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España

El Supremo despide a los testigos con nueve interrogantes por resolver

Mariano Rajoy declarando en el Tribunal Supremo

El juicio del procés ha cambiado de tercio esta semana con el inicio de la fase pericial. Serán expertos en diversas materias quienes aborden los próximos días el punto de vista técnico de las pruebas que analizará el tribunal. Tres meses y 420 interrogatorios después, el Tribunal Supremo deja atrás la fase de los testigos con varias incógnitas aún en el aire. Estas son las principales dudas que dejaron sus testimonios:

1. ¿Tuvo miedo Puigdemont?

Una de las declaraciones más nítidas de los testigos políticos fue la del lehendakari, Iñigo Urkullu, quien los días previos a la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017 actuó de puente entre La Moncloa y la Generalitat. Ante el tribunal recordó aquellos días y dijo que el expresidente actualmente huido, Carles Puigdemont, se comprometió a convocar elecciones en lugar de apostar por la declaración unilateral, pero finalmente se echó atrás por la presión de la calle y de su propio grupo parlamentario.

“El 26 de octubre me manifestó que las personas se estaban manifestando en la Plaza de Sant Jaume y tenía una presión, también por parte de su propio grupo parlamentario. Eso hacía imposible cumplir el acuerdo de convocar elecciones”, dijo el dirigente vasco. Este fin de semana, el propio Puigdemont se ha referido a ello en una entrevista concedida al periódico Deia: “No reprocho nada al lehendakari, pero la visión de conjunto la tengo yo”.

Urkullu declara como testigo en el juicio del procés.

2. ¿Ofreció Rajoy una salida al 1-O?

En esa misma declaración, Urkullu tuvo para ambas partes. De Rajoy dijo que “no era muy dado” a aplicar el artículo 155 de la Constitución e intervenir la autonomía en Cataluña. Al final lo hizo, pero muchas de las cosas que pasaron antes siguen siendo una incógnita. En ese sentido, fue esclarecedora la revelación del secretario de Estado de Seguridad cuando el 1-O, José Antonio Nieto.

Según dijo, se le ofreció a la Generalitat los días previos la posibilidad de celebrar el referéndum, pero en parques y plazas: “Esa manifestación de fuerza del movimiento independentista podría haber sido que simulara ese referéndum en lugares que no están recogidos en el auto de la magistrada, que se pudiera hacer en plazas o lugares abiertos en los que no se fuese en contra de ese mandato judicial, así se les trasladó". Nadie más le preguntó sobre ello y si esa iniciativa partió de La Moncloa.

3. ¿Desafío o ‘suicidio’?

Desde el primer día, los acusados escenificaron disparidad de estrategias en el juicio. El líder de ERC, exvicepresidente y principal procesado, Oriol Junqueras, apostó por un discurso desafiante ante el tribunal al definirse como un preso político y negar la legitimidad del juicio. El conseller de Interior, Joaquim Forn, de PdCat, en cambio ha seguido una línea acotada al Código Penal, tal y como anunció su letrado Javier Melero. El discurrir del juicio ha continuado desde entonces entre esas dos estrategias. En una de las últimas sesiones, el tribunal manifestó su profundo malestar con la estrategia de algunos letrados.  

Oriol Junqueras declara en el Supremo

4. La estrategia del Gobierno

A lo largo de los interrogatorios, el secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, tuvo que contestar sobre unas declaraciones en una entrevista para Vozpópuli en la que admitió que hubiesen hecho falta 90.000 agentes. El Ministerio envió 6.000 policías y guardias civiles. Los Mossos desplegaron 7.800 efectivos para un despliegue que rondó finalmente las 20.000 unidades para más de 2.300 colegios electorales. En el mejor de los casos tocaban a una media de ocho agentes por centro.

“Es la misma pregunta que si nos planteamos, por ejemplo, en una manifestación que pueda ser violenta y acuda un millón de personas frente a 1.000 agentes. Si la gente se comporta como debe, son suficientes”, declaró en su día el número dos de Interior. En el juicio abundó en que si los Mossos hubiesen sido leales, se habría impedido el referéndum.  

