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La frialdad de González con Sánchez y la prensa sin preguntar: así fue la 'fiesta' del PSOE

El líder socialista usa el cuarenta aniversario de la primera victoria del partido para equipararse al histórico expresidente

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto a los expresidentes González y Zapatero y el ex secretario general del PSOE Joaquín Almunia, este lunes en Ferraz.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto a los expresidentes González y Zapatero y el ex secretario general del PSOE Joaquín Almunia, este lunes en Ferraz. EFE

El PSOE vivió este lunes en la nostalgia. Ferraz fue el epicentro de un encuentro de ex y sirvió para constatar que las cosas entre el expresidente Felipe González y el presidente Pedro Sánchez están un poco frías. El histórico dirigente socialista inauguró, junto con el también expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el exsecretario general Joaquín Almunia, una exposición que conmemora el 40 aniversario de la primera victoria del PSOE, una efeméride que se cumple el próximo 28 de octubre.

El espacio Pedro Zerolo de la sede socialista se ha engalanado con fotos, portadas de periódico, chapas, carteles electorales... y todo tipo de souvenirs de la política. La caja de recuerdos del PSOE está expuesta en el escaparate para recordar que los socialistas construyeron el armazón del Estado del bienestar. Pero ni tan siquiera la máquina del tiempo sirvió para que, al menos en público, González tuviera algún gesto con Sánchez. Ni una sola sonrisa, toque o guiño, frente a un Zapatero risueño. Es más, el expresidente González envió algún recado que otro al actual gerifalte socialista, a quien encomió a dar certidumbre en un momento de máxima dificultad.

Si de algo se vanagloria González es de que él fue capaz de suscitar el respaldo de una mayoría del país tan grande que le permitió gobernar durante su primera legislatura con 202 escaños. Todo un hito que ni un solo gobernante español ha logrado siquiera igualar. El expresidente recordó que hace cuatro décadas ofreció un proyecto de país a los españoles que sedujo a 10.000.000 de votantes. Por eso, González apremia a Sánchez a hacer lo mismo. Eso sí, dada su frialdad, no parece que el actual inquilino de Moncloa vaya por el camino deseado por el expresidente, de 80 años y sin corbata, como 'manda' el cánon de Sánchez.

Los jarrones chinos

Fue el propio González quien bautizó la figura de los expresidentes con el mote de 'jarrones chinos'; bonitos, valiosos, pero sin sitio porque estorban. "Nadie sabe dónde ponerlos", ironizó siempre. Pero el propio Sánchez ha sabido colocarlos en la fiesta de aniversario. Aunque, eso sí, lo suficientemente alejados de la prensa como para evitar que los periodistas preguntaran a los expresidentes por la actualidad del país y por las vicisitudes del Gobierno que preside su "compañero".

Porque cuando vienen mal dadas, nada como sacar pecho por todos los logros del partido al frente del país. Y es que el PSOE tiró de orgullo, una suerte placebo para contrarrestar los efectos de un veneno llamado inflación del 8,9%. Los socialistas no niegan que están tensos por los malos augurios electorales que arrojan todas las encuestas, excepto el CIS de José Félix Tezanos, y por los malos augurios económicos patrocinados por la guerra en Ucrania.

El presidente Sánchez enseña a los expresidentes la exposición, este lunes, en Ferraz.FLICKR/PSOE

Sánchez firmó hace justo un año la gran reconciliación del PSOE en el Congreso de Valencia tras la cruenta guerra civil que enfrentó al viejo aparato del partido con el 'sanchismo'. Entonces viajó a la socialdemocracia mientras que ahora ha puesto rumbo a la izquierda. Y es que Sánchez se apoya ahora en rostros que en su día quisieron defenestrarle. Pero todo se explica por obediencia al poder. Ese es el motivo por el que ahora figuras como Patxi López o Pìlar Alegría, flamantes nuevos portavoces del grupo parlamentario en el Congreso y del partido, otrora rivales de Sánchez, están a su entera disposición.

Ferraz, capital Moncloa

En el PSOE causó sorpresa el terremoto que provocó Sánchez forzando la dimisión de Adriana Lastra y revocando a los dos portavoces. No deja de ser "llamativo", como lo define alguien que conoce bien a Sánchez, el hecho de que el líder del partido recurra a muertos del aparato que quisieron matarle; cadáveres que le dejaron con vida suficiente para que pudiera resucitar tras el fatídico comité electoral del 1-O. Lo cierto es que este es el último cartucho político del presidente, pues tendrá que afrontar con este equipo el ciclo electoral que se avecina.

Mientras, en el PSOE, pese a vender optimismo, crece la inquietud porque la imagen de Sánchez no se levanta, según fuentes socialistas consultadas por este diario. Y es que el presidente del Gobierno sigue tercero en valoración, tras su adversaria Yolanda Díaz y su némesis, Alberto Núñez Feijóo. Moncloa y Ferraz son plenamente conscientes de que Sánchez "polariza". No por casualidad, el partido ha dado por finiquitada la campaña de promoción de 'El Gobierno de la gente', que iba a llevar a Sánchez de viaje por toda España. Toda una réplica de la campaña del Peugeot que emprendió para lograr la secretaría general del PSOE por segunda vez.

Cabe recordar que el PSOE no atraviesa su mejor momento en las encuestas de intención de voto, más allá del CIS. Y en el partido comienza a extenderse el "miedo", especialmente entre los barones autonómicos que en mayo del año que viene deben someterse al test de las elecciones.

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