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Los Spurs, de principal alternativa a la gran decepción: ¿por qué han fracasado?

Duncan, afligido.

Para los San Antonio Spurs fue imposible recuperarse de dos golpes consecutivos y un tercero tan simple que ya parecían derrotados, tal vez desde antes de comenzar el partido. Los Oklahoma City Thunder eliminaron en seis partidos a los Spurs, con un 113-99 en el marcador que ni siquiera refleja el poderoso dominio que tuvieron los locales en una noche redonda del Chesapeake Energy Arena.

Los Thunder cada vez resultaban más fuertes y por momentos los Spurs parecían inofensivos por completo de no ser por Tim Duncan (19 puntos), que sacó fuerzas de flaqueza quién sabe si en su particular canto del cisne. Sirva un dato: San Antonio sólo anotó 31 puntos en la primera mitad, la menor cantidad de toda la temporada en esos 24 minutos iniciales.

Fueron víctimas de sus propios errores y de la falta de velocidad, aunada a contundencia, a la que tanto temía el entrenador Gregg Popovich, quien señaló antes del juego que había que jugar sin errores. Al llegar el descanso, los Spurs contabilizaban más pérdidas de balón (6) que asistencias (5) y las jugadas en contraataque los tuvieron contra la pared desde el inicio.

En general, los tejanos encestaron el 43 por ciento de sus tiros en el partido, pero las entregas de balón al rival de la primera mitad y el déficit ya crónico bajo del tablero frente a unos poderosos Thunder en la pintura (tremenda serie del dúo Kanter-Adams) hicieron cada vez más difícil su situación.

“Tuvimos una de esas malas noches... uno de esos cuartos de pesadilla en el peor momento -dijo Duncan en referencia al segundo periodo, en el que Oklahoma City se destapó con un 30-12 y ya nunca dejó de mandar-. Siempre damos crédito a nuestros oponentes y obviamente ellos supieron priorizar los ajustes y aprovechar lo que nosotros dejamos de hacer”.

Los Spurs se convirtieron en apenas el segundo equipo de la historia que gana al menos 65 partidos (67 en su caso) y luego queda eliminado antes de llegar siquiera a las Finales de Conferencia. Durant y Westbrook hicieron trizas un equipo derrumbado mentalmente, quizá agotado, en el punto clave de la temporada.

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