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El día en que los March y los Del Pino renunciaron a 2.700 millones de plusvalías

El presidente de AENA, José Manuel Vargas, el día del debut bursátil de la compañía

AENA lleva camino de batir todos los registros de rentabilidad en un proceso de privatización. Las acciones del gestor aeroportuario siguen pulverizando semana a semana sus máximos históricos hasta el punto de que sus acciones se han revalorizado un 214% desde su debut en el parqué, hace poco más de dos años, en febrero de 2015. Una oportunidad que, en su día, dejaron escapar Corporación Financiera Alba, la sociedad de cartera controlada por Banca March, y Ferrovial. Ambos optaron a última hora por bajarse del tren de la OPV, una decisión que ha tenido una elevada factura económica. Las plusvalías latentes que acumularían ambas compañías por su inversión en AENA sumarían hoy día algo más de 2.700 millones de euros.

Tanto Alba como Ferrovial fueron víctimas de un cambio de planes del Gobierno que suscitó muchas dudas. Junto al fondo The Children Invesment Fund (TCI), fueron elegidas para integrar el núcleo duro que el Ejecutivo pretendía constituir en AENA, al que se destinaría el 28% del capital. El 21% restante, hasta el 49% que se vendió, formaría parte de la OPV.

Las tres elegidas participaron en un concurso público consistente en presentar una propuesta económica, es decir, cuánto estaban dispuestas a pagar por las acciones de AENA. Los precios máximos ofrecidos iban desde los 48,66 euros por título de Ferrovial hasta los 53,33 euros que proponía Corporación Financiera Alba. (TCI realizó una propuesta intermedia, de 51,6 euros). Todos ellos estaban incluidos en una primera banda de precios no vinculante que manejaban los asesores del Gobierno en la operación y que iba de 41,5 a 53,5 euros.

El problema fue que este proceso se desarrolló a partir del primer trimestre de 2014, toda vez que la OPV estaba prevista para el otoño de ese año. Sin embargo, fuertes discrepancias en el seno del Gobierno sobre el proceso hicieron que la privatización se retrasara unos meses. El tiempo justo para que las ofertas de los componentes del núcleo duro se quedaran obsoletas. Entre otras cosas porque en el tiempo que transcurrió entre los meses de octubre, cuando se aplazó la OPV, y febrero, cuando finalmente se llevó a cabo, se produjeron una serie de acontecimientos que cambiaron el panorama de la operación.

Entre ellos, la publicación de los resultados del tercer trimestre de AENA, que evidenciaban una considerable mejora del Ebitda. Y también la confirmación de la espiral bajista en que se hallaba envuelto el precio del petróleo, que auguraba una buena temporada para el tráfico aéreo, como confirmaron las estadísticas de los últimos meses de 2014. Por si faltara algo, el Banco Central Europeo había insuflado optimismo en los mercados al anunciar que estaba dispuesto a comprar bonos corporativos.

Precio más alto

La consecuencia de todo eso fue que la reanudación de la OPV vino marcada por una revisión al alza de los precios, fruto de la información que los bancos colocadores recibían en sus prospecciones de mercado. Los inversores estaban dispuestos a pagar más por los títulos de AENA, hasta 58 euros, que fue finalmente el precio de colocación. Una cantidad alejada de las propuestas del núcleo duro, que decidió de este modo renunciar a participar.

A última hora, TCI rectificó y decidió que pasaría por el aro y pagaría esos 58 euros por acción. Alba y Ferrovial no siguieron ese camino. La sociedad de cartera de los March estaba dispuesta a invertir un máximo de 640 millones por un 8% de AENA. El nuevo precio situaba la apuesta en cerca de 700 millones. Mientras, la propuesta del grupo de construcción, servicios y concesiones controlado por la familia Del Pino ofrecía unos 470 millones para hacerse con un 6,5% del capital, frente a los 565 millones que debería desembolsar si quería participar en el proceso al precio fijado finalmente por el Gobierno.

El tiempo ha demostrado que la decisión no fue acertada. El paquete de acciones de Corporación Financiera Alba estaría valorado hoy, a precios de mercado, de 2.200 millones de euros, una cantidad superior al valor en Bolsa de toda su cartera de cotizadas, que incluye participaciones significativas en empresas del Ibex-35 como Acerinox, Bolsas y Mercados Españoles e Indra.

Mientras, Ferrovial contaría ahora con un paquete en AENA valorado en cerca de 1.800 millones de euros. 

Privatizaciones históricas

"Una inversión de este tipo habría supuesto un espaldarazo a las cotizaciones de Corporación Financiera Alba y de Ferrovial. Hoy en día, no podrían valer lo mismo en bolsa con un sendos paquetes de AENA en sus carteras", apunta un analista bursátil, que también admite que la trayectoria del gestor aeroportuario en el parqué también se hubiera visto afectada si finalmente hubiera contado con otros dos socios de referencia.

"Uno de los factores más favorables con los que cuenta AENA es su capital flotante, cercano al 40%, notable para ser una empresa que cuenta con un accionista que tiene más de la mitad de las acciones. Con menor liquidez en el mercado, probablemente la cotización no hubiera subido con tanta facilidad, aunque la revalorización sería notable en cualquier caso".

El que arriesgó, finalmente ganó. Las plusvalías latentes del fondo TCI, que finalmente decidió tomar el 11% de AENA (aproximadamente un 3,5% a través de derivados), se van ya por encima de los 2.000 millones de euros, aproximadamente el 15% del patrimonio que tiene bajo gestión. Extremadamente difícil encontrar algo similar en el mercado.

Con AENA se ha repetido la película de otras históricas privatizaciones, como las que se llevaron a cabo a partir de la segunda mitad de la década de los 90. Los rendimientos de aquellas OPV de Telefónica, Endesa, Repsol, Argentaria o Repsol siguen siendo a día de hoy espectaculares, por encima del 350% en todos los casos. Pero con los aeropuertos no ha habido que esperar un cuarto de siglo.

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