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The Writing Revolution (TWR): la estrategia educativa de los años 50 que funciona en nuestra época

Escribir no es solo transmitir ideas, como muchos piensan, sino también una forma de tenerlas

Portada del libro clave sobre esta estrategia educativa

El “alumno aventajado y preferido” de la dañada escuela es la lectura. Prueba de ello son sus planes de fomento, la preocupación por su práctica y su consideración habitual como herramienta principal de aprendizaje. Aunque por estar dañada, hay mucho margen de mejora en la comprensión lectora, como nos muestran los datos de la prueba de lectura de PISA.

Eso no quita que los “patitos feos" que han sufrido bullying por parte del sistema educativo, sean la memorización y la escritura. La memorización está denostada por muchos por ser considerada innecesaria para aprender, cuando en realidad no hay verdadero aprendizaje sin ella.

Y la escritura es de segunda categoría para muchos, porque se la considera única y exclusivamente como una manera de comunicar ideas. Cuando no es solo una manera de transmitir, sino también una forma de tenerlas. Gregorio Luri nos da luz sobre lo dicho, y nos cambia la perspectiva. Ya que además de alertarnos, nos trae una nueva y buena innovación que ha nacido en USA: The Writing Revolution (TWR).

¿Cuál es el origen de esta metodología?

Todo comenzó en una escuela de Staten Island de New York que padecía fracaso escolar, como tantas otras. Un día de claustro los profesores detectaron que uno de los males de sus alumnos era que no sabían razonar y decidieron buscar un método que les sirviera para enseñar a pensar. Después de mucho indagar, encontraron un método adecuado, creado en una escuela de monjas católicas en los años 50 del siglo pasado, consistía en pensar gracias a la escritura. La escuela estadounidense reelaboró y actualizó el sistema, poniendo en marcha el método en su colegio, además de impartir cursos de su muestra en práctica y escribir un libro, como se explica en su web.

El filósofo, pedagogo y escritor Gregorio Luri nos muestra entusiasmado habitualmente en sus conferencias, el gran descubrimiento de TWR y nos cuenta que para aprender a redactar no basta con leer mucho y bien, hay que practicar la escritura. Cuando nos enfrentamos al folio en blanco, a escribir “nuestra ideas”, éstas se aclaran y definen. Porque escribir no es solo transmitir ideas, como muchos piensan, sino también una forma de tenerlas. La escritura además es una manera de poner a prueba nuestros pensamientos. La idea fundamental de este método consiste en poner negro sobre blanco nuestros pensamientos, como manera de confrontar ideas. Porque cuando escribimos razonamos.

¿En qué consiste el método?

El método TWR parte de la elaboración de oraciones, que son la base de todo lo escrito. Para su redacción utilizamos conectores, que son palabras clave que nos sirven para unir ideas. Partiendo de éstas pasamos a los párrafos y después a textos. Las dos fases más importantes de este proceso de escritura son, la planificación y la revisión. Este método para escribir, en el fondo, es una manera de clarificar ideas y de estudiar cualquier materia, que se complementa con la lectura.

La gramática se enseña mejor en el contexto de la escritura del estudiante, no como algo aislado

En un artículo titulado “La necesidad de una instrucción explícita para enseñar a los estudiantes a escribir bien”, de Judith C. Hochman y Natalie Wexler, autoras del libro The Writing Revolution, dicen: “La suposición ha sido que si los estudiantes leen lo suficiente, simplemente aprenderán a escribir a través de una especie de ósmosis. Pero escribir es lo más difícil que les pedimos a los estudiantes que hagan, y la evidencia es clara de que muy pocos estudiantes se convierten en buenos escritores solos. Muchos estudiantes, incluso en el nivel universitario, tienen dificultades para construir una oración coherente, y mucho menos un ensayo fluido y coherente”. Esta idea que parece evidente, no lo es para muchos profesores de todos los niveles educativos. En el mismo artículo, más adelante, refuerza este pensamiento cuando dice: “Así como los buenos lectores no son necesariamente buenos escritores, los estudiantes que pueden hablar de manera coherente aún pueden escribir de manera incoherente”. La conclusión es clara: hay que aprender a redactar.

El método no consiste sólo y exclusivamente en enseñar a redactar, ya que va más allá. Permite aprender cualquier materia, ya que cuando escribimos reelaboramos las ideas que estamos asimilando y las consolidamos al hacerlas propias con nuestra personal escritura. Pero sobre todo es una manera de pensar, ya que en las incongruencias de nuestra redacción estamos depurando y generando nuevas ideas. El método puede servir para resolver problemas de matemáticas, para razonar en filosofía o para entender conceptos de cualquier materia. También como manera de asimilar otra lengua, alcanzando una profunda inmersión, además del aprendizaje que nos pueda prestar un estancia en el extranjero.

Los principios de la revolución de la escritura

Judith C. Hochman y Natalie Wexler nos hablan en su artículo de los principios en los que se basa el método. Los estudiantes necesitan instrucción explícita en escritura, comenzando en los primeros cursos de primaria. Las oraciones son los bloques o piezas para la construcción de toda escritura.

En los países que implementan en el contenido curricular de su sistema educativo la instrucción de escritura, consiguen una poderosa herramienta de aprendizaje. Dicho con palabras de las autoras: “…cuando los estudiantes escriben sobre el contenido que están estudiando, aprenden a sintetizar información y producir sus propias interpretaciones. Ese proceso les ayuda a absorber y retener la sustancia de lo que están escribiendo y el vocabulario que lo acompaña”.

La metodología de TWR es muy pedagógica y escalonada, de tal manera que sigue el orden establecido y esto impulsa el rigor de las actividades de escritura. La gramática se enseña mejor en el contexto de la escritura del estudiante, no como algo aislado, como hacen muchas escuelas. Pero lo fundamental de TWR es llevar a cabo, en cualquier elaboración de un textos, dos fases muy importantes en el proceso de escritura que son la planificación y la revisión. Quizá merezca la pena darle una vuelta a este método para aumentar nuestra cultura y la capacidad crítica de nuestro pensamiento. 

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