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Bienestar

En la búsqueda de los calzoncillos saludables: ¿Slip o bóxer? ¿Holgados o apretados?

No siempre lo estético coincide con lo práctico, y en no tantas ocasiones, lo estético también coincide con lo saludable. En este caso, un mal calzoncillo no solo compromete la comodidad, sino incluso la salud reproductiva o la propia posición testicular

En la búsqueda de los calzoncillos saludables: ¿Slíp o bóxer? ¿Holgados o apretados?

Elegir calzoncillos puede parecer una cuestión baladí en la que, sobre todo, prima lo estético a lo saludable, como suele acontecer con la mayor parte de nuestros estilismos. En esta ocasión, la batalla entre slíp y bóxer no es nueva en lo que a moda se refiere, pero se ha dejado de lado en términos saludables.

La batalla se dirime así en una cuestión de longitud o presión genital, a la que también se suma el tipo de tejido -todo cuenta-, que nos sirva para no comprometer la calidad espermática y reproductiva, pero también incluso para combatir ciertas lesiones testiculares.

Encontramos así, en función del tipo de calzoncillos utilizado, problemas que pueden tener que ver con la fertilidad masculina como una menor calidad del semen o una menor concentración de espermatozoides, pero no son los únicos. También podemos hablar de ciertos compromisos que tengan que ver con ciertos problemas inflamatorios del testículo. Es el caso de la epididimitis o de la orquitis, además de la conocida torsión testicular.

A ello hay que sumar otra incógnita, la de las molestias perianales, las infecciones o la excesiva sudoración, particularmente en verano, debido a las fricciones que los tejidos pueden tener en la zona cero del hombre. Por todos estos motivos, buscar un calzoncillo cómodo y saludable no es tan fácil como podría parecer, aunque hay forma de hacerlo.

En la búsqueda de los calzoncillos perfectos

La misión de los calzoncillos no ha cambiado sobremanera con la Historia, pero sí ha evolucionado en sus formas y materiales. Existen pruebas de que ya en la tumba del faraón egipcio Tutankamón se encontró al monarca con una especie de pañal de lino, el cual tenía la función de calzoncillo. Después lo utilizarían los romanos y así seguiría manteniéndose su uso a lo largo de los siglos, no popularizándose hasta el siglo XIX.

Cambia el tamaño, cambian los materiales, pero en esencia no cambia su tarea: proteger y sujetar los testículos y bolsa escrotal del hombre, aislándolos así de agresiones externas y procurando una mayor comodidad al portador. Sin embargo, hemos dejado de prestar atención a su funcionalidad y hemos primado su apariencia, cometiendo así un error que puede suponer ciertos problemas de salud.

Por eso, vamos a analizar tejidos, tamaños y presiones para comprobar cómo son los calzoncillos perfectos.

El tejido: innegociable

Podemos dilucidar sobre gustos o comodidades en cuanto a largura de pata o a nivel de presión que el calzoncillo hace, pero hay una cosa clara que no admite discusión: mejor tejidos naturales. Por este motivo, los profesionales de la salud urológica recomiendan el uso de aquellos que sean 100% algodón.

Comodidad y mayor capacidad de transpiración es lo que se persigue así, apuntan desde Efesalus. Nos despedimos así de los historicistas y ásperos calzones de lana y descubrimos un material más fresco, más suave y con una capacidad de ajuste bastante amplia.

En el otro lado, lana aparte, encontramos a las microfibras sintéticas. Poliéster, nylon o licra forman así parte de una 'nueva' ola de tejidos que aportan bastantes ventajas. Son cómodos, ajustables y también son fáciles de lavar y de secar, pero en su propia virtud está su penitencia: al ajustarse mucho, comprometen la temperatura testicular por acercarla demasiada al cuerpo y su carácter sintético a veces limita la transpiración.

Una cuestión de presión

Con el ajuste hemos topado, gran caballo de batalla de los calzoncillos modernos. Comodidad, salud y estética se pelean así por ver quién tiene razón. Por un lado, podríamos pensar que la ropa interior ajustada está cargada de ventajas porque permite controlar mejor la bolsa escrotal, impidiendo su movilidad y recogiéndola más -lo cual es cierto-, minimizando el incómodo efecto campana que puede producirse con otras prendas demasiado abiertas u holgadas.

Sin embargo, una excesiva presión escrotal tiene sus inconvenientes en lo que a salud se refiere. Principalmente porque privamos al escroto y a la disposición de los testículos de su ventaja natural: la distancia respecto al cuerpo. La función de la bolsa escrotal es mantener los genitales masculinos ligeramente apartados del resto del cuerpo, permitiendo así reducir su temperatura en uno o dos grados, lo que redunda en la calidad espermática y del semen. De hecho, hay numerosos estudios que avalan que los hombres que utilizan calzoncillos más amplios son más fértiles y tienen una mejor calidad seminal.

Así, recurrir a calzoncillos slíp o bóxer-slíp, aumenta la temperatura de los testículos y pone en un aprieto a los 'soldaditos' del hombre, que pierden movilidad y calidad debida a la hipertermia testicular, una causa reversible de la baja calidad seminal si la atajamos a tiempo.

A ello hay que sumar que ese nivel de ajuste también puede suponer un aumento de la sudoración y también de la fricción en determinadas zonas, sobre todo en la parte perianal, por lo que hombres que padezcan cierto tipo de molestias como fístulas, hemorroides o fisuras, deberían limitar el uso de ropa interior demasiado ajustada.

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Los calzoncillos demasiado ceñidos aumentan la temperatura testicular, así que no son los mejores compañeros de la salud reproductiva del hombre. ©Gtres.

En este caso, los ganadores de la batalla calzoncillera serían los bóxers habituales, de pernera larga y cierta amplitud, puesto que permiten la caída natural de la bolsa escrotal, asegurando esa temperatura externa que demandan para mantener una buena calidad del semen. El problema radica en que las modas lo han denostado en cierta medida, siendo la ropa muy ajustada una mala enemiga estéticamente de los bóxers demasiado anchos. En cualquier caso, no es necesario que el bóxer masculino sea desmesuradamente holgado.

El tamaño importa (pero poco)

Cuando elijamos un bóxer no hace falta que las perneras superen con creces la longitud del muslo. Sencillamente, un calzoncillo que llegue a mitad del muslo será más que suficiente para cumplir con su cometido, por lo que podemos desterrar los que sean excesivamente largos.

Ensalzadas así las virtudes del bóxer frente al slíp, no debemos dejar de mencionar excepciones en las que algunos hombres deben apostar por ropa interior más ceñida, también por motivos de salud. Así aparecen, por ejemplo, los famosos suspensorios, en clara decadencia, pero cuyo uso médico está recomendado en ciertos supuestos. Cómoda, pero ajustada y que en ningún caso suponga la 'estrangulación' de los genitales.

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Es recomendable apostar por calzoncillos de tejidos naturales como el algodón, que transpiran más, y que no sean excesivamente ajustados. ©Gtres.

Es el caso de patologías que tengan que ver con dolores testiculares como la epididimitis o la orquitis, que son inflamaciones en la estructura tubular del testículo o dentro de él. En esta situación, para limitar el dolor del cordón testicular, se recomienda ropa interior más ajustada. Mismo caso que ocurre cuando hombre padece otro tipo de inflamaciones testiculares por diferentes acumulaciones de líquido como el espermatocele (semen), hematocele (sangre) o hidrocele (otros líquidos) o la inflamación de las venas genitales (varicocele).

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