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Andalucía

Las monjas clarisas de Sevilla pasan de los dulces a los pisos turísticos para sufragar gastos

Las hermanas clarisas del convento de Santa María Jesús, en Sevilla, decidieron reinventarse adaptándose al contexto actual y crearon un airbnb dentro de sus instalaciones donde aún quedan algunos días libres para reservar en la feria

Las monjas clarisas realizan dulces para la Muestra de Conventos del Alcázar de Sevilla europa press

La crisis en Sevilla afecta a todos, ciudadanos, agricultores, comerciantes y también a las monjas de un convento de clausura que no llegan a cubrir todos sus gastos con la elaboración y venta de dulces, y han decidido reinventarse. Las hermanas clarisas del convento de Santa María Jesús, en Sevilla, han decidido emprender un negocio diferente pero que a buen seguro puede traerle grandes beneficios, y es montar unos apartamentos turísticos dentro de sus instalaciones.

Antes de pensar en alojar a aquellos que visitan la ciudad, estas hermanas ya crearon otros “negocios” para obtener nuevos ingresos, dedicándose a encuadernar libros o a ofrecer un servicio de lavandería, pero ninguno dio sus frutos de la misma manera que éste último. 

Hablando con las personas que acudían a comprar sus dulces, estas monjas sevillanas supieron de los problemas que hay en Sevilla con los pisos turísticos. Esto les dio una idea para sacar fondos a una zona del convento que no usan, y es que cada vez hay menos monjas. Por ello, se pusieron en manos de dos gestores y crearon cuatro apartamentos que ellas mismas decoraron en el interior de su convento. Una decisión que, además, está avalada por el Arzobispado de Sevilla José Ángel Saiz Meneses.

Ahora, junto a un azulejo que indica que allí además de venderse unos dulces exquisitos hay una placa que marca que es un lugar con pisos turísticos desde hace dos meses. El alojamiento por dos noches es el mínimo establecido, es de 180 euros en el más grande de tres habitaciones y de 90 en uno de dos, sin contar con los gastos de limpieza, que oscilan entre los 30 y los 55 euros.

Un convento del siglo XVI

En Airbnb se presenta como un lugar "perfecto para descansar tras un día de actividad y diversión" y se destacan sus servicios, incluida cafetera, calentador de agua, lavavajillas, incluso una terraza con una ducha para refrescarse del calor sevillano. A juzgar por la reseñas de los huéspedes que ya han visitado los apartamentos, está siendo todo un éxito ya que le asigna una valoración de 4,75 sobre 5. El entorno también es importante, estar dentro de un convento del siglo XVI, junto a la Casa de Pilotos y a sólo 10 minutos andando a la Giralda, también es un valor seguro.

La idea surgió por casualidad cuando una hermana de una de las monjas, se mudó a una de estas estancias para estar cerca de su familiar, antes de que se les ocurriera convertir esta zona en airbnb. Se instaló entonces, hasta un ascensor que facilitaba la movilidad de las hermanas más mayores.
Cuando tomaron la decisión de hacer de estas casas de unos 220 metros cuadrados en total, apartamentos turísticos, fueron las propias monjas quienes las adecentaron para tal fin. Ellas no querían desviarse de sus funciones, por eso consideraron que la gestión de los mismos la llevaran otras personas. 

Pese a todo el revuelo de estos alojamientos turísticos, las hermanas Clarisas siguen teniendo su principal fuente de ingresos en la repostería y por el momento no se puede confirmar si los apartamentos van a ser rentables. Hasta ahora las monjas aseguran estar contentas y expectantes a que empiece la temporada alta del turismo en la ciudad para ver qué sucede con los cuatro apartamentos que han acomodado.

Ya tienen todo el mes de marzo completo, y aún quedan algunos días disponibles para la feria, a partir del miércoles 21, sin duda parece que el nuevo negocio le va a traer grandes alegrías.

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  • P
    Pontevedresa

    Buenísima idea, además podrán conservar sus edificios. En Roma donde los hoteles son carísimos y asquerosos la mayoría de ellos, estuve en Via Iberia en un convento y quedé muy contenta, solo había que hacer la cama y estar a las once de la noche en el convento. Una gran solución para tantos monasterios y que puedan seguir las comunidades religiosas.