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Caitlin Clark, la estrella de Iowa que ha revolucionado el baloncesto femenino y aspira a reinar en la WNBA

La flamante número 1 del Draft, seleccionada por Indiana Fever para construir un proyecto ganador en torno a su talento, es la última revolución en el deporte profesional americano

La jugadora de baloncesto Caitlin Clark en un partido con la Universidad de Iowa.

La WNBA es una competición maravillosa. Vibrante, cargada de talento y en constante regeneración. Caitlin Clark es el perfecto ejemplo de ello. Han pasado 27 años desde que Los Angeles Sparks y New York Liberty disputaron el primer partido en la historia de la competición en aquel lejano 21 de junio de 1997. La canasta de Penny Toler abrió el camino a una liga que ha ido creciendo de forma exponencial en sus casi tres décadas de vida.

El cuatrienio triunfal de las Houston Comets de Cynthia Cooper, Sheryl Swoopes y Tina Thompson; las Sparks de Lisa Leslie y luego de Candace Parker; Detroit Shock con Deanna Nolan y Cheryl Ford; la era Taurasi en Phoenix Mercury; los cuatro anillos de Minnesota Lynx con Maya Moore; las dos etapas triunfales de Seattle Storm bajo el liderazgo de Sue Bird (primero con Lauren Jackson y después con Breanna Stewart) y la última dinastía de Las Vegas Aces con A'ja Wilson y Kelsey Plum.

La WNBA siempre ha tenido estrellas, jugadoras franquicias que revalorizaban el producto. Faltaba el marketing y el universo digital para terminar de darle alas. Todos los factores se han congraciado en la figura de Caitlin Clark, point guard de las Iowa Hawkeyes.

Nacida en Des Moines, una ciudad del estado de Iowa con apenas 215.000 personas, Clark estuvo predestinada a la grandeza desde sus primeros años de vida. Aficionada al deporte en la más tierna infancia, Caitlin creció en una familia que siempre apoyó sus anhelos de esplendor en una cancha de baloncesto.

Estudiante de secundaria en el Dowling Catholic High School de su Des Moines natal, Caitlin Clark fue nombrada la cuarta mejor jugadora de su generación por ESPN. Siguiendo la senda estatal, Clark aceptó una beca en la Universidad de Iowa, donde jugó durante cuatro temporadas bajo el escudo de las Hawkeyes.

En su primer año, Clark lideró la NCAA con 26,6 puntos de media y un 40,6% en triples, pero Iowa se quedó lejos de la gloria baloncestística. La temporada siguiente, se superó a sí misma, logrando ser la jugadora con más puntos y asistencias de toda la primera división universitaria. Un logro que le valió un hueco en el mejor quinteto del año.

Fue en la tercera temporada cuando llevó a Iowa a la Final Four de la NCAA femenina. Una hazaña tremenda, pues desde su puesta en escena en 1974, el programa universitario de Iowa solo había pisado una F4 en toda su historia, en el año 1993. Lejos de la grandeza y el poderío de equipos como UCONN, South Carolina, Notre Dame o Luisiana.

Pese a sus 27,8 puntos de media a lo largo de la temporada 2022/2023, Clark no pudo evitar la derrota en la gran final ante Luisiana por un holgado 102-85. Nombrada jugadora del año en 2023 y 2024, Caitlin Clark puso todo encima de la mesa para darle una última bala de plata a Iowa en la gran final de la NCAA. Pero tampoco pudo ser, el poderío de South Carolina, quien firmó una inmaculada temporada de 37-0, finiquitó el sueño universitario de Clark con un 87-75.

El fenómeno Caitlin Clark

A veces no solo los títulos ponen en valor el legado de una persona, y en la carrera de Clark con Iowa ha quedado más que demostrado. Ha roto récords que llevan medio siglo activos, como el de máxima anotadora en la historia del baloncesto universitario, tanto masculino como femenino. Lo hizo superando la marca de 3.667 puntos del legendario Pete Maravich en LSU. Anteriormente, había hecho suyo el récord femenino que poseía Kelsey Plum, base de Las Vegas Aces y actual bicampeona de la WNBA.

Audiencias televisivas, venta de merchandising y entradas, el fenómeno desbocado que ha provocado Caitlin Clark no tiene parangón en el baloncesto femenino. Ha superado las expectativas generadas por otros proyectos ahora convertidos en estrellas como Sabrina Ionescu, Breanna Stewart o A'ja Wilson.

El Draft de este año congregó delante del televisor a 2,45 millones de espectadores, superando con creces la elección de Diana Taurasi en 2004, que juntó a 600.000 personas y era la primera en la lista hasta la semana pasada. Solo había pasado una hora desde que Indiana Fever la eligió en el primer puesto cuando se agotaron al completo todas sus camisetas en las tallas XS, M, L XL y XXL.

Ha firmado un contrato por cuatro temporadas, siendo la última opcional. El montante final será de 338.056 dólares, ganando el primer año apenas 76.535 dólares. Una nimiedad en comparación con los 12 millones que va a cobrar en su año rookie el número 1 del draft masculino, Victor Wembanyama.

Indiana Fever pasará de tener un partido en la televisión nacional en todo el 2023 a 36 en 2024, fruto del fenómeno Clark. Así mismo, las Fever han vendido un alto porcentaje de las entradas para todos los encuentros como local, mientras que de visitante se disparan los precios por ver el debut de la rookie más especial en los últimos años.

El reto es mayúsculo. Indiana lleva sin ganar el anillo desde 2012, fecha de su único entorchado. Con los mastodónticos proyectos de Aces y Liberty pugnando por la supremacía baloncestística en los Estados Unidos, está por ver hasta dónde podrá llevar Caitlin Clark a las Indiana Fever. Espectáculo habrá seguro, y eso expandirá la WNBA a todos los rincones del planeta, otorgándole el lugar que merece tan maravillosa competición. El primer asalto, la madrugada del 14 al 15 de mayo ante Connecticut Sun.

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