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¿Podrán (y sabrán) los españoles desconectar del trabajo en sus vacaciones?

Hacer una pausa, tanto digital como mental, es el objetivo prioritario para muchos profesionales que comienzan ahora su periodo de descanso

El descanso físico y mental es esencial para el bienestar de los profesionales.

Suena Volando voy de Kiko Veneno mientras se suceden escenas veraniegas: una partida de futbolín, una baraja de cartas, un vaso de sangría, maletas, bolsas de viaje, petates, cortinillas antimoscas, un autobús de línea, un camping, un chapuzón en la piscina, un insecto impertinente, un chiringuito en la playa, un arroz negro, sardinas humeantes abanicadas en la barbacoa, un paseo en bicicleta, una silla de playa junto a la orilla, una espalda embadurnada en crema solar, una siesta, zapatillas cangrejeras… Nada muy sofisticado. Y al final, una voz en off que dice:  “Este año tus vacaciones de siempre te parecerán extraordinarias”.

El spot del sorteo extraordinario de vacaciones de Lotería Nacional de 2021 capta a la perfección  el sentir general de una población exhausta tras año y medio de pandemia y sus derivadas, y que, más que nunca, ve en las inminentes vacaciones estivales un salvavidas para escapar de tantas tensiones acumuladas y desconectar del trabajo… Otra cosa es que lo consigan.  Según el informe sobre Desconexión Digital de InfoJobs, el 74% de los trabajadores españoles responderá a llamadas o correos electrónicos durante las vacaciones.

Un derecho laboral

La desconexión digital de los trabajadores es, desde 2018 un derecho reconocido por Ley en España. Así lo estipula el artículo 88 de la Ley Orgánica de Protección de Datos, que marca límites a la empresa para contactar con sus trabajadores durante su tiempo de descanso. La pandemia y el auge del teletrabajo, no obstante, parecen querer introducir enmiendas a la norma. “La transformación tecnológica y digital está logrando una optimización de los recursos, materiales y humanos en las empresas, pero junto a estas mejoras en el rendimiento, también ha provocado que se difumine la frontera entre el espacio laboral y el personal, lo que dificulta la desconexión”, argumenta Miriam Martín, directora de Marketing de Sodexo Beneficios e Incentivos.

Los correos electrónicos son uno de los grandes enemigos de la desconexión.

Para María Sánchez, e-Health medical manager de Cigna España, la versatilidad e inmediatez que brinda la tecnología son, al mismo tiempo, una bendición y una condena para los profesionales. “El hecho de poder contestar correos electrónicos, consultar documentos o recibir llamadas en todo momento hace que los trabajadores se vean incitados a atender asuntos laborales a cualquier hora y en cualquier lugar”. ¿Las consecuencias de vivir permanentemente en estado 'on'? “Altos niveles de estrés de manera continuada o incapacidad para desconectar del trabajo”, alerta.

La Covid-19 ha agravado esta tendencia. Juan San Andrés, consultor en organización y recursos humanos, señala que los esquemas mentales de jefes y empleados respecto a horarios y lugares de trabajo han cambiado. “Se ha roto el automatismo entre ausencia y no disponibilidad del trabajador. Ahora ni el hogar es un espacio disociado de las tareas profesionales, ni la ausencia de la persona implica su no disponibilidad”. Y en esos nuevos parámetros, advierte, “algunos jefes pueden sentirse legitimados para interrumpir las vacaciones de sus colaboradores”.

Jefes peligrosos

La crisis económica y la incertidumbre laboral son terreno abonado para intentos más o menos velados de sabotear las vacaciones del equipo. Con muchos puestos de trabajo pendientes de un hilo, insinuaciones del tipo, “¿pero, cuántos días te quieres coger?” o “con la que está cayendo, no sé si será el mejor momento”, no son raras en estas fechas. “Hay jefes, por lo general, los más hiperactivos e inseguros, muy dados a pedirte que pospongas tus vacaciones o a llamarte durante ellas”, confirma San Andrés.

