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Cultura

‘Veneradas y temidas’. De Eva a María, de Deméter a Medusa

CaixaForum Madrid, en colaboración con el British Museum, analiza el poder femenino en el arte y las creencias

veneradas y temidas
Máscara de baile de la ogresa hindú Taraka (India). Exposición 'Veneradas y temidas'.

Languidecen los días, la noche se apodera de la luz y el frío gana terreno al sol. Los griegos explicaban el cambio de estación por la rabia y duelo de Deméter, después de que Hades, dios del inframundo, raptara a su hija Perséfone. La ira hacía que cada invierno Deméter se negara a que prosperara cualquier forma de vida hasta que Perséfone volviera a la tierra. Deméter, una de las doce divinidades principales de la antigua Grecia, era diosa de la agricultura y la abundancia, reinaba sobre la  vida, la muerte y la regeneración. Nuestros bisabuelos, los griegos, temían y adoraban el poder de Demeter, como sus herederos romanos lo hacían con la sensualidad de Venus. Nuestros padres católicos pecaban a Eva por ser tentación pero veneraban casi a la altura de Jesús a María, otorgándole la condición de madre de Dios. Las culturas humanas mostraban sus valores imaginando a sus diosas como madres bondadosas o crueles asesinas. En Veneradas y temidas, CaixaForum Madrid, en colaboración con el British Museum ,analiza el poder femenino en el arte y las creencias.

Mucho antes de las andanzas de los héroes griegos o del dios judío, hace 6.000 años, en el sur del actual Irak, los sumerios representaban a la diosa Inanna como guerrera a la vez que como la encarnación del deseo sexual. Después, en la misma zona, babilonios y asirios la bautizaron como Ishtar y su culto se extendió por Oriente Medio y Mediterraneo. Esta figura tenía la particularidad de ser representada como masculina y femenina a la vez, un aspecto que veremos repetido en varias culturas en las que determinades deidades superaban a condición del género, un elemento que sigue despertando un interesante debate académico sobre el significado de dichas representaciones, según explicó a Vozpópuli la comisaria de la exposición y responsable del contenido internacional del British Museum, Belinda Crerar.

Tampoco es claro el significado de las tallas medievales con vulvas prominentes que adornaban iglesias y espacios públicos en el norte de Europa. Las teorías van desde una advertencia contra la lujuria a símbolos de fertilidad. Las piezas de la muestra recorren conocidos mitos griegos o cristianos, máscaras de baile de Taraka, de Bengala Occidental, a una representación de Oshún diosa de la fertilidad en la cultura yoruba de Nigeria, con el fin de crear un diálogo entre culturas separadas por milenios, océanos y desiertos.

En la presentación de la exposición, la comisaria destacó distintas narrativas tradicionales como la ogresa Taraka de la mitología hindú, en las que figuras femeninas se convertían en un elemento peligroso para la sociedad. La transgresión del rol domestico, tradicionalmente asignado, las convertía en brujas o demonios. Un monstruo social que era derrotado por un hombre que era idolatrado por poner freno a dicha perversión.

Sin embargo, estos personajes femeninos suelen ser auténticas víctimas como en el famoso caso de Medusa, según el mito romano, una chica corriente que fue violada por Neptuno, en el templo de la diosa Minerva. Esta última pagó su enfado con Medusa por dicha profanación de su espacio sagradó y conviertió a la mujer violada en un monstruo, condenado a convertir eternamente en piedra a las personas que la miran. No hace falta buscar mucho subtexto en el mito para comprobar el profundo machismo en las culturas clásicas. Sin embargo, la rabia y resistencia que todos asociamos en este personaje mitológico ha sido recuperado receintemente por el feminismo y convertido en bandera en muchas manifestaciones, como recordó Crerar durante la presentación con la prensa.

Escultura de una Venus romana.

Guerreras crueles y madres compasivas

La muestra reflexiona sobre otros estereotipos del poder femenino y la feminidad, el de la mujer como emblema de justicia y autoridad moral. En una sala presidida por una estatua de la diosa Sekhmet, con forma de leona, relacionada con la guerra, la aniquilación y la enfermedad, al mismo tiempo que con la protección. El visitante rodeará el gran bloque de piedra egipcio observando como estos atributos destructivos al tiempo que protectores se repitieron en culturas como la hindú en la que Kali, la diosa de la destrucción, era también honrada como la Madre Suprema.

El último de los espacios será el más familiar para el público occidental con distintas representaciones de virgen María, en iconos ortodoxos, o una imagen durante los primeor años de la conquista española en México. Madre de Dios y figura de la compasión en la que un budista también podrá apreciar los rasgos de Guanyin, un ser que, como comentamos al comienzo, ha trascendido los mundanos atributos de los hombres, no tiene género y puede adoptar cualquier forma que desee para salvar a los hombres.

En este diálogo continuo entre pueblos que nunca se conocieron, también hay espacio para  obras de arte contemporáneas de Marina Abramović, Ana Mendieta y Niki de Saint Phalle, entre otras.

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