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España

La CUP se desangra, los duros amenazan con derribar al Govern y la desconexión no arranca

Anna Gabriel.

El puzle soberanista no termina de encajar. La CUP prosigue su inexorable camino a la dispersión, senda iniciada durante las tortuosas negociaciones para encontrar president. Uno de sus grupos, Corrent Roig, ha abandonado el barco. La facción más dura, Endavant, juega a ponérselo difícil a Carles Puigdemont, un hombre sin la vis política de su antecesor. Con los presupuestos en el horizonte, el proceso de desconexión se estanca. ¿Falta el informe jurídico o garantía de éxito?

El pasado 7 de febrero Corrent Roig hacía pública su decisión de abandonar la candidatura CUP-Crida Constituent por su desacuerdo con el pacto con Junts pel Sí. En una carta publicada en su web, Corrent Roig explicaba que ese acuerdo marca un "antes y un después" que cambia "radicalmente las cosas", pues supone asumir su "mal llamado" plan de choque social y su hoja de ruta soberanista, renunciando con ello a su "independencia" política. "Para nosotros este acuerdo es un hecho de extrema gravedad. (...) Cuestiona el rol rupturista de la CUP-CC al supeditarlo a un Govern sumiso a la Unión Europea y a la Troika y, por tanto, contrario a los intereses del pueblo trabajador", argumenta la formación ahora escindida.

Corrent Roig considera que el Ejecutivo catalán será una "traba en el camino de la ruptura" y, en consecuencia, en el "camino de la proclamación" de la república catalana. Es un "Govern que habrá que combatir", llega a advertir.

Endavant, la facción más radical de la CUP a la que pertenece Anna Gabriel, amenaza con dejar caer al Govern

Sólo un día después de esta ruptura, Endavant-OSAN, la facción más radical de la CUP, lanzó una amenaza nada velada al Govern, en el sentido de que si no da los pasos necesarios hacia la independencia dejará caer al Ejecutivo. El documento donde se recogen las advertencias se muestra particularmente duro contra CDC y Artur Mas, a los que desea un “papel subordinado” en el proceso.

La Mesa Nacional de Endavant, a la que pertenecen las diputadas Anna Gabriel y Mireia Vehí, estima que la CUP tiene ante sí un “reto gigantesco” para discernir si ejercen como “un instrumento al servicio de la clase trabajadora” o si el acuerdo de investidura se transforma “en un instrumento de Convergencia para someter [a la CUP] a sus designios y a su estrategia”.

El acuerdo de investidura, en tela de juicio

Tampoco está conforme Endavant con el desarrollo de las negociaciones y de los efectos del acuerdo de investidura al reconocer que la CUP ha rebajado sus líneas rojas, lo que ha favorecido el “dominio que la derecha catalana sigue manteniendo sobre buena parte de la llamada sociedad civil”.

En la CUP dicen que el acuerdo de investidura no les obliga a votar los presupuestos junto a Junts pel Sí

La prueba de fuego serán los presupuestos. El acuerdo de investidura obliga a la CUP a ir de la mano de Junts pel Sí, pero Endavant no está dispuesto a este seguidismo pues consideran muy importante no avalar “medidas antisociales, destructoras del territorio o encubridoras de la corrupción”.

No es solamente Endavant quien en el seno de la CUP interpreta que el pacto de investidura no supone automáticamente el apoyo al presupuesto. “El acuerdo no incluye el apoyo a los presupuestos. Somos los primeros interesados en trabajarlos y convertirlos en una herramienta de transformación política. Pero lo que no se nos puede pedir es un apoyo acrítico a los presupuestos en pro de la estabilidad”, declaró este martes el portavoz de la CUP en el Parlament, Albert Botran.

Y el proceso de desconexión se atranca. Ahora, a la espera de un informe de los servicios jurídicos del Parlamento catalán

Paralelamente a estas disensiones en la CUP el ‘procés’ parece estancarse. El pasado martes, el Parlamento catalán frenó el trámite de las tres leyes de desconexión hasta conocer el dictamen de un informe de los servicios jurídicos de la cámara pedido por todos los grupos de la oposición y admitido a trámite por la Mesa del Parlament. Estas tres leyes son la de régimen jurídico (transitoriedad), la de protección social (seguridad social) y la de la administración tributaria catalana.

Una división palpable

Las negociaciones para la investidura de presidente y las asambleas pusieron en evidencia la fragmentación de los grupos que forman la coalición de la CUP. Mientras Artur Mas fue el candidato de JxSí mostraron su firme negativa a que continuara al frente de la Generalitat En Lluita, Corrent Roig, Endavant-OSAN, Arran, Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans, Lluita Internacionalista, Coordinadora Obrera Sindical y Estau-Estado Aragonés. Más proclives al acuerdo con Junts Pel Sí estuvieron las organizaciones Poble Lliure, Col·lectiu Drassanes, Constituents per la Ruptura y Capgirem Vic.

La reunión del Consejo Político de la CUP el 3 de enero sirvió para escenificar la profunda división. En contra de investir a Mas hubo 36 votos por 30 a favor y una abstención. Finalmente, un acuerdo cuando sonaba la campana, el 9 de enero, dio la presidencia de la Generalitat a Carles Puigdemont. Un día después se celebró una reunión del Consejo Político y el grupo de acción parlamentaria de la CUP para ratificar el acuerdo de investir presidente de la Generalitat a Puigdemont. En esa votación, En Lluita y Corrent Roig expresaron su desacuerdo. Y Endavant se abstuvo.

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