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España

Alerta roja en Zarzuela: "Mejor un tercer candidato que unas terceras elecciones"

Don Felipe y Mariano Rajoy.

"El Rey está preocupado", dijo a finales de julio don Juan Carlos en Perú, donde acudió a la toma de posesión del nuevo presidente, Pedro Kuczynski. Ha pasado un mes y la situación no ha mejorado. Va a peor. La inquietud en Zarzuela aumenta por días, por momentos. No se ve salida al laberinto institucional que tiene bloqueado al país desde diciembre. En vísperas de la investidura del candidato Mariano Rajoy, el horizonte continúa tenebroso y en la Casa Real hay sensación de vértigo.

La práctica totalidad de los dirigentes políticos que desfilaron por Palacio tras las elecciones del 26J coincidieron en subrayar que habían advertido más preocupación en el Jefe del Estado que en la anterior ronda de consultas, previa a la investidura fallida de Pedro Sánchez. “Hay que explorar todas las posibilidades”, le aconsejó don Felipe a uno de sus interlocutores en aquella oportunidad. “Hay que dar una salida a esta situación”. Salida, que no aparece.

El verano ha sido ‘atípico’ para la Familia Real, según confesión pública. Trescientos días con una agenda reducida, sin apenas desplazamientos

El verano ha sido ‘atípico’ para la Familia Real, según confesión pública. Trescientos días con una agenda reducida, casi bloqueada, sin apenas desplazamientos al exterior, con una presencia oficial muy reducida y pendiente del jeroglífico de los pactos y los acuerdos. “Esto no marcha”, le trasladó a uno de los representantes del mundo de las finanzas con los que se ha encontrado estos días de estío.

Una breve estancia en Mallorca, apenas un escarceo en las regatas, nada de acudir a los Juegos de Río, en contra de lo previsto y de sus propios deseos. Don Felipe permanece varado en Madrid, atendiendo audiencias oficiales, recibiendo visitas, hablando con mucha gente. Quienes han conversado con él dibujan un estado de ánimo sombrío. Estamos ante una situación excepcional, sin precedentes.

El fantasma más temido

El fantasma de unas terceras elecciones se abre paso, lentamente, en el mundillo político nacional. “Sería un desastre, un disparate”, insiste Mariano Rajoy. Nadie las quiere. Pero ya asoman por el horizonte. El candidato a vicepresidente de los Estados Unidos, Tim Kaine, ticket electoral de Hillary Clinton, desveló una conversación telefónica con el Monarca de hace unas semanas. Sacó la impresión de que “en algunos meses se va a decidir el camino, pero va a resultar bien difícil si esa solución no llega pronto”. Y remachó con la frase fatídica: “Sería histórico que hicieran falta tres elecciones para formar un gobierno”.  Tal situación no ha ocurrido jamás en país alguno de la UE desde la Segunda Guerra Mundial, como bien señala el presidente en funciones.

Don Felipe conduce con prudencia y moderación el endiablado periodo que le ha tocado lidiar. Cuatro rondas de consultas ha tenido que poner en marcha en apenas un bienio de reinado. Su padre tan sólo presidió diez en casi cuatro décadas al frente de la Corona. El papel del Jefe del Estado en esta situación está muy limitado en el ordenamiento constitucional. Propone un candidato a formar Gobierno tras escuchar a los portavoces políticos señalados por el presidente de la Cámara. Ha habido muchos movimientos en la trastienda a lo largo de estos ocho interminables meses. Conversaciones intensas y discretas a todos los niveles. Con dirigentes internacionales de primer nivel, inquietos ante el desolador panorama de un país como España, ejemplar en su transición democrática y en su protagonismo europeo. Con altos representantes del mundo de la economía, de la política, de los negocios…Lo que ocurre está en las antípodas de la normalidad institucional, le confesaba a uno de sus interlocutores. Y se aleja un poco más cada día.

La Corona está cumpliendo fiel y estrictamente su cometido. Pero esta parálisis también salpica, en forma tangencial, a la institución

El PSOE, para desviar la atención de su responsabilidad en el bloqueo, ha lanzado la denominada “teoría de Serrano” (por el nombre de su autor, Juan Manuel  Serrano, no confundir con José Enrique, uno de los asesores con más predicamento cerca del líder socialista) de acortar en siete días la campaña electoral y disponer la jornada electoral el 18 de diciembre. Un mero señuelo con el objetivo chapucero de poner el foco en la fecha de las elecciones y camuflar lo disparatado de tener que celebrarlas. Ciudadanos y Podemos se han sumado alegremente al juego del calendario, en lugar a afanarse en presionar al PSOE para que deshaga el nudo gordiano de la parálisis. 