5. Los Mossos y la rebelión

Estafa fue la palabra que usó el coordinador único de las fuerzas de seguridad el 1-O, el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, para describir el papel de los Mossos en el referéndum. Determinar en qué lado estaba la policía autonómica es clave porque la Fiscalía incluye al Cuerpo en la ecuación que sostiene su acusación por rebelión. En ese sentido, los mandos de los Mossos que comparecieron ante el tribunal desplegaron un discurso uniforme basado en su respeto a la Constitución y marcaron distancias con los responsables políticos de la Generalitat.

Diego Pérez de los Cobos, en el Tribunal Supremo.

El que fue más allá fue el exmajor José Luis Trapero, pendiente de juicio en la Audiencia Nacional por estos hechos. Según dijo, llegaron a tener previsto un plan para arrestar a Puigdemont, avisaron al expresident y al entonces vicepresidente, Oriol Junqueras, del riesgo de violencia el 1-O. Llegaron a pedir a los políticos que desconvocaran la consulta ilegal. Los Mossos que declararon también cargaron contra el exconseller Joaquim Forn por ponerles en el disparadero al afirmar en declaraciones públicas que cumplirían los mandatos del Parlament.    

6. ¿Conocía Interior los binomios?

Una de las palabras más escuchadas en estos tres meses y medio de juicio ha sido “binomio”, término policial que se refiere a las parejas de agentes de seguridad ciudadana (no antidisturbios) que enviaron los Mossos a los colegios electorales el 1-O. Pérez de los Cobos dijo que se encontraron con ese despliegue insuficiente la misma mañana del referéndum, lo cual ya condicionó negativamente la actuación policial el resto del día.

El número dos de Trapero, el comisario Ferrán López -al que Interior nombró jefe del Cuerpo en el 1-O-, desmintió esta versión. Según su declaración en Interior no solo conocían su plan sino que no plantearon objeción alguna. El abogado de Forn, Javier Melero pidió un careo entre ambos para aclarar esta duda. El tribunal que preside Manuel Marchena tomará una decisión más adelante.

7. ‘Los Jordis’, ¿pacifistas o alborotadores?.

El papel de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart ha concentrado buena parte de las dos visiones del procés. Por un lado los testigos propuestos por las defensas tratan de dibujar las concentraciones del 20S ante la Consejería de Hacienda y el 1-O como un ejercicio pacífico, si acaso alterado por la agresividad policial. En contra, tanto la letrada del Juzgado que tuvo que abandonar un registro por el tejado o las decenas de agentes que declararon detallaron un sin fin de agresiones y reacciones de odio de los ciudadanos. Uno de ellos lo llegó a comparar con el nacimiento de ETA en el País Vasco.

Jordi Cuixart durante su declaración en el juicio del 'procés'.

Según la versión de las acusaciones, los líderes de las entidades soberanistas asumieron el mandato de los políticos de fagocitar la calle con el fin de lograr la independencia, usando la violencia si fuera necesario. Resultó contraproducente para ellos el testimonio de un jefe de antidisturbios de Mossos que contó cómo Sànchez quiso echarle el 20S y le amenazó con llamar a Puigdemont para lograr su objetivo. También unos policías de Badalona relataron cómo Cuixart participó en una acción para arrebatarles por la fuerza unos carteles proreferéndum que habían requisado previamente.

8. ¿Observadores o visitantes?

La malversación es otra de las ramas fundamentales del juicio que se abordará con detalle en la fase pericial recién iniciada. Pero también dejó huella en la fase de testigos. Abundaron los testimonios que negaron haber visto facturas o haber cobrado los trabajos. Otra de las controversias que tendrá que zanjar el tribunal  es si las personalidades internacionales pagadas para estar presentes el 1-O acudieron en papel de observadores del procés o como meros “visitantes”, tal y como los describen los responsables del Diplocat..

9. El grado de violencia

Del testimonio de unos y otros ya nadie puede negar que hubo violencia en el procés. El debate se centra en determinar si era suficiente para doblegar al Estado, si estaba institucionalizada, si era idónea y por tanto se puede considerar rebelión, sedición o unos meros desórdenes públicos. El tribunal aún tiene muchas sesiones se juicio por delante para formarse una opinión después de una larga fase testifical. Las versiones ofrecidas por testigos directos tendrán más peso sobre la sentencia que aquellas que ofrecen una versión a partir de terceros.   

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