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España

La dureza de Rivera desconcierta a un PP lanzado ya a los pactos

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

El presidente del Gobierno rompió el viernes una tradición de la casa. No se habla de pactos hasta que no se haya cruzado el umbral de las urnas. Preguntado sobre la posibilidad de algún acuerdo con Ciudadanos o con Unió, Rajoy deslizó que, tras las elecciones generales, "habrá que hacer números". Y añadió más adelante que "se sabe de sobra con quién podemos entendernos". Utilizó Rajoy una expresión muy similar a lo que vino diciendo el propio Rivera durante la campaña de las municipales, cuando, al ser preguntado por posibles acuerdos, señalaba que, después de las votaciones, "habrá que sentarse y contar las papeletas antes de decidir".

Las encuestas avanzan al unísono la imposibilidad de que el PP repita su mayoría absoluta de 2011. Hay dos jugadores nuevos en el tablero y nadie imagina siquiera que se reproduzca aquel escenario. De ahí la necesidad de contar con apoyos si el PP pretende seguir en la Moncloa. Rajoy solía recurrir a una 'larga cambiada' cuando se le preguntaba sobre el particular. Se hacia el gallego. Pero el viernes habló en otros términos, que sonó, evidentemente, a la necesidad de llegar a acuerdos.

La teoría del presidente de la Rioja

Sin embargo, pocas horas después de pronunciadas esas palabras por parte del presidente del Gobierno, fue Rivera quien dejó las cosas bien claras. Nada de pactar con Rajoy, "un presidente agotado, bajo la sospecha del caso Bárcenas". Nada de pactar con este Gobierno del PP, vino a decir el líder de Ciudadanos. En Génova sorprendió esa dureza, ese rechazo frontal, esas formas tan abruptas. Pero las palabras de Rivera también se entendieron en otra clave, muy extendida. Que Ciudadanos podría ayudar a que gobierne el PP si no sigue Rajoy como presidente del Gobierno. Al estilo de Pedro Sanz en Rioja, obligado por Ciudadanos a dejar la presidencia y a ceder los trastos a otro líder del PP. El propio Rivera desmontó, sin embargo, esa teoría al recordar que Sanz llevaba veinte años en el poder y Rajoy sólo cuatro.

Nada de pactar con este Gobierno del PP, vino a decir el líder de Ciudadanos

Los pactos son ya moneda corriente en estos días previos a la apertura de la campaña electoral catalana y casi a punto de enfilar la larga recta final hacia las generales. Los tiempos de mayorías contundentes han pasado y la figura de Ciudadanos emerge como un partido 'bisagra' o una fuerza clave para poder formar Gobiernos. Es la especialidad de Rivera, como se ha visto tanto en Andalucía como en Madrid. Un equilibrio muy complicado que hasta ahroa le ha salido bien.

Pero de cara a las generales, no quiere Ciudadanos que se le asocie ni al PP ni al PSOE. Su estrategia es presentarse como una formación que puede ser alternativa de Gobierno, algo que las encuestas, por ahora no recogen. Sin embargo, sí acepta Ciudadanos la propuesta lanzada, primero por Alicia Sánchez-Camacho, y luego asumida por el propio Rivera, sobre la posibilidad de organizar un gobierno constitucionalista en Cataluña en el caso de que los resultados lo permitan. El PSC de Iceta siempre ha rechazado esa invitación con el argumento de que los socialistas no apoyan este tipo de planteamientos 'frentistas'. Pero el líder socialista catalán sí que ha apostado por un pacto PSOE-Ciudadanos de cara a las generales. Fue Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos a la Generalitat, quien este fin de semana ha vuelto a hablar de alcanzar ese acuerdo entre su partido con PP y PSOE para frenar la llegada de los soberanistas al poder.

Hay entre la dirigencia socialista muchas voces que animan a Ferraz distanciarse de Podemos, ya que consideran que, a la larga, acuerdos como los de Valencia, Madrid, Castilla la Mancha o Extremadura, pasan factura. Pedro Sánchez, sin embargo, no ha tenido reparos en este tipo de entendimientos con la izquierda radical, pese a que durante meses prometió que jamás lo haría. A cuatro meses escasos de las generales todo está muy abierto, tanto que hasta el propio Rajoy ha desatascado una puerta que hasta ahora mantenía candada: la de hablar abiertamente de pactos, en contra de su inveterada norma. Todo empieza a moverse pero resulta imposible adivinar en qué dirección.

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