De un tiempo a esta parte, los ocho diputados castellanomanchegos del PSOE en el Congreso liderados por Emiliano García-Page cobran protagonismo cada vez que existe un clamor contra Pedro Sánchez. Y el acuerdo con Junts por la amnistía está siguiendo el mismo patrón. El PP lleva varios días incentivando que alguno de ellos se 'equivoque' de botón el día de la votación de investidura, que se prevé para el 16 de noviembre, o incluso que se ausente para propinar al candidato socialista una derrota que pueda llevar al país a otras elecciones con tal de salvarlo del acuerdo con el independentismo. Pero la federación del PSOE más crítica con la dirección, al menos en público, descarta por completo una deslealtad ese día en la Cámara: "Es indecente llamar al transfuguismo", comenta el entorno de Page en conversación con este diario. Otras federaciones tradicionalmente críticas, como la aragonesa, guardan silencio.
"Entonces, la tesis de los dirigentes del PP es algo así como que 'para parar a Puigdemont, que es un golpista, que Emiliano [García-Page] de un golpe de estado en el PSOE", explican fuentes próximas al barón socialista, que zanjan: "No sé si son conscientes [los populares] del nivel de indecencia que supone llamar al transfuguismo de esa manera". Lo cierto es que Page se ha erigido en la única voz relevante contra la amnistía y el acuerdo con Junts. "Si hay que ejercer recurso, lo haré. Si hay que plantear batalla, lo haremos", amenazó este viernes.
El presidente de Castilla-La Mancha dejó la puerta abierta a actuar contra la piedra angular del proyecto de Sánchez para ser reelegido: "Sobran resortes en España legales y democráticos para que las cosas se encaucen, soy optimista. El único camino que no podemos tolerar es el de la violencia; la violencia solo trae violencia, todos los argumentos con respeto pueden ser muy útiles, ni un solo argumento desde la violencia o creación de miedo puede traer consecuencia positiva. Nos van a encontrar en posición dura y firme, pero muy respetuosa", dijo.
Un control férreo
Lo cierto es que Pedro Sánchez controla el PSOE con mano de hierro. El presidente en funciones no tiene un ápice de contestación interna. Hasta este viernes, nadie de peso en el partido alzó la voz contra el acuerdo al que Ferraz llegó con Junts para lograr los siete votos que, previsiblemente, harán al candidato socialista ser investido de nuevo pese a haber transgredido determinadas líneas rojas, como aceptar una figura internacional -un relator- que verifique y acompañe las negociaciones "entre partidos" para solventar el problema catalán; permitir que el secesionismo catalán proponga, por cauces constitucionales, la celebración de un referéndum de autodeterminación que no tiene cabida en la Carta Magna y aceptar el relato de un 'golpe' judicial contra el independentismo que permita investigar a jueces por el procés.
El presidente del Gobierno, cuando elaboró las listas del Congreso para las elecciones generales, hizo una exhibición de poder y control interno y colocó a todos sus afines, en algunos casos en puestos inverosímiles. Además, se encargó de vetar y corregir nombramientos de los territorios más críticos sin despeinarse. Sánchez demostró entonces que la debacle del 28-M ni siquiera rozó su liderazgo. Y el resultado del 23-J y su previsible nueva etapa al frente de los mandos del país tiene al partido a sus pies.
Solo comunidades críticas como Aragón, liderado por Javier Lambán, o en Castilla-La Mancha, con Emiliano García Page, intentaron presentar listas que incluyeran cargos poco vinculados al sanchismo y que preparan de alguna manera el terreno para la sucesión del presidente. Pero no hubo tiempo material para preparar una sucesión y el resultado del 23-J rompió toda esperanza en los críticos. A eso hubo que sumar la recolocación de los dirigentes que perdieron el 28-M su cargo institucional, como Óscar Puente, que perdió el Ayuntamiento de Valladolid, o Francina Armengol, que perdió el gobierno de Baleares. Ambos tienen ahora dos perfiles al alza como diputado 'estrella' y como presidenta del Congreso.
"Estar en el poder sirviendo al que lo posee"Una fuente socialista que conoce muy bien a Sánchez
Nadie o casi nadie está dispuesto a llevar la contraria al líder respecto a la amnistía, porque la previsión de que Sánchez logre ser investido presidente y el partido pueda seguir en el poder es demasiado golosa. Y nadie hace ascos a un dulce. Una fuente que conoce muy a Sánchez lo explica así en conversación con este diario: "El móvil de entonces en el PSOE para matar a Sánchez, para combatirlo después y para colaborar ahora con él es siempre 'estar en el poder' sirviendo al que lo posee".
La dirección socialista estaba encantada con el rapapolvo que se llevó Page en el comité federal del pasado 28 de octubre, porque demuestra que Sánchez no tiene un solo contrapeso interno que le pueda incomodar. El PSOE es suyo. Aunque él lo revista de militancia y de legitimidad a las decisiones de los afiliados. En verdad, el PSOE de Pedro Sánchez manda recados a todos los críticos. También a Felipe González y a Alfonso Guerra, a quienes ven 'trastornados' desde la derrota por nueve votos de José Bono frente a José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso del año 2000.
Pese a todo, la mayoría de dirigentes consultados creen que el partido sale ganando con el acuerdo con Junts, porque no leta obliga a traspasar ninguna línea roja y creen qye se "ha engañado" al expresidente catalán. "Le dejan poner palabras que él quiere (autodeterminación, impuestos...) y a continuación le ponen que el PSOE no lo va a hacer. Yo alucino", explica a este diario un barón autonómico. "Me parece un buen acuerdo en cuanto a su motivación y actitud", analiza un diputado que en su día tuvo importantes responsabilidades orgánicas. El candidato socialista a la investidura hace tiempo que impuso a su partido la amnistía, de la que ya en ese comité habló largo y tendido, y que justificó en interés "de España" más allá de que sea el peaje que debe pagar si quiere seguir en Moncloa cuatro años más con los apoyos de Junts.