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‘Tina’: un musical volcánico como la reina del rock & roll

Arranca en el Teatro Coliseum (Madrid) la segunda temporada de una obra desbordante, que destaca por el alto voltaje de su reparto

Una escena del musical de Tina Turner

Hay una escena clave en este musical donde Tina Turner se emociona en el camerino de la sala Ritz (Nueva York) porque empieza a intuir su resurrección artística y comercial. Su equipo sabe que en cualquier momento pueden llamar a la puerta Mick Jagger, Keith Richards y David Bowie para entrar a celebrar el reurgir de la cantante. En realidad, entra su hermana para darle una mala noticia familiar, que contrasta con la hazaña de haber escalado una montaña que sus competidores varones suben sin tantas dificultades. ¿Es exagerado describir a Tina Turner como la reina del rock and roll? Si comparamos este musical con la reciente película de Baz Luhrmann sobre Elvis Presley lo más probable es que veamos grandezas equiparables.

¿La mejor escena? Me quedaría con el aterrizaje de Tina en Londres para enfrentarse a su proceso de reciclaje pop, comandado por el dúo tecnopop Heaven 17. Acostumbrada a las calientes y engrasadas bandas de música sureña, Turner no comprende el poder minimalista de ordenadores y teclados, resistiendo duramente la oferta de reinventarse. Los dos jóvenes músicos que quieren ayudarla tiemblan de devoción hacia ella, que rechaza casi todas sus sugerencias, agobiada sin duda por demasiados años de sumisión a su marido, que la maltrataba de manera sistemática y la terminó arruinando (a pesar de que ella era el principal motivo por el que el público compraba las entradas). Pocas historias de empoderamiento pueden compararse con la de Tina Turner, tanto por las dificultades que superó como por su capacidad de no bajar nunca los brazos (excepto el día que se tomó cincuenta pastillas tranquilizantes porque no aguantaba los abusos de Ike, su despótico esposo).

Todo funciona en este espectáculo, desde la escenografía sencilla y sofisticada hasta un reparto alto voltaje. Destaca precisamente Rone Reinoso en la piel de Ike Turner, tanto por su voz robusta como por la capacidad para encarnar los demonios internos del personaje. También está pletórica Astrid Jones, que desborda la intensidad y energía que exige el personaje principal, convincente en las escenas de matiz emocional y convincente en un final explosivo donde se enlazan tres grandes himnos de Turner. El resto de los personaje destacan por ponerse siempre al servicio de la obra, dando credibilidad a los momentos clave de una vida llena de altibajos emocionales. Brilla incluso la pequeña Julia Sibdu en su interpretación energética de la Tina Turner infantil.

Tina Turner redivida

Es sencillo comprender a los detractores de los musicales: la necesidad de complacer a públicos muy amplios, no especialmente exigentes, ha derivado demasiadas veces en productos blandos, insípidos y santurrones. Tina es la perfecta prueba de que esta dificultad puede superarse: el libreto no esconde ninguno de los conflictos sucios que marcaron su vida, incluyendo la adicción de su marido a la cocaína, los tríos y las palizas familiares. Tampoco se esconden sus deprimentes relaciones familiares, que son de una amargura extrema. Se explica todo de manera clara, sin caer en el regodeo ni la sordidez. Otro asunto magistralmente tratado es el racismo, ilustrado con ejemplos cotidianos, que marcan la suerte y el carácter de los personajes, especialmente de los más problemáticos.

Debemos destacar la admirable regularidad de la obra: ninguna escena flojea y los 240 minutos pasan volando

La única pega que se me ocurre a la función es la de haber traducido las letras del repertorio de Tina al castellano: en principio, tiene sentido, ya que ayuda aa seguir la trama a los espectadores no angloparlantes, pero en realidad gran parte de los asistentes se saben de sobra el contenido, además de que el nivel de inglés en España sube cada día (para los que no lo tengan, quizá la solución sean unos subtítulos). Aparte de esta pega muy menor, hay que destacar la admirable regularidad de la obra: ninguna escena flojea y los 240 minutos pasan volando. El público sale feliz habiendo escuchado más de veinte canciones del pletórico cancionero de Turner.

La función del martes fue especial porque se exhibieron en la entrada cuatro de los mayores premios recibidos por Turner: el Grammy a toda su carrera, por su himno “What’s Love Got To do With It”, un American Music Award y un premio de la MTV, emblemática cadena de televisión musical ochentera y noventera. Ofició de maestra de la exhibición de estatuillas Keri Sankoh, actriz protagonista titular, que descansaba esa noche. Quien quