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España

La 'alergia' de Rajoy a los cambios salva del cese a los directores de la Policía y la Guardia Civil

Imagen de archivo de Jorge Fernández Díaz, en un acto de la Guardia Civil.

Jorge Fernández Díaz afronta su momento más convulso al frente del Ministerio del Interior con una 'china' en el zapato. O, mejor dicho, con dos. El máximo responsable de la seguridad de los españoles lleva meses intentando que Mariano Rajoy le dé luz verde a dos cambios dentro de su departamento, los de los directores generales de la Policía y de la Guardia Civil, Ignacio Cosidó y Arsenio Fernández de Mesa. Sin embargo, el presidente del Gobierno, cuya 'alergia' a los cambios le está llevando a retrasar el nombramiento del cabeza de lista del PP a las próximas elecciones europeas para no retocar el Ejecutivo hasta el último minuto, le ha dicho que no. Aunque oficialmente, desde el Ministerio y las dos direcciones generales se niega la existencia de discrepancias entre los tres -"son una piña", llegan a afirmar-, lo cierto es que Fernández Díaz no oculta en privado su deseo de prescindir de ambos para poner personas de su confianza.

Al ministro del Interior le 'impusieron' los nombres de los dos directores generales. Fernández de Mesa viene de mano del mismísimo Rajoy. Cosidó tiene buena relación con Soraya

Fuentes del propio departamento aclaran que, aunque los dos altos cargos están en la cuerda floja, Cosidó es el que lleva más tiempo en esa funambulesca situación. Exactamente, desde hace casi dos años. Y por varios motivos. En primer lugar, porque a Fernández Díaz se lo impusieron. Algunas fuentes destacan en este sentido la buena relación entre el director general de la policía y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, desde los tiempos de la oposición. Una cercanía relativa que no ha hecho sino alimentar aún más los roces entre jefe y subordinado hasta convertirlos en algo casi continuo. Estas mismas fuentes destacan que al que fuera azote de Alfredo Pérez Rubalcaba cuando el PP estaba en la oposición no le ha salvado, sin embargo, ese supuesto apadrinaje de la número 2 del Gobierno, sino curiosamente el 'caso Bárcenas'. El inquilino de Moncloa ha querido evitar a toda costa que un relevo de esta relevancia fuese relacionado mediáticamente con las pesquisas de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía que han hecho temblar Génova 13.

La situación de Arsenio Fernández de Mesa es, sin embargo, diferente. El que fuera delegado del Gobierno en Galicia durante la crisis del Prestige fue recomendado por el propio Rajoy. No en vano, ambos son gallegos y aquellos días de chapapote y críticas estrechó la relación que ya tenían. Con esta carta de presentación, Fernández Díaz le puso al frente del Instituto armado, donde ha pasado sin hacer prácticamente ruido durante los dos primeros años de su mandato. Reacio al trato con la prensa (ha concedido muy pocas entrevistas en todo este tiempo), la actividad pública de Fernández de Mesa se había reducido hasta ahora a asistir a actos protocolarios de la Guardia Civil lejos de los focos mediáticos y, por tanto, de la polémica. Sus únicas declaraciones solían ir ligadas a ensalzar la labor de sus subordinados y recalcar el carácter militar del Cuerpo. Sin embargo, los sucesos que costaron la vida a quince inmigrantes en Ceuta y la polémica 'paella' de homenaje al exteniente coronel Antonio Tejero en un recinto de la propia Guardia Civil le han puesto en la cuerda floja tras lo que muchos han calificado de "incapacidad" para hacerles frente. "No supo sofocar estos dos incendios y ha tenido que ser el propio ministro el que salga a apagarlos", reconocen desde el Instituto armado, donde insisten que si sigue en el puesto es, precisamente, por su amistad con Rajoy.

