Economía

CIFRAS Y LETRAS

Por qué Barcelona mola cada vez menos y Málaga cada vez más

Las decisiones políticas temerarias en Cataluña han tenido consecuencias económicas adversas. Como que Google dé la espalda a Barcelona. O que La Caixa no piense en su vuelta. Málaga es la gran ganadora

Barcelona
Miembros de CDR queman constituciones, durante una protesta en Barcelona el 6 de diciembre de 2022. Europa Press

Se lo pregunta cada enero la burguesía catalana y lo desean con fervor quienes vienen gobernando la Generalitat desde el 1-O: ¿Cuándo volverá La Caixa a domiciliar su sede social en Barcelona? En octubre de 2017, la entidad financiera más poderosa de Cataluña se llevó sus dos brazos ejecutores -CaixaBank y Fundación la Caixa- a Valencia y Palma de Mallorca. Cinco años y tres meses después, no hay indicio alguno de que el holding que lidera Isidro Fainé vaya a regresar a la urbe que lo vio crecer y expandirse. A la misma ciudad que hoy mira con cierta envidia lo que se cuece en el otro extremo del Mediterráneo: en Málaga.

Barcelona 'mola' cada vez menos y Málaga cada vez más. Lo piensan quienes vienen a invertir su dinero en España y lo reflejan con fidelidad algunas estadísticas. La tendencia favorable a la ciudad andaluza se mantendrá en 2023, puesto que no ha desaparecido ninguno de los dos lastres que frenan a su competidor catalán. El primero es el clima mucho más benigno para invertir que se respira en Málaga; y el segundo, la inestabilidad política que sigue emanando de la Plaza de Sant Jaume, donde está domiciliada la Generalitat.

De entrada, Cataluña no tiene ni Presupuestos para 2023. Es una de las consecuencias de la crisis que destrozó el Govern a principios del pasado octubre, coincidiendo con el quinto aniversario del referéndum ilegal. Paradojas de la vida: un ex alto mando de La Caixa, Jaume Giró, tenía enfiladas las cuentas regionales cuando la militancia de Junts per Catalunya -su propio partido- votó a favor de la ruptura con ERC. Giró era entonces conseller de Economía: un independentista moderado, ex mano derecha de Fainé en las Torres Negras, y promotor de unos Presupuestos expansivos, idóneos para agitar la inversión en el año electoral.

La guerra civil entre las dos facciones soberanistas condujo a la patética situación actual: Pere Aragonés está sudando tinta para alcanzar acuerdos puntuales, con los que desbloquear partidas presupuestarias. Por ahora, sólo ha logrado un sí minúsculo de En Comú Podem. El panorama político huele poco a calma y mucho a turbulencias. No en vano, el último escándalo que ha rodeado al Ejecutivo central de Pedro Sánchez tiene que ver, una vez más, con los deseos de ruptura de Cataluña. Hablamos de la polémica reforma de los delitos de sedición y malversación.

El horizonte está nublado por la incertidumbre. Y lo que demandan los inversores, los más pequeños y -sobre todo- los más grandes, es seguridad jurídica. De ahí que ningún alto directivo de las empresas catalanas del Ibex que huyeron en 2017 piense hoy, ni por asomo, en el retorno a Barcelona de las sedes sociales. Un gesto simbólico que reflejaría la vuelta a la normalidad, tan necesaria para devolver la inversión a los niveles anteriores al bochornoso referéndum. Con el 1-O abandonaron Cataluña una docena de las grandes compañías cotizadas, con Caixa, Naturgy y Banco Sabadell a la cabeza. Ninguna de ellas dará el paso mientras que las aguas sigan revueltas. Y los datos demuestran que no lo están.

Llama la atención que, cinco años después, continúe el goteo de empresas que se fugan de Cataluña. Desde el referéndum ilegal se han instalado en otros lares casi 5.000 sociedades. La tendencia, obviamente, se ha atenuado con el paso del tiempo. Pero en el balance siguen pesando más las salidas que las entradas.

Según el último recuento del Colegio de Registradores, el tercer trimestre de 2022 se saldó con la marcha de 59 empresas. Ninguna otra comunidad autónoma perdió más. En el primer semestre, la inercia fue idéntica, con un saldo negativo de 81 sociedades. Paralelamente, Madrid siguió pescando en la marejada. En el tercer trimestre, fue la comunidad autónoma con el mayor saldo positivo (81 empresas).

El desánimo con Cataluña y la otrora deseada Ciudad Condal no sólo se palpa entre los inversores. También se siente a pie de calle. Son significativos los resultados del informe 'Paraula de Barcelona', publicado en noviembre por la plataforma Osoigo Next, junto a la Asociación Construïm Barcelona. En él participaron 20.000 barceloneses, para dejar constancia de lo que está bien y de lo que dista mucho de estarlo. Ahí van varios botones de muestra.

Los puntos débiles de Barcelona

El 71% de los encuestados creen que Barcelona "es menos atractiva que antes para atraer empresas o inversiones de futuro". Lo piensan, sobre todo, los residentes con edades comprendidas entre 46 y 60 años (en concreto, el 75%; o sea tres de cada cuatro). Si el imán barcelonés ha perdido poder de atracción se debe, según los ciudadanos, a problemas como la inseguridad o el mal estado de las infraestructuras.

El 82% de los residentes en Barcelona consideran que su ciudad es cada vez más insegura. Sólo el 15% de los ciudadanos no ha notado ningún cambio. Paralelamente, el 91% piensa que deben mejorarse las infraestructuras de transporte. Y el 64% de ellos, cree que deberían mejorar "de manera urgente". Un último dato, quizás el más paradigmático de todos: el 79% de los ciudadanos está convencido de que "los políticos no van a poder resolver los problemas y retos de la ciudad".

Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), en Málaga.EP

El empuje político ha sido, precisamente, el factor que más ha contribuido a propiciar el 'boom' inversor en Málaga. Tras el despegue de la ciudad andaluza, carne hoy de reportajes lisonjeros en prensa y material de estudio en escuelas de negocios, está la constancia de un alcalde veterano, Francisco de la Torre. Su gran acierto fue sentar las bases para una estrecha colaboración entre las administraciones, las empresas y la universidad. El ayuntamiento sembró el terreno en la década de los 90 y fue abonándolo con distintas ventajas -menos regulación, más ayudas al emprendimiento-. Ahora, recoge los frutos en forma de inversiones.

Mientras que el clima político ensombrecía Barcelona, multinacionales como Google, Telefónica o Vodafone iban anunciando proyectos millonarios en Málaga. Este mismo año, si no hay contratiempos, Google inaugurará su Centro de Excelencia en Ciberseguridad. Vodafone pondrá en marcha en la misma ciudad su Centro Europeo de Excelencia de I+D+i. Y Telefónica abrirá un campus de programación. En Málaga también se instalará Citigroup y ya están presentes consultoras punteras como Accenture.

Málaga brilla por méritos propios. Y por los deméritos de Barcelona, considerada desde que arrancó este siglo como el principal polo de atracción de inversión tecnológica en España, y uno de los más atractivos de Europa. Las decisiones políticas temerarias en Cataluña han tenido consecuencias económicas adversas. Como que Google dé la espalda a Barcelona. O que La Caixa no piense por ahora en su vuelta.