Economía

El euro cumple 25 años con la mayoría de sus fundadores saltándose lo prometido

La moneda única nació el 1 de enero de 1999; hoy hubiera sido imposible su creación con las mayores economías incumpliendo casi todos los requisitos del Pacto de Estabilidad

Escultura con el símbolo del euro en Fráncfort. EP

Parece que fue ayer, pero el euro cumple en 2024 sus primeros 25 años de existencia. El 31 de diciembre de 1998, el Consejo de la Unión Europea fijó el tipo de cambio inamovible del euro con las once monedas nacionales de los países que habían cumplido con los criterios de convergencia fijados en el Tratado de Maastricht y, por tanto, fueron los primeros en introducir en su economía la moneda única europea. España se había adherido a la entonces Comunidad Económica Europea a partir del 1 de enero de 1986 y la peseta al mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo hacía tres años. 

El Consejo de la Unión Europea fijó el último día del año 1998 un cambio de 166,386 pesetas por euro, una cifra que difícilmente permitía hacer cálculos mentales rápidos para saber la equivalencia de los billetes y monedas nominados en pesetas que circulaban en nuestro país. La fórmula elegida por los ciudadanos para aclararse con la doble contabilidad que ofrecían las cuentas bancarias fue redondear la equivalencia de seis euros con 1.000 pesetas. Otros países tuvieron algo más suerte con los cambios establecidos para sus divisas: un euro equivalía a 1,95 marcos alemanes, 200 escudos portugueses o cerca de 2.000 liras italianas.

El camino para entrar a formar parte de la Eurozona, es decir, en el selecto grupo de los países que iban a compartir una moneda común, no fue fácil. La CEE estaba compuesta entonces por quince países: los seis fundadores (Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), los tres de la primera ampliación (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, en 1973), Grecia (1981), Portugal y España (1986), y Austria, Finlandia y Suecia (1995), pero sus economías distaban mucho en cuanto a sus tipos de interés, precios, nivel de endeudamiento, inflación...

Para lograr alcanzar un espacio económico común fue necesario imponer unas severas condiciones a cumplir por los países que lideraran el proyecto. La primera de ellos hacía referencia a la estabilidad de los precios. La inflación de los países aspirantes no podía superar en 1,5 puntos porcentuales la de los tres con mejores datos. El déficit en relación con el Producto Interior Bruto no debía sobrepasar el 3% o mostrar una clara tendencia de reducción continuada. La proporción de la deuda pública sobre PIB tendría que estar por debajo del 60% y los tipos de interés a largo plazo no superarían en dos puntos el que tuvieran los tres mejores estados.

El club inicial del euro

Con estas condiciones y algo de manga ancha de los dirigentes comunitarios ingresaron inicialmente en el club del euro 11 países, todos los entonces miembros de la Unión Europea menos Reino Unido, Dinamarca y Suecia, que por voluntad propia prefirieron mantener sus respectivas monedas; y Grecia, que no cumplía las condiciones exigidas y se incorporó al club el 1 de enero de 2001.

Más adelante se han sumado a la moneda única Eslovenia (2007), Malta y Chipre (2008), Eslovaquia (2009), Estonia (2011), Letonia (2014), Lituania (2015) y Croacia (2023). De los 27 estados miembros de la Unión Europea sólo siete mantienen sus divisas nacionales: Suecia y Dinamarca, por deseo propio, y Rumanía, Bulgaria, República Checa, Hungría y Polonia por no cumplir aún con alguno de los requisitos de estabilidad exigidos

Si hoy, veinticinco años después de su nacimiento, hubiera que revalidar el ingreso en la moneda única la cosa sería muy diferente. Apenas cuatro países tienen superávit en las últimas cuentas presupuestarias que ha publicado Eurostat: Dinamarca, Irlanda, Croacia y Suecia. El problema es que las grandes economías de la Eurozona tan solo Alemania tiene el déficit por debajo de la frontera del 3%. Italia cerró 2022 con un déficit del 8,8%, Francia, con el 4,8%, España (4,7%). Sería inimaginable una moneda única en la que no estuvieran estos países, pero es que el conjunto de la Eurozona tiene un 3,3% de déficit presupuestario como media.

Con la deuda pasa más o menos lo mismo, aunque agravado. Las necesidades financieras para atajar la pandemia y conseguir que la economía no se hundiera han disparado el endeudamiento.  La deuda media de la Eurozona fue en 2022 del 91% de su PIB, treinta puntos porcentuales por encima de lo exigido. Alemania tenía un 66,1%, España y Francia, alrededor del 112%, Italia, el 141,7%, Portugal, el 112% y Grecia, el 172,6%. Frente a estas cifras destacan Estonia, con solo el 18,5% y Luxemburgo, con el 24%. La inflación está en línea con los objetivos: 2,4% en noviembre.

Éxito parcial

¿Ha cumplido el euro su papel en la economía mundial? Javier Santacruz, economista, asegura que “en estos 25 años ha conseguido parcialmente sus objetivos. Ha consolidado un bloque económico con multitud de sinergias como ser una de las principales regiones del mundo en materia comercial y en materia de inversiones, estando al nivel de China o Japón a la hora de emitir y atraer inversiones directas. Pero la estabilidad de la Eurozona ha tenido un alto coste para el Banco Central Europeo por el incumplimiento sistemático de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento”.

Otro de los defectos que se le achaca al euro es su pulso con el dólar, que está muy lejos de convertirse en una victoria. El euro cotizó su primer cambio en 1999 a 1,17 dólares, aunque en su primer año el cambio medio fuera de 1,07. Hoy está en el entorno de los 1,09 dólares. “Le ha quitado protagonismo, por ejemplo en materia comercial. Pero en términos financieros no ha terminado de despegar. La cuota que tiene el dólar en las transacciones financieras ha seguido creciendo”, asegura Santacruz. 

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