La Corona está cumpliendo fiel y estrictamente su cometido. Pero esta parálisis también salpica, en forma tangencial, a la institución. La disparatada posibilidad de unas terceras elecciones, y que se celebren el 25 de diciembre, día de Navidad, ha disparado todas las alarmas. No sólo se trata de un delirante exotismo, de una posibilidad inaceptable. Afectaría muy directamente al perfil de la propia Monarquía. ¿Cómo va a pronunciar su mensaje de Navidad el Monarca en la noche previa a una jornada electoral? “Nos hemos vuelto locos”, comentaba, abatido, uno de sus más estrechos colaboradores.

“Todo es posible, todo se puede estudiar”

Ante este callejón sin salida, se han escuchado estas semanas estivales en el entorno de la Corona sugerencias de todo tipo. Desde confiar, como ya se comenta en círculos de Moncloa, en que tras los comicios vascos, confiar en el respaldo del PNV o que el candidato del PSOE acepte finalmente acceder a la abstención. Se habla de más alternativas.  Antes que terceras elecciones, quizás haya que proponer un tercer candidato, con garantías de resultar elegido. En este caso, que algunos ya mencionan como única salida, la continuidad de Rajoy y de Sánchez resultaría muy comprometida. No es preciso recurrir a la ‘fórmula Monti’, un independiente con experiencia, que nadie desea, sino quizás, a un relevo en las cúpulas de los partidos. “Que se vayan todos”, llegó a titular un reciente editorial de “El País”. "Sin Rajoy no estaríamos ahora así", repetían en Ciudadanos con insistencia antes del encargo del Rey. “Todo es posible, todo se puede estudiar”, comenta uno de los numerosos interlocutores del Monarca. Ni en el PP ni el PSOE, sin embargo, se plantea ahora mismo esta alternativa. Rajoy piensa en una carambola ("algo tendrá que ocurrir") que le facilite salir airoso en una nueva investidura y Sánchez incluso piensa en salir fortalecido en unas terceras elecciones.

 “La repetición de elecciones daña al sistema”, recordó este viernes la vicepresidenta del Gobierno en funciones tras el Consejo de Ministros. En Moncloa se ha perdido ya toda esperanza de convencer a Sánchez para que cambie de actitud de cara a la próxima investidura. El presidente en funciones le telefoneará, según se ha dicho, en el caso de que se haya alcanzado el ansiado pacto con Ciudadanos. “Unas terceras elecciones son inexplicables. Ya le hemos preguntado a los ciudadanos tres veces y ahora debemos ser los partidos quienes ofrezcamos una respuesta”, comentó. Eso piensan los españoles, de acuerdo con el último barómetro del CIS, cuya confianza en la clase política decrece por instantes.

“La sonrisa helada”

Y es también el criterio de la Zarzuela, donde no se acierta a comprender cómo esta situación de bochorno y de escándalo pueda prodigarse en forma interminable. Son los políticos quienes han de sacar a España de este atolladero. Pocos visos hay de ello. De ahí los nubarrones que inundan los despachos de la Zarzuela. “El Rey tiene como helada la sonrisa”, comentó alguien con quien compartió conversación este agosto en Mallorca.

El aspirante acudirá con el aval de una victoria electoral incontestable pero insuficiente

La semana llega envuelta en el pesimismo. Otra investidura al pozo. El primer intento resultó un fiasco al rechazar Mariano Rajoy la propuesta del Rey. El segundo fue fallido, al naufragar el empeño de Pedro Sánchez. Llega ahora un nuevo intento con aspecto de fiasco. El aspirante acudirá con el aval de una victoria electoral incontestable pero insuficiente. Su actitud es diferente a lo ocurrido a primeros de año. Ha movilizado a sus equipos para alcanzar acuerdos.

Ciudadanos y Coalición Canaria eran las únicas fuerzas políticas accesibles. Y se ha trabajado a fondo con ellos. Si todo sale según lo previsto, logrará el respaldo de 170 diputados, bastantes más que los 131 votos que cosechó el líder del PSOE. Insuficiente. Le faltan seis para la mayoría absoluta y precisaría onces abstenciones para salir adelante en la segunda vuelta. Las presiones desde todas las direcciones para que Pedro Sánchez cambie su hierático ‘no’ por una abstención, la exclusiva vía para desatascar el panorama, han resultado de una esterilidad atronadora.

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