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Suiza sospecha que Granados usó información privilegiada para dar 'pelotazos' en Bolsa

Granados abandona su domicilio en un coche custodiado por la Guardia Civil el día de su detención.

Pelotazos urbanísticos, cobro de 'mordidas' y, ahora, sospechosas operaciones bursátiles. El informe remitido por las autoridades de Suiza a la Audiencia Nacional con sus investigaciones sobre los dos presuntos cabecillas de la trama Púnica, Francisco Granados y David Marjaliza, hace hincapié en el sospechoso éxito que tuvieron ambos en varias operaciones bursátiles gestionadas desde sus cuentas helvéticas. El documento, parte de cuyo contenido es recogido por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en sus análisis, apunta la posibilidad de que el político hubiera "gozado de un acceso privilegiado a información" sobre las sociedades en las que invirtieron gracias, precisamente, a los puestos que ocupaba en el Gobierno regional de Esperanza Aguirre. De hecho, los investigadores suizos destacan que ambos comenzaron a invertir en Bolsa en mediados de 2005, tan sólo unos meses después de que Granados entrara precisamente en el Ejecutivo madrileño.

El informe suizo concluye que Granados tenía  "un acceso privilegiado a información" sobre las sociedades en las que invertía gracias a su cargo público  

El informe remitido por las autoridades de Berna fue elaborado el 11 de abril de 2014 por el Centro de Competencias de Economía y Finanzas (CCEF), un organismo de análisis económico y financiero al servicio de la Fiscalía helvética. En el mismo, los investigadores suizos destacan que Granados y Marjaliza abrieron simultáneamente en julio de 2005 dos cuentas subordinadas a las que ya tenían en el BNP Paribas de Ginebra con el único objeto de comprar y vender acciones fuera del "mandato de gestión" que habían dado a la entidad financiera. Sobre el papel, ambos depósitos iban a ser controlados por el constructor, al que el ex secretario general del PP madrileño había otorgado un poder. Una maniobra que los expertos financieros tildan de sospechosa ya que no consideraban lógico que Marjaliza, "un empresario inmobiliario sin conocimientos financieros", tuviera el poder de gestión sobre una cuenta de Granados, que había sido director de análisis financiero de Societé General antes de entrar en política.

Sin embargo, así era aparentemente sobre el papel. De hecho, el informe incluye un "informe de contacto" de la empleada del BNP Paribas que gestionaba las cuentas de ambos, Fabianne Guignard, en la que está identifica a 'Sheraton', el seudónimo bancario del constructor, como la persona que daba instrucciones para la compra de valores en nombre de su amigo 'Laiker', que no era otro que el político hoy encarcelado. En dicho documento, fechado el 10 de octubre de 2006, Marjaliza daba órdenes para comprar 4.100 acciones de Repsol a 24,234 [euros]". El informe de la CCEF analiza, precisamente, en qué sociedades invertían los dos presuntos 'cabecillas' de la trama Púnica, y destacan la variedad de lacartera, que iban desde lacciones en empresas de infraestructuras de transporte a las de distribución energética, pasando por las telecomunicaciones y el sector inmobiliario.

"Carácter especulativo"

Una cartera variada y en apariencia normal, lo que no era tan ordinario era "el resultado de las operaciones de compraventa" de dichos valores. De hecho, los expertos suizos destacan que "ciertos beneficios realizados en operaciones de carácter especulativo son bastantes importantes, habida cuenta de los breves plazos de mantenimiento de las acciones, a menudo comprendidos entre 10 y 30 días sólo". En este sentido, recalcan que "se efectuaron desde julio de 2005, cuando Granados acaba de acceder, a finales de 2004, a un puesto de alto rango en el gobierno presidido por Esperanza Aguirre y había sido nombrado secretario general del Partido Popular de la Comunidad de Madrid".

Berna considera sospechoso que Granados y Marjaliza obtuvieran grandes beneficios cuando sólo tardaban en vender las acciones "entre 10 y 30 días"  

Por ello, el documento de la CCEF remitido a la Audiencia Nacional señala que "no puede descartarse que Granados y Marjaliza, probablemente a través del primero, pudieran haber gozado de un acceso privilegiado a información relatica a dichas sociedades, cuyas acciones fueron objeto de operaciones especulativas". Sobre este punto, los expertos helvéticos también muestran su sorpresa de que no se disparasen las alertas en el BNP Paribas de Ginebra con dichas órdenes de compra cuando la gestora Fabienne Guignard sabía que Marjaliza "no tenía conocimientos financieros". "A esta cuestión se debe añadir que Granados era consdierado un PEP [acrónimo de Persona Políticamente Expuesta] y, por tanto, con posible acceso a información privilegiada en orden de su cargo", añade el informe.

Un PEP de alto riesgo

De hecho, el banco le había clasificado como P-1, es decir, el nivel más alto de riesgo en orden a su cargo público. Documentos de la propia entidad destacaban además que "en un año, nuestro cliente pasó de alcalde de la pequeña localidad de Valdemoro (Madrid) a diputado autonómico y consejero de Transportes e Infraestructuras del Gobierno regional y, actualmente, a secretario general del Partido Popular de Madrid, desde noviembre de 2004". Además, en la evalución en materia de riesgo de blanqueo de capitales se le calificó como A-1, también el más alto. Y, pese a ello, el BNP Paribas nunca alertó a las autoridades antiblanqueo suizas, pese a que en sus cuentas se ingresasen 1,5 millones en sólo cinco años.

BNP Paribas de Ginebra no alertó de las operaciones especulativas del político español pese a tenerlo clasificado como P-1 A-1, el de mayor riesgo

Cuando la gestora del banco fue interrogada por las autoridades suizas por qué no le infundió sospechas la actitud de Granados, ésta se limitó a decir que el cliente "no se encontraba muy cómodo con su cuenta en Suiza. La prueba de ello es que era su amigo [Marjaliza] el que llamaba para las operaciones de Bolsa de su cuenta en Suiza. Me repitió a menudo que tenía miedo que le preguntaran si tenía una cuenta en Suiza, concretamente por parte de su superior en política. Le dije entonces que en estas circunstancias, si no quería mentir, era mejor cerrar la cuenta".