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Economía

La salida de Alierta borra el último vestigio de la vieja Telefónica

Pallete y Alierta mantuvieron en su día un pulso por el control del operador. La salida de Alierta de la Fundación, amistosa y en paz, pone fin a una era

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica (izqda.), junto a su predecesor, César Alierta.

César Alierta ha dejado la presidencia de la Fundación Telefónica, puesto en el que será reemplazado por José María Álvarez-Pallete, presidente actual del operador, quien se da la circunstancia que fue precisamente quien sustituyó a Alierta al pescante de la compañía allá por abril de 2016.

Se rompe con esta noticia el último vínculo que unía a César Alierta con el operador de telecomunicaciones. Con él al frente -que no por ello fuera culpa suya- Telefónica comenzó un declive marcado por la llegada de compañías más ágiles, rápidas y tecnológicas que movieron los cimientos del sector. Ya no bastaba con las llamadas de teléfono. Los cables escondían cosas que Telefónica desconocía. Las telecos perdieron el control sobre sus redes con la llegada de Internet. Compañías alumbradas en garajes del país del dólar comenzaron a hacer negocio a los pechos de sus infraestructuras de comunicaciones, pero sin pagar un euro por ello.

Una situación a la que no se supo enfrentar César Alierta. Se recuerda especialmente una pataleta contra Google, marcada por su genio aragonés, en la que le exigió públicamente al buscador norteamericano el pago de un canon por utilizar sus redes. No es que su petición fuera cosa injusta, es que las formas no acabaron de encajar en un directivo de su talla. Alierta se convirtió tras su etapa al frente del operador en el presidente de la Fundación Telefónica. Una presidencia marcada por el delicado momento de salud por el que pasó hace dos años, y del que logró salir adelante.

Alierta ha sido un quebradero de cabeza para José María Álvarez-Pallete. El aragonés no encajó bien a su sustituto. Joven, runner, abierto y con cuenta en Twitter.

Pallete cogió la compañía con 52.000 millones de deuda. Hoy el operador ha reducido a la mitad sus compromisos financieros

Ya lejos de Distrito T, Alierta movió sillas a través de sus amigos en la teleco para desestabilizar al primer ejecutivo de un operador al que había dejado con 52.000 millones de euros de deuda. Hoy Pallete ha reducido los compromisos financieros a la mitad -a costa de vender los muebles y reducir el perímetro de la compañía, todo hay que decirlo-, y es esa, quizá, su gran victoria. No se puede decir lo mismo del comportamiento de la acción, que ha estado meses moviéndose en mínimos históricos, entre los tres y cuatro euros.

Alierta, Pallete y sus parejas de baile

Telefónica borraba ayer las huellas de la antigua Telefónica, la de la época en que apenas había competencia, aquella en la que tenía total libertad para marcar los precios y no había low cost. Alierta no tuvo que bailar durante los 16 años que se mantuvo al frente del operador con una pareja tan complicada como la que Pallete tiene ahora de la cintura. En los últimos años la influencia de César Alierta en el operador era prácticamente testimonial, pero su salida es toda una declaración de intenciones. Mirad al horizonte. La vida continúa.

Los estepicursores, esos arbustos que ruedan por los desiertos, van cargados de semillas y no dejan de moverse hasta que se han desprendido al completo de la simiente. Telefónica asegura en un comunicado que Alierta deja el cargo por petición propia. Además, seguirá siendo patrono de la Fundación Telefónica y de la Fundación educativa ProFuturo. Quienes estuvieron cerca de él en la jornada de ayer cuentan que estaba muy lúcido y en paz. Contento de trabajar para Proniño, el programa de Telefónica para erradicar el trabajo infantil en Latinoamérica que tanto gusta al Papa Francisco.

Prácticamente todo lo que tenía que sembrar ha sido sembrado, aunque aún guarde alguna semilla para causas benéficas. Pallete ha manejado la situación con la mayor elegancia posible y tratando de que el ruido de sables fuera mínimo. La nueva Telefónica, vamos.

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