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El Liberal - Política

‘Me Too’: el movimiento que cambió Hollywood a examen

Harvey Weinstein

Esta semana ha trascendido que el productor de cine Harvey Weinstein, que en febrero fue condenado a 23 años por violación y abuso sexual, habrá de enfrentarse a un cargo más: una agresión sexual presuntamente cometida en un hotel de Beverly Hills en 2010. Como es sabido, las acusaciones contra el magnate de Hollywood en 2017 dieron origen al movimiento Me Too, que, tras animar a las mujeres a denunciar públicamente casos de abuso sexual, supuso un punto de inflexión en la manera de entender el consentimiento en las relaciones entre hombres y mujeres. Aunque muchos desde entonces han aplaudido esta forma de protesta por visibilizar conductas abusivas que permanecían ocultas, otros tantos la han cuestionado por instaurar un nuevo puritanismo en lo referente al sexo—recordemos, si no, el manifiesto que firmaron un grupo de intelectuales francesas en 2018—.

Las denuncias anónimas en las redes sociales han demostrado tener la capacidad de arruinar la vida de personas que después se han demostrado inocentes

Pero, más de dos años después y tras la reciente condena a Weinstein, ¿qué balance podemos efectuar de un fenómeno global cuya onda expansiva parece lejos de remitir? En opinión de la filósofa y sexóloga Loola Pérez, autora de Maldita feminista. Hacia un nuevo paradigma sobre la igualdad de sexos (2020), “lo positivo del Me Too sobre todo es que la sociedad se ha sensibilizado sobre la importancia de que las victimas rompan el silencio”. Pérez explica a El Liberal que el movimiento también ha servido para derrocar muchos estereotipos sobre el acoso y la violencia sexual, “pues estos, como se han visto, también son delitos que sufren las mujeres en espacios que creemos insospechados”. A este respecto, añade, “Hollywood ha sido durante años una auténtica pesadilla para las víctimas y muchos lo sabían, pero el dinero y la influencia de Weinstein campaban a lo ancho”.

La escritora Laura Freixas, por su parte, recuerda a nuestro diario que el Me Too ha sacado a la luz un “sistema generalizado, estructural”, por el que los hombres poderosos pueden usar impunemente su poder para obtener favores sexuales de las mujeres sometidas a ellos. “Y no es más que la punta del iceberg”, aclara. “En las sociedades patriarcales —todas lo son, aunque en distinto grado—, los varones tienen más poder que las mujeres, ya sea porque tienen las armas, o porque tienen más dinero, o porque la ley y la costumbre les confieren privilegios, o porque ostentan mejores posiciones en el mundo profesional, y pueden usar ese poder para  acceder al cuerpo de mujeres —o niñas o niños— que no les desean”.

Hollywood ha sido durante años una auténtica pesadilla para las víctimas y muchos lo sabían, pero el dinero y la influencia de Weinstein campaban a lo ancho

Dada esta situación, la autora de la autobiografía con perspectiva de género A mí no me iba a pasar (2019) pondera que el hecho de que “algunas mujeres, y también niñas o niños, empiecen a denunciar estos abusos, es un gigantesco avance. Es la culminación de un proceso muy largo y difícil, dados los pactos de silencio y la complicidad entre hombres poderosos”.

Esta dimensión positiva del Me Too también es apreciada por Manuel Arias Maldonado, que publicó el año pasado el ensayo (Fe)Male Gaze. El contrato sexual en el siglo XXI. Preguntado por El Liberal, Maldonado celebra que se haya generado mayor conciencia pública acerca de la impunidad que a menudo acompaña a las conductas sexualmente inapropiadas de todo tipo, “especialmente si quien las perpetra es una persona que goza de una posición privilegiada”. Y es que, a su juicio, dado que muchas de dichas conductas no son punibles, pero sí molestas o inadecuadas, el movimiento Me Too equivale a una “suerte de intervención en la cultura, que es la que tiene que cambiar para que eso cambie. Y llama a las mujeres que puedan padecer situaciones desagradables a no resignarse. Eso es sin duda positivo”.

El ‘Me Too’ es la culminación de un proceso muy largo y difícil, dados los pactos de silencio y la complicidad entre hombres poderosos

Sin embargo, Maldonado también advierte de que el movimiento acarrea diversos inconvenientes. “Uno es la legitimación de las denuncias anónimas en las redes sociales, que han demostrado tener la capacidad de arruinar la vida de personas que después se han demostrado inocentes”, aduce. Otro aspecto negativo para el ensayista es la “simplificación” de las relaciones entre los sexos que se ha derivado de la distinción entre “hombres malos y mujeres buenas”. Finalmente, para Maldonado debe lamentarse que de lo anterior se derive la idea de que el “derecho penal tiene que hacerse menos garantista a fin de proteger a la mujer denunciante: invertir la carga de la prueba o el in dubio pro reo es una mala idea que no debe llegar a la práctica judicial ni a los códigos legislativos”.

Hay que distinguir entre una conducta inapropiada y una conducta delictiva. Una conducta inadecuada o torpe no puede conducir a que se acepte la vuelta al puritanismo

Estas críticas no son compartidas por Laura Freixas, para quien la vertiente positiva del fenómeno eclipsa sus posibles desventajas. En primer lugar, Freixas admite que a éste se le puede criticar que sea un movimiento de élites, lo cual, sin embargo, encuentra “comprensible”, ya que solo mujeres “muy empoderadas” como las actrices de Hollywood son hoy por hoy capaces de llevarlo a cabo. A pesar de ello, espera que también las “kellys o las trabajadoras de la fresa” consigan denunciar los abusos.

“¿Que puede haber denuncias falsas, que se puede perjudicar injustamente la carrera de algunos hombres? Sí, puede ser”, agrega. “Pero creo que ante el monumental escándalo que suponen los abusos sexuales sistemáticos —una realidad que es imposible poner en duda— que han destrozado la carrera y la vida de tantas mujeres, sería mezquino preocuparse principal o exclusivamente —como hacen algunos— por los eventuales perjuicios a esos hombres que hasta ahora han tenido todos los privilegios”, sostiene.

Debe entenderse que la Justicia no es venganza. La sociedad no puede sustituir a un tribunal. Acusar sin pruebas o con mala fe socava la imagen y causa de las verdaderas víctimas

Por el contrario, para la filósofa Loola Pérez sí resulta decisivo destacar las consecuencias negativas del movimiento, ya que, a su juicio, “gran parte de la sociedad tiende a tomar la parte por el todo”. En consecuencia, “hay que distinguir entre una conducta inapropiada y una conducta delictiva. Una conducta inadecuada o torpe no puede conducir a que se acepte la vuelta al puritanismo”, considera. Por último, Pérez juzga crucial que se entienda que la Justicia no puede constituir una “venganza”. “La sociedad no puede sustituir a un tribunal. Acusar sin pruebas o con mala fe socava la imagen y causa de las verdaderas víctimas”, razona.

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