España

Alfonso Pérez o cómo pasar de héroe a villano por obra y gracia de la Santa Inquisición Feminista

El exfutbolista, leyenda absoluta en Getafe, ha caído en desgracia en las últimas horas tras sus comentarios ensalzando la bandera de España y rebatiendo la posibilidad de que hombres y mujeres futbolistas ganen lo mismo

El exfutbolista Alfonso Pérez Múñoz. EP

La importancia de Alfonso Pérez para la ciudad de Getafe es tal que, sin haber disputado un solo minuto con la camiseta del primer equipo, tenía puesto su nombre en el estadio donde el club azulón disputa sus partidos. Y decimos tenía porque el apellido del Coliseum ya es historia desde el pasado 4 de octubre, dos días después de su polémica entrevista en El Mundo.

El exfutbolista se ha convertido, en tiempo récord, en la enésima víctima de la policía moral que asola nuestro país en el último lustro. Una reválida de Santa Inquisición adecuada al siglo XXI, es decir, más cuqui, moderna y woke. Un organismo absolutamente extendido por todos los rincones de España. Un comité dispuesto a cancelar a cualquier ser humano que actúe (o piense) distinto al decálogo ideológico que manda en la nación.

El pilar de la doctrina no es otro que el feminismo, pero ojo, un determinado tipo de feminismo. Uno que, lejos de integrar a todos en torno al concepto de la igualdad, divide y destierra al replicante. Nada nuevo bajo el sol, pero no por ello deja de sorprender la velocidad de crucero que alcanza el Comité de Actividades Antifeministas.

Alfonso Pérez ha sido el último en obtener su sentencia sin juicio ni abogado que pudiera defenderlo. Desterrado y repudiado de su tierra natal, Getafe, por atreverse a dar su opinión sin plegarse al discurso normativo. En la citada entrevista, el exjugador sacó a colación uno de los temas deportivos y/o socioeconómicos de más rabiosa actualidad, la igualdad salarial entre hombres y mujeres futbolistas.

A raíz del caso Rubiales y las demandas que las jugadoras de la selección española han ido realizando en las últimas semanas a la RFEF, se ha puesto encima de la mesa el debate de por qué los hombres y las mujeres no ganan lo mismo en el mundo del balompié. Incluso el Ministerio de Igualdad presentó esta semana un informe titulado 'Desigualdades de las deportistas de alta competición en España y medidas para la igualdad efectiva'.

Entre otras muchas cosas, en el informe se ponía el foco en la diferencia salarial. En la Primera División española, un futbolista tiene marcado el salario mínimo en 186.000 euros; una mujer, en 21.000 tras el nuevo acuerdo alcanzado. El grueso de las cantidades, al margen de lo que cada sindicato logre pactar con la patronal, viene dado por los ingresos que cada competición genere, donde las diferencias son abismales. Hasta el punto de que la Liga F gastó 40 millones e ingresó 20. Las cuentas se echan solas. Es algo tan básico que usarlo como arma política solo responde a una cuestión absolutamente partidista.

La entrevista maldita

Preguntado al respecto de la controvertida y polémica situación que vive el fútbol femenino en las últimas semanas, especialmente, tras la conquista del Mundial ante Inglaterra, Alfonso Pérez contestó lo siguiente: "Me parece muy bien que las mujeres tengan su espacio y sus derechos, como creo que tienen actualmente y desde hace bastantes años. Hay mujeres trabajando en todos los cargos de grandes empresas y nadie les cierra ya puertas. Pero creo que no puede ser equiparable para nada el fútbol femenino y el masculino, porque todo va en función de los ingresos que generes y de la repercusión mediática. Y ahí no hay comparación".

"Seguro que hay otras deportistas de otros deportes a las que les gustaría cobrar como las jugadoras de la selección española femenina y no pueden, como a mí me gustaría cobrar lo de Cristiano Ronaldo, pero no puedo ser tan bueno. Es lo que hay. Cada uno tiene que saber dónde está y lo que genera", continuó Alfonso.

Además, y como último clavo de su ataúd, explicó cómo sentía él la selección y qué sucede con aquellos que no están cómodos, pero acaban yendo por razones pecuniarias o de prestigio.

"En su caso (en referencia a Pep Guardiola), como en otros o el de las chicas, yo obligaría a besar la bandera española para saber que defienden con honor y honestidad la camiseta de su país. Eso, lo primero y luego ya protestas por lo que quieras. Me parece bien que pidan lo que consideren, pero la selección está por encima de todo", espetó el exfutbolista.

La Santa Inquisición vs. Alfonso Pérez

En un futuro epitafio, se dirá que Alfonso Pérez cayó en desgracia en Getafe por decir lo que pensaba. Sin faltar absolutamente a nadie, y solo refrendando una cuestión en la que un gran porcentaje de españoles coinciden, la renovada Santa Inquisición empezó a tejer su destino, como si de las moiras se tratase.

Getafe es uno de los pocos bastiones socialistas en la Comunidad de Madrid. A excepción de la legislatura de Juan Soler-Espiauba Gallo, político del Partido Popular que dirigió el Ayuntamiento entre 2011 y 2015, la ciudad no conoce otras políticas que no sean las del PSOE. Sara Hernández es la actual alcaldesa, que lleva en el cargo desde el año 2015.

Hernández, burgomaestre del municipio, activó los mecanismos oportunos para eliminar el apellido Alfonso Pérez del Coliseum, instalación municipal cedida al Getafe C.F. En el comunicado emitido, y que contó con la aprobación del presidente Ángel Torres, quien poco menos que se dejó llevar por los acontecimientos, el consistorio relata que "se trasladó al club la necesidad de que esta instalación sea un ejemplo para transmitir los valores positivos del deporte como la igualdad, la solidaridad y el respeto".

No sabemos en qué punto difieren las opiniones de Alfonso con estos tres apartados, pero fulminaron su figura en menos que canta un gallo. Sara Hernández, histórica socialista, considera que Pérez es un ejemplo pésimo para sus ciudadanos, pero no tuvo ningún reparo moral en publicar, a bombo y platillo en 2021, seis guías tituladas "Rebeldes de género. ¿Te atreves a despatriarcar?".

En ellas, pueden leerse perlas como "La masturbación mola" o "¡Apaga la tele y enciende tu clítoris!". Para entender el alcance de la indigencia moral está alcanzando España, la opinión respetuosa de una persona (ajena a la doctrina fijada, eso sí), puede causarle el destierro en su propio hogar, mientras que tratar de guiar a los docentes por la vereda que promulga el poder está perfecto. Hoy ha sido Alfonso, pero cualquier persona que tenga la osadía de diferir puede ser la siguiente.