España

Iglesias, Montero y Díaz: el difícil triángulo que decidirá quién manda en Podemos

Los equilibrios de poder en Podemos dependerán de si Iglesias sigue en la Secretaría General después del 4-M y si el relevo de Yolanda Díaz es más simbólico que efectivo

Yolanda Díaz con Pablo Iglesias en el Congreso Europa Press

La decisión de Pablo Iglesias de dejar el Gobierno y participar como candidato de Unidas Podemos en la campaña electoral madrileña deja más preguntas que respuestas en el partido. Los cargos de la formación y hasta los diputados del Grupo parlamentario desconocía el plan del secretario general. Incluso su supuesta sucesora, Yolanda Díaz, no sabía nada. De tal manera que la apuesta por la gallega genera pocas esperanzas en el partido de que el relevo sea real y que Iglesias, o sus vicarios, renuncien a controlar la formación de aquí a los próximos meses.

Desde la fundación de Podemos, en enero de 2014, hasta la decisión más inesperada del pasado 15 de marzo, Iglesias siempre ha defendido su papel de líder máximo de un partido construido a su imagen y semejanza. El personalismo marcó los comienzos de Podemos, y ahora queda por ver si la formación está preparada para que el fundador se aleje de la primera línea.

El peligro de un "cortocircuito" existe, asumen en Podemos. Hasta el 4 de mayo, fecha de los comicios madrileños, Iglesias retendrá todos los focos. Pero a partir de ese momento, máxime si Isabel Díaz Ayuso revalida el Ejecutivo regional, Yolanda Díaz ganará más notoriedad por su nuevo rol de vicepresidenta. Sin embargo, muy pocos en el partido morado apuesta por ella y por su capacidad de liderar el equipo de ministros morados, con los que sus relaciones son manifiestamente mejorables.

La sensación del regalo envenenado cotiza al alza en Podemos. Algunos sostienen que actúa como “testaferro” de Iglesias y Montero. Díaz es la ministra con la mejor valoración en las encuestas, y la intención de Iglesias y Montero es “quemarla” aprovechándose de su buena imagen, agregan. Prueba de ello, afirman, es que carece de “tropas”, es decir, de fieles con los que construir un equipo de mando alternativo al de Iglesias.

Iglesias y Montero, en horas bajas

A nadie se le escapa que el tándem Iglesias-Montero no goza de buena salud. La pareja que dirige Podemos desde el congreso de Vistalegre II (2017), y que ha laminado a todo tipo de crítico durante su mando, empezó a resquebrajarse a principios de 2020. Nada más arrancar el Ejecutivo, Iglesias y Montero tuvieron varios encontronazos y en Podemos es sabido que, más allá de su relación sentimental, no siempre han coincidido en cuanto a gestión de su papel en el Ejecutivo.

Para algunos, la decisión de Iglesias de encumbrar a Díaz ha sido recibida con malestar por Montero. Aun así, nadie apuesta por una ruptura entre ellos. Más bien hablan de "conllevancia" facilitada por el común interés de seguir controlando la formación morada. Los de Montero saben que es necesario que Iglesias siga liderando el partido para no quedarse desplazados. No obstante, se preparan para sustituirle en el caso de que, como esbozan algunos, la intención del secretario general sea alejarse de la primera línea antes del verano.

Reunión de la cúpula de Unidas Podemos en el Congreso/ Europa Press

4-M y adelanto electoral

Todo dependerá del resultado electoral del 4-M, y también de lo que decida Pedro Sánchez con respecto a un adelanto electoral. “Si Sánchez decide que vamos a votar en octubre, Yolanda no tiene ninguna esperanza de ser la candidata. Irene Montero es más conocida, y representa para Podemos una oferta más segura. Sin embargo, si Sánchez decide esperar, por ejemplo, a octubre de 2022, entonces Yolanda tiene tiempo para organizarse”, vaticinan algunas fuentes de Unidas Podemos. Otros añaden: “Si Pablo queda por detrás de Mónica [García, candidata de Más Madrid] va a obligar a Yolanda a moverse”.

La gran pregunta que sobrevuela el partido atañe, por lo tanto, a las intenciones de Díaz. Es decir, si la ministra de Trabajo quiere liderar la formación morada o prefiere quedarse quieta. En ese ámbito, el grueso de miembros de Podemos creen que Díaz no batallará. “No quiere mancharse en el barro”, lanzan algunos, que ven a Díaz interesada sobre todo en promover su imagen, sin ir más allá.

Esto significa que, pase lo que pase en Madrid, Iglesias seguirá con toda probabilidad controlando el partido. Es decir, que decidirá cómo y cuándo se emplea el dinero de la formación y sobre todo cómo se elaboran las listas electorales. La posibilidad de que Iglesias permanezca en el trono de Podemos es la más previsible para casi todos. “Pablo es un adicto del poder, y eso no se cambia de un día a otro”, sentencian personas que han trabajado codo con codo con él.

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