zamora, donde no existía la tradición forestal de Soria.

El director del Cesefor dice que esta mentalidad en la gestión forestal existía antes en regiones como Teruel y Cuenca, o hace "más tiempo" en Jaén. Sabín, eso sí, sabe que nadie escapa a los grandes incendios. Llegarán antes o después, "también en Soria".

País Vasco: gestión privada, más madera y un clima a favor

En el País Vasco, las competencias sobre los bosques forestales no la tiene el Gobierno vasco, sino sus territorios históricos: Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Una particularidad de estas zonas es que gran parte de su bosque, sobre todo, en Guipúzcoa y Vizcaya, está gestionado de forma privada. Esto lo deja en manos de dueños que, en muchos casos, son pequeños agricultores y ganaderos que quieren obtener rendimientos económicos de sus montes.

En el País Vasco, la industria maderera tiene un peso importante. Según los datos de Baskegur, la asociación que representa al sector forestal de la madera en el País Vasco, la cadena de valor forestal, madera, papel y mueble genera casi 19.000 empleos, es decir, el 9,6% de la industria manufacturera vasca en 2019.

Según Baskegur, el País vasco no es una zona "especialmente castigada" por incendios forestales debido en parte a su "climatología, estructura forestal, tipo de hábitat y a las políticas de prevención". Los incendios forestales han seguido una "tendencia decreciente" desde mediados de los 90, alcanzando su valor más bajo en 2018, cuando registró 46 siniestros, frente a los 399 de 1995. En 2019 -añade la asociación-, los incendios abarcaron una mayor extensión del bosque, pero aun así no se quemó ni un cuarto de la superficie quemada en 1995. Este año, según El Confidencial, la peor parada ha sido Álava, con 175 hectáreas quemadas.

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