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Economía

Zuckerberg, el 'Billy el Niño' de las redes sociales, asalta el gallinero de Pallete

Facebook campa a sus anchas en Europa mientras Telefónica se asfixia en un torrente regulatorio

Mark Zuckerberg

Se calienta el horno a 220 grados durante 10 minutos, se le echa un chorro de vino generoso al pollo, previamente embadurnado con un ungüento a base de vinagre, aceite, hierbas provenzales, pimentón y curry y se mete al horno. Un cuarto de hora por un lado, y otro cuarto de hora por el otro. Después se baja a 180 grados y se le da la vuelta cada media hora durante 150 minutos, cuidando siempre que la bandeja tenga un dedo y medio de vino. La receta no falla. Queda de vicio.

Después de tres horas de dedicación un vecino abrirá la puerta de esa casa, se se sentará a la mesa, comerá abundantemente y proyectará un sonoro eructo. Se levantará y tomará las de Villadiego sin despedirse. Puedo ver desde aquí la cara de gilipollas que se le ha quedado al anfitrión.

Eso le pasa a los operadores de telecomunicaciones todos los días. El pollo son las redes de telecomunicaciones, los comensales que aparecen van desde los Operadores Móviles Virtuales (OMV) hasta Mark Zuckerberg, pasando por Jeff Bezos o Tim Cook, y quien cocina el pollo es José María Álvarez-Pallete. Son cool. Además de ser chupis, son quienes entran cuando les apetece a degustar el pollo de Pallete, convidado de piedra en su propia mesa al que, con suerte, le quedará algún hueso que roer.

Tiene el español la histórica costumbre de dispararse en el pie, y además con buen tino y puntería, y verter pétalos allí por donde pasan las multinacionales extranjeras, a kilos si se trata de estadounidenses, a toneladas si hablamos de Amazon, Google, Facebook, Apple y Microsoft. Molan. Son chupi lerendi. Cosa de hipsters.

Sin embargo Zuckerberg tuvo el otro día una mala digestión. El tiempo que estuvo sentado a la taza se le fueron 6.000 millones de euros por el retrete. Se cayó con todo el equipo. Facebook, Instagram y WhatsApp estuvieron sin servicio casi siete horas. Pero no hay consecuencias. Ninguna. Nadie exigirá nada, porque son gratis. ¿Y qué hay de los anunciantes? Zuckerberg se hizo un Pilates. No cobrará los anuncios porque durante ese tiempo no se emitieron, apresuró a explicar la compañía en un comunicado.

Zuckerberg emplea únicamente a 59 personas en España

El supuesto de que Facebook o Instagram es gratis es erróneo. Se paga con datos. ¿Cómo va a ser rentable una empresa que 'solo' reclama los datos a sus usuarios a cambio del servicio? Las cifras son palmarias: Facebook ha facturado 71.000 millones de euros y alcanzado unos beneficios de 24.000 millones de euros. Si a eso se suma que tributa en Irlanda y los pocos empleados que necesita para dar servicio -59 en España a fecha de 2019- el cóctel parece funcionar.

Se pone el foco en Facebook porque estamos en la semana en la que se ha pegado el enésimo batacazo, pero es un modus operandi similar al de Google, Amazon o Apple, que desviaron ingresos obtenidos en la piel de toro por valor de 208.000 millones de euros a países de baja tributación, según contaron hace un tiempo los compañeros de elEconomista. La culpa no es del indio, sino de quien lo hace compadre. Y tiene nombre y apellidos, se llama CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia). Se llama Gobierno. Se llama Europa.

Telefónica es el niño al que roban el bocadillo en el recreo ante la pasividad de un profesor que no solo lo permite, sino que lo instiga. Al calor de la competencia, estrictamente regulada, los grandes operadores se desangran. A todos nos gusta pagar poco. También a los norteamericanos, pero allí solo tienen tres grandes compañías de telecomunicaciones para 329 millones de personas, mientras en Europa hay 80 para un territorio de más de 700 millones. Es decir, si fuéramos americanos habría seis operadores en el viejo continente. En China pasa algo parecido -téngase en cuenta que aquello es una dictadura-. Hay tres grandes operadores para un territorio de 1.400 millones de personas.

Quizá por ello las polémicas declaraciones que en su día vertió César Alierta en su etapa como presidente de Telefónica no sean ahora tan polémicas. Pedía un canon a Google por utilizar sus redes. A mí me llega una factura todos los meses por usar teléfono e Internet. ¿Por qué no hacerlo con los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple)? Tributan fuera, viven de nuestros datos y apenas generan empleo directo si se compara con otras multinacionales no digitales. Por algún sitio hay que pillarles.

Telefónica da cobijo a una mastodóntica plantilla de 22.992 personas -solo en España-, muchas de ellas acomodadas, con un sueldo medio de 43.000 euros. Pallete tiene mucha tijera que meter. Las plantillas de sus rivales en España están formadas por más de 5.000 personas en el caso de Orange y 4.285 en el caso de Vodafone.

Hay que decir -por diferenciar entre OMV y los GAFA-, que los operadores virtuales han de pagar a las grandes telecos por el uso de sus redes. Es una factura escasa para las grandes y desorbitada para los OMV, como no podía ser de otra manera. Lo que es innegable es que la expansión del low cost ha supuesto el descenso de la facturación en los operadores. Si es competencia o no leal es cosa de la CNMC, pero lo cierto es que están asfixiadas. Meritorios son los malabares que ha tenido que hacer Pallete para reducir a la mitad la deuda de la compañía, que se sitúa ahora en el entorno de los 26.000 millones de euros. No es menos cierto que lo ha hecho encogiendo el negocio de Telefónica, vendiendo activos. El perímetro es cada vez más pequeño. Tener menos deuda ha supuesto tener menos negocio. Es el peaje a pagar; la compañía es más pequeña ahora que hace cuatro años.

Facebook, además de lo comentado hace unos párrafos, se beneficia de la inversión de Telefónica en redes de telecomunicaciones, algo que no cesa. En cada salto tecnológico -par de cobre, ADSL, fibra óptica, 2G, 3G, 4G, 5G...- hay otro brinco financiero que zarandea las cuentas de las compañías de telecomunicaciones. Pallete pide poco pan. Que WhatsApp, Facebook o Instagram sean tratados en términos regulatorios como operadores. Tiene sentido en tanto en cuanto permiten hacer y recibir llamadas y enviar mensajes de texto.

Es cierto que todo es reversible. Que sin Facebook o WhatsApp usted y yo no consumiríamos datos ni pagaríamos tarifas planas. Tanto como que sin pollo no habría comida, pero, ojo, sin hambre, tampoco. Es un galimatías de difícil solución, pero si contamos las gallinas que entran por las que van saliendo, en el caso de Facebook el gallinero español tiene un defecto de forma por el que se escapan casi todas. Algo extensible a Europa, otro niño de patio que sólo sabe defenderse con palabras, que no con los puños, y en los patios de colegio esto es cosa poco efectiva, sobre todo cuando el 'Billy el Niño' de las redes sociales anda suelto.

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