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El nuevo dardo a Rafa Benítez se lo lanza Marcelo: la penúltima gota de un vaso que está a punto de rebosar

Marcelo y Benítez, coincidiendo en una rueda de prensa.

Un nuevo nombre se ha unido a la ya larga hilera de críticos hacia la gestión de Benítez dentro del vestuario del Real Madrid. El brasileño Marcelo, intocable para el entrenador blanco en una demarcación especialmente sensible, no se ha tomado con demasiada filosofía el no estar entre los citados para el choque frente al Getafe. Y ha optado por hacer público su descontento.

El carioca, nada más darse a conocer la lista de convocados para el duelo sabatino, colgó un mensaje en Twitter en el que aseguraba encontrarse "totalmente recuperado y disponible", contrariamente a la opinión de quienes le habían excluído del partido.

Esta polémica recuerda en ciertas trazas a la de James, a quien Benítez, a pesar de tener el OK de los galenos, no termina de ver a tono para ser indiscutible. El madrileño es muy exigente con el apartado físico de sus hombres y, como se ha demostrado, no duda en prescindir de quien considera fuera de ritmo.

No han sido estos los únicos roces en el vestuario del técnico madridista esta temporada. Su relación con Cristiano Ronaldo no es ni mucho menos fluida y ha ido deteriorándose paulatinamente desde que Benítez titubease a principios del curso a la hora de señalar al luso como el mejor futbolista al que había entrenado.

El malagueño Isco es otro de los descontentos con la gestión del ex del Nápoles. El andaluz no tolera demasiado bien el minucioso trabajo que el entrenador aplica sobre él. Clases tácticas infinitas durante los entrenamientos o al término de los mismos con detalles que el mediapunta y varios compañeros consideran tan básicos que resultan insultantes.

El lateral Danilo es otro de los hombres que se han visto agobiados por la meticulosidad de la pizarra blanca, que pretende una automatización de movimientos en la cancha que los jugadores merengues consideran obsesiva.

A todo ello hay que sumarle el encontronazo con un Ramos que se ha sentido excesivamente señalado en alguno de los tropiezos del Real Madrid y las asperezas con un Benzema cuyas sempiternas sustituciones costaron a Benítez otro incendio allá por el mes de octubre.

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