"Fallos de coordinación"

Y todo ello en un momento en el que se suceden las polémicas que tienen al Ministerio del Interior en el epicentro. Ayer mismo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) aprobaba por unanimidad un informe que tilda de “inconstitucionales” varios de los artículos de la futura Ley de Seguridad Ciudadana, uno de los proyectos estrella del ministro del Interior. Y todo ello en plena polémica por los incidentes registrados en Madrid al término de la Marcha de Dignidad en los que resultaron heridos 67 agentes. Unos sucesos que provocaron un cruce de declaraciones contradictorias entre Cosidó y el ministro con muy pocas horas de diferencia. Mientras el primero salía en defensa de la Policía y señalaba abiertamente que la responsabilidad exclusiva del alto número de lesionados fue la actuación de los radicales, Fernández Díaz no dudaba en reconocer públicamente que "hubo fallos de coordinación" entre los mandos policiales que dirigieron el operativo, como vienen denunciando desde el sábado los respresentantes sindicales de los agentes.

Esta es, de hecho, la última de una larga lista de desacuerdos del titular de Interior con el máximo responsable de la Policía que ha llevado a que entre ambos la comunicación "sea prácticamente nula", como reconoce un alto cargo de la Dirección General. "Cuando el ministro quiere algo de la Policía habla directamente con el comisario Eugenio Pino [número dos de Cosidó]", añade . De hecho, el cese del político castellanoleonés viene barrutándose desde hace casi dos años, tiempo en el que el propio ministro no ha ocultado en privado su deseo de su relevo. La soterrada guerra entre ambos se inició, de hecho, en abril de 2012, poco meses después de que tomaran posesión del cargo. En aquel momento se difundió un supuesto informe policial que relacionaba al entonces vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, con la supuesta compra irregular de un ático del que disfrutaba en Marbella. El escándalo le costó el puesto a dos mandos policiales, entre ellos el recién nombrado comisario general de la Policía Judicial, Enrique Rodríguez Ulla, que había iniciado las pesquisas sin comunicárselo a sus superiores, el comisario Pino y el propio Cosidó.

El primer roce importante de Cosidó con el ministro se remonta a abril de 2012 a raiz de la investigación policial del ático marbellí de Ignacio González

Tras apagarse ese incendio, el verano siguiente surgió otro. De nuevo un informe policial era aireado, éste con graves acusaciones de corrupción contra exaltos cargos de Interior en la época del socialista Pérez Rubalcaba al frente del mismo. En el epicentro del escándalo, la empresa Interligare y un inspector jefe que supuestamente había amenazado al jefe de gabinete del director general de la Policía con filtrar sus investigaciones a la prensa si no le promocionaban. Al final, Asuntos Internos llevó ante el juez al agente, pero el escándalo se llevó por delante al jefe de gabinete de Cosidó. Cuando éste era diputado en la oposición llegó a preguntar en el Congreso por este tema al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Sin embargo, ahora ha intentado mantenerse al margen. El caso se sigue investigando en un juzgado de Madrid y ya hay varios imputados.

Mas, Mato y la medalla

Sin embargo, el gran escándalo policial llegó a finales de octubre de aquel año, a unos días del comienzo de la campaña electoral catalana. Agentes anónimos airearon entonces un supuesto borrador que acusaba al candidato de CiU, Artur Mas, y a la familia del expresidente Jordi Pujol de tener cuentas en Suiza. La salida a la luz del polémico documento coincidió con la extraña visita de dos mandos policiales a los dos fiscales anticorrupción de Barcelona a los que pidieron detenciones de cargos del partido nacionalista y registros de sedes en base a informaciones anónimas. Jorge Fernández Díaz salió en apoyo de ambos policías, mientras Cosidó, que no había sido informado del encuentro, se puso de nuevo 'de perfil' y evitó pronunciarse.

La concesión por parte de Francia de una medalla a Cosidó despertó los recelos del ministro, que también se consideraba merecedor de la condecoración

Finalmente, la gota que colmó el vaso de la paciencia del ministro fue el reciente informe policial, en pleno escándalo Bárcenas, sobre las dádivas de la trama Gürtel al exmarido de la actual ministra de Sanidad, Ana Mato, a la que también salpicaba. Fernández Díaz no salió en defensa de los autores de detallado documento durante la celebración del Comité Ejecutivo del PP en el que su compañera de Gabinete criticó duramente los 80 folios del mismo. Un silencio significativo que volvía a dejar a Cosidó contra las cuerdas. Fuentes policiales aseguran que Fernández Díaz pidió entonces a Rajoy permiso para defenestrar a su subordinado, pero Rajoy le dijo que no. Temía que su cese en pleno escándalo sobre las cuentas suizas y los apuntes contables del extesorero fuera utilizado como arma arrojadiza contra el Gobierno y el partido en un momento de extrema debilidad de ambos.

