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España

La alianza PP+Cs: la fuga de votos del experimento electoral en País Vasco

El experimento electoral del Partido Popular con Ciudadanos en Cataluña no puede ser calificado de éxito estratégico. Las dos fuerzas decidieron concurrir en una misma candidatura liderada por Carlos Iturgáiz (PP) para aunar fuerzas no sólo frente a los nacionalistas vascos, sino también frente a los socialistas del PSE. 

El único precedente existía en Navarra, donde las dos fuerzas acudieron de la mano acompañadas de la Unión del Pueblo Navarro (UPN), logrando dos escaños. Tras haber pactado en varias comunidades tras los comicios, ahora pasan el examen en un territorio donde contaban con una baja expectativa de voto.

Las coaliciones prelectorales son un arma de doble filo. Y muchas veces hacen que, en contra de la voluntad de quien las establece, muchas papeletas se quedan por el camino. Las alianzas tienen el peligro de generar rechazos mutuos dentro de los electorados de cada partido, que acaban provocando fugas de voto. 

Podemos concurrió de la mano de Izquierda Unida y perdió un millón de votos, aunque logró mantener los escaños; o la lista independentista catalana de Junts pel Sí (ERC+Convergencia), que sumó en las autonómicas de 2015 menos votos que cuando acudieron por separado en los anteriores comicios. 

"Eso de las coaliciones preelectorales que sumen, en general no; restan. Como mucho puede ayudar a veces para camuflar caídas", opina Simón. 

Para Paloma Román, esos vetos cruzados dentro de los electorados "no influye tanto en este caso porque en el escenario vasco es que vamos a una política de bloques, donde la gente se coloca en uno u otro". "Este tipo de alianzas viene bien para el voto en contra; para no permitir al adversario sumar voto", añade. 

¿Quién gana con el pacto? Los populares ocupaban hasta ahora nueve asientos en la Cámara de Vitoria. Tras los comicios de este domingo, lograrán sólo seis. En cambio, los naranjas no tenían ninguno, y ahora han accedido al Parlamento. Si se hubiesen presentado solos, no lo habrían conseguido. "No es una alianza simétrica", opina Paloma Román, politóloga y directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense.

"Uno más uno no son dos. La coalición les ha restado porque el electorado que tiene el PP en Euskadi es diferente al que tiene en otros territorios; es mucho más centrado, moderado y vasquista", recuerda el politólogo Pablo Simón, subrayando las fugas de votos hacia el PNV

"El elector vasco no es igual que el de cualquier otra comunidad autónoma. Son mucho más posibilistas. Hay una fragmentación menor en el sentido de enfrentamiento partidista. La peculiaridad de la política vasca implica una mayor capacidad de diálogo", añade. 

"La decisión de acudir juntos obedece más a un cálculo a nivel nacional sobre la estrategia de Casado de controlar el PP vasco y de hacer el abrazo del oso a Ciudadanos, que por la propia eficacia que vaya a tener", añade Simón. 

Ambas formaciones chocan por ejemplo por el concierto económico. 

En Galicia, en cambio, el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo se resistió a acudir en alianza con los naranjas. Su electorado, al igual que el vasco, es más galleguista. Pero a diferencia de Euskadi, el líder gallego tiene el bastón de mando de la Comunidad autónoma y capacidad para resistirse. 

A la vista de los resultados cosechados en las urnas vascas, la vista está puesta en si se las fuerzas decidirán reeditar la alianza en el otro territorio marcado por el nacionalismo. Las elecciones catalanas están a la vuelta de la esquina, pero el tablero es completamente distinto a Euskadi. Mientras Ciudadanos tenía 36 diputados, los populares se quedaron con sólo cuatro. "Puede ser un mal negocio para Cs porque mucho del votante catalán que les votaba viene del PSC. Ir en coalición con el PP, a ese votante no le va a gustar en absoluto", remata Simón. "El escenario catalán tienen otras connotaciones distintas del vasco", abunda Marugán, que recuerda la influencia que puede tener la pandemia del coronavirus en el escenario electoral. 

De momento, sus pactos postelectorales en Madrid, Andalucía, Murcia o Castilla y León se mantienen, no sin algunas turbulencias. Y habrá que ver hasta qué punto afecta el viraje imprimido a la estrategia a nivel nacional por Inés Arrimadas, que tomó las riendas del partido después de la negociación que posibilitó la candidatura vasca. 

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