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Economía

Las economías del este de Europa evitan la desaceleración de las grandes potencias

Caída del Muro de Berlín

Las economías de Europa del Este, que en los años de recuperación iban al ralentí de grandes potencias como Alemania y Francia, se han convertido ahora en las que tiran del Viejo Continente y exhiben datos robustos de crecimiento, empleo, deuda pública sobre PIB y capacidad de financiación.

Tanto es así, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado dos previsiones de crecimiento distintas: una para la Eurozona, cuyo PIB aumentará un 1,3% este año, según sus estimaciones, y otra para los países de Europa del Este, que avanzarán un 1,8%. Cuando se cumplen treinta años de la caída del muro de Berlín, son precisamente las economías que se encontraban en el bloque oriental las que lucen mejores cifras.

La Comisión Europea recoge en su Informe de Otoño que la Unión Europea crecerá un 1,4% este año, en 2020 y 2021. Se encuentran por debajo de esa media grandes economías como Alemania (0,4% en 2019, 1% en 2020 y 1% en 2021), Francia (1,3%, 1,3% y 1,2%) o Italia (0,1%, 0,4% y 0,7%), mientras que los países del Este crecerán mucho más.

Es el caso de Bulgaria (3,6%, 3% y 2,9%), República Checa (2,5%, 2,2% y 2,1%), Croacia (2,5%, 2,2% y 2,1%), Hungría (4,6%, 2,8% y 2,8%), Polonia (4,1%, 3,3% y 3,3%) y Rumanía (4,1%, 3,6% y 3,3%), que superarán con creces los avances del PIB de las primeras potencias de Europa.

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Estos países pueden presumir también de tener o rondar el pleno empleo, con tasas de paro que a cierre de este año serán del 2,1% en Croacia (la menor de toda Europa), del 3,4% en Hungría, el 3,5% en Polonia, 3,9% en Rumanía, 4,4% en Bulgaria o 6,9% en Croacia; frente a tasas del 13,9% en España, el 10% en Italia, el 8,5% en Francia, 6,3% en Portugal, 5,5% en Bélgica y 3,2% en Alemania.

Además, su ínfimo nivel de paro no les impedirá seguir creando puestos de trabajo, ya que Bruselas estima que el empleo crecerá un 0,6% en 2020 en República Checa, un 1,1% en Croacia, un 0,2% en Hungría y un 0,1% en Rumanía. Solo en Polonia pronostica que el empleo caiga un -0,1%.

España, con una tasa de paro cercana al 14%, aumentará un 1% en 2020 el número de puestos de trabajo, lo mismo que crecerán en Croacia, donde el paro es del 6,9%.

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Inflación contenida y cuentas saneadas

A favor está también que estas economías crecen a más ritmo que el resto y crean empleo cuando tienen tasas de paro muy reducidas, pero además lo hacen manteniendo contenida la inflación, sin que se disparen los precios por el auge del consumo y los salarios.

Según pronostica la CE, su inflación crecerá este año un poco por encima del 2% (el objetivo que el Banco Central Europeo se ha marcado como saludable) en Bulgaria (2,4% en 2019 y 1,6% en 2020), República Checa (2,6% en 2019 y 2,3% en 2020) y Polonia (2,2% y 2,6%). Subirá un poco más en Hungría, donde será del 3,4% este año y del 3,1% el próximo; mientras que será más reducida en Croacia (0,9% y 1,4%).

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Sus cuentas además se encuentran mucho más saneadas que las de algunos países de la Eurozona, y lo mismo ocurre con sus niveles de endeudamiento, que son mucho más saludables que los de la Eurozona. Muchos países tienen incluso superávit fiscal, es decir, ingresan más de lo que gastan, a diferencia de España, donde el déficit cerrará el año en el -2,3% del PIB, lo que supone un agujero de 27.600 millones de euros.

Bulgaria tiene un superávit del 1,1% del PIB; República Checa, del 0,2%; y Croacia, del 0,1%. Las que tienen déficit, por su parte, tienen menos que España: Hungría tiene un déficit público del -1,8% del PIB y Polonia del -1%. La excepción es Rumanía, con un déficit del -3,6% que además Europa prevé que siga aumentando en los próximos ejercicios.

Niveles de deuda saludables

Con respecto a la deuda pública, mientras en algunas potencias roza el 100% del PIb o incluso lo supera (Grecia, 175%; Italia, 136%; Portugal 119%; Bélgica, 99,5%; España, 96,7%; Francia, 98,9%), en los países de Europa del Este el crecimiento no se ha conseguido a base de deuda.

En Bulgaria es del 21,1% del PIB, en República Checa, del 31,5%; en Polonia, del 47,4%; y en Rumania, del 35,5%. Es algo más elevada en Croacia (71,2%) y Hungría (68,2%), pero sigue siendo inferior a la de muchos países de Europa occidental.

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Los economistas del banco holandés ING consideran que parte del buen comportamiento económico de estos países en contraste con la desaceleración de los países del oeste de Europa se debe a su diversificación sectorial y a que no son tan dependientes de la industria, aunque advierten de que el frenazo en Alemania podría afectarles en los próximos años.

Su crecimiento basado en la demanda interna también les beneficia, ya que no están tan expuestos a la debilidad del comercio internacional y las exportaciones.

La otra cara de la moneda: la desigualdad

La parte negativa de algunos de estos países, como ocurre en la mayoría de economías emergentes, es que su crecimiento no es totalmente inclusivo ni abarca a todos los segmentos de la población, por lo que sus tasas de desigualdad son más altas, en general, que las de Europa occidental.

Según los datos de Eurostat, a cierre de 2018, los países con más desigualdad son Serbia, Bulgaria, Rumania, Lituania y Letonia. Aunque otras economías del Este como Croacia, Hungría y Polonia tienen mejores puntuaciones en disigualdad que otros como Italia, España, Grecia, Portugal y Alemania.

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