Entre medias de todos estos escándalo ha habido espacio incluso para roces por asuntos que las fuentes policiales consultadas llegan a calificar de "pueriles". Ocurrió hace sólo unos meses. El ministro tuvo noticia de que el director general de la Policía había conseguido que el Gobierno francés le concediese una condecoración tras, aseguran, "buscarla". Siempre según estas fuentes, Fernández Díaz criticó la actitud de su subordinado y, sobre todo, que no fuera él que recibiera la distinción de las autoridades del país vecino. Aseguran que desde Interior se movieron todos los hilos para que París le concediera también a él otra medalla. La ceremonia en la que, finalmente, se les debe imponer a ambos las condecoraciones aún no tienen fecha, aseguran fuentes del departamento que no saben si finalmente se les entregará.

De Ceuta a Valdemoro

Con Arsenio Fernández de Mesa los roces son mucho más recientes, pero no por ello menos intensos. El primero surgió a causa de los incidentes en la frontera de Ceuta en el que resultaron muertos quince inmigrantes irregulares que intentaban alcanzar España a nado. El director general de la Guardia Civil llegó a negar en un primer momento que los agentes hubieran disparado pelotas de goma. Poco después, su versión era desmentida por el propio ministro, aunque desde los servicios de prensa se intentaba minimizar e, incluso, negar la existencia de estas discrepancias. La polémica, que todavía dura, llevó a Fernández Díaz a tener que hacer acto de presencia en los medios y a su número 2, el secretario de Estado, Francisco Martínez, a comparecer en comisión parlamentaria para explicar lo que, según las fuentes consultadas, "no supo hacer Arsenio". Curiosamente, los incidentes de Ceuta también provocaron discrepancias con Cosidó. El ministro cesó a un cargo policial que había asegurado que las avalanchas de inmigrantes no estaban dirigidas por las mafias, en contra de la versión que defendían desde Interior. El director general de la Policía se opuso en un primer momento a tomar dicha medida.

Fernández de Mesa, acostumbrado a los actos protocolarios, no supo hacer frente a los 'incendios' de Ceuta y la paella del 23-F. El ministro tuvo que salir a apagarlos

También un cese, aunque en este caso el de un guardia civil, ha sido la consecuencia del último episodio que ha puesto al director general del Instituto armado contra las cuerdas. Ha sido el del teniente coronel Antonio Tejero Díaz, hijo del célebre autor del asalto al Congreso durante el 23-F. Tuvo la culpa una comida, con paella incluida, en conmemoración de la intentona que tuvo lugar en un recinto de la Guardia Civil y con la presencia del propio exteniente coronel Antonio Tejero Molina y otros golpistas como el excapitan Jesús Muñecas. El ministro se enteró del suceso un mes más tarde del ágape y gracias a que un periodista del diario El País llamó al departamento para constrastar algunos de los extremos de la información. Fernández Díez relevó de modo fulminante (con el mes de retraso) al hijo del célebre participante en el golpe de Estado, mientras Fernández de Mesa se mantenia al margen de la polvareda mediática.

En este sentido, fuentes del Instituto armado destacan que en un reciente acto del Consejo de la Guardia Civil, un órgano consultivo en el que están representadas las asociaciones que representan a los agentes, la AUGC, mayoritaria, intentó que los presentes, entre los que se encontraban elpropio director general, realizara un pronunciamiento de rechazo al polémico agape conmemorativo. Fernández Díaz, alegando un suuesto defecto de plazos en la propuesta de los representantes de la asociación, se negó a ello. Lo único que dijo fue que no hacía falta porque "la cadena de mando actuó correctamente" al cesar al teniente coronel Tejero Díaz. Algo que, sin embargo, no opina el ministro que, como señalan colaboradores suyos, "tuvo que sacar de nuevo las castañas del fuego a Arsenio". La condición de protegido de Rajoy le ha salvado de nuevo.

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