El problema es aun mayor cuando ese comportamiento proviene del CEO, porque hay muchas posibilidades de que el mal se extienda en cascada por el resto de la organización. “Los verdaderamente peligrosos son un tipo de mandos intermedios que tienen la concepción de que cualquier deseo de la dirección debe ser atendido inmediatamente. Les da pavor decirle a su superior que algo se no se podrá hacer hasta dentro de diez días porque el equipo está de vacaciones”, continua este psicólogo.

Los expertos aconsejan limitar al mínimo  imprescindible el uso de los dispositivos de trabajo durante el periodo vacacional

¿Qué hacer ante uno de estos especímenes? Frente a la tentación de poner al invasor en su sitio o ni tan siquiera cogerle el teléfono, Juan San Andrés aconseja pausa y mano izquierda. “Habría que distinguir muy bien entre consultas triviales y aquellas otras que son realmente urgentes. Si se trata de las primeras, podemos recordarle con educación y sutileza que estamos de vacaciones”.

Aunque, ya se trate de un asunto nimio o de vida o muerte, el mero hecho de recibir un whatsapp o de ver el número del trabajo asomando en la pantalla del móvil es ya motivo suficiente parque que a uno se le atragante el daiquiri. Los expertos son partidarios de aplicar la técnica ‘evita la ocasión y evitarás el peligro’. “Lo aconsejable es limitar cualquier tipo de vínculo digital con el trabajo,. Así evitaremos caer en la tentación de mirar el correo durante las jornadas de descanso”, dice Miriam Martín.

Según Sodexo, configurar la auto respuesta en el correo electrónico, informando de la ausencia por vacaciones, es una buena estrategia para disuadir a potenciales interruptores.  ¿Y si se trata de una verdadera urgencia que no pueda delegarse en otra persona?  En ese caso, Miriam Martín sugiere “establecer una franja horaria en la que estemos disponibles para atender esos temas”.

Desconexión mental

Más que ningún otro verano, los profesionales necesitan cambiar de registro y disfrutar de un merecido descanso, tanto físico como mental. “Durante las vacaciones tenemos más tiempo para nosotros mismos, y es esencial aprovecharlo para realizar actividades que nos relajen e iniciar alguna rutina de ejercicio” destaca María Sánchez. Aunque no todos saben hacerlo. A veces, el intruso y el saboteador es el propio trabajador. Abundan quienes, junto a la toalla y el bañador, se llevan sus cuitas laborales al destino vacacional.

En todo caso, objeta Juan San Andrés, esa desconexión no debería ser total. “Las vacaciones no pueden entenderse como una suspensión del contrato de trabajo. Porque si ante una emergencia real la empresa no puede contar con la ayuda de quién podría resolverla porque está de vacaciones, cabría cuestionarse no ya el compromiso, sino la lealtad de esa persona”.

Hay quien incluso reniega del término ‘desconexión’ y prefiere hablar de ‘reconexión’. Fernando Botella, CEO de Think&Action, cree que apartar completamente de la mente los pensamientos sobre trabajo durante las vacaciones, además de casi imposible, es una mala idea. “Si te gusta tu profesión, no tiene mucho sentido borrar esa vertiente de tu vida por el hecho de estar descansando”. Especialmente, prosigue, porque la supuesta distinción entre el ‘yo’ profesional y el ‘yo’ personal es una falacia. “La persona que acude a la oficina por la mañana y la que va a recoger a sus hijos al colegio por la tarde es la misma”. 

Botella aclara que no se trata de pasarse las vacaciones respondiendo a correos de trabajo, pero sí de aprovechar el cambio de entorno, velocidad y contexto para reflexionar acerca de algunos aspectos laborales a los que las urgencias del día a día impiden atender durante el curso. Y es que, concluye, “un apacible paseo por la playa o contemplar una puesta de sol pueden hacer que surja esa idea creativa y brillante que es muy difícil que se nos ocurra entre reuniones, presiones y conflictos con compañeros, jefes y clientes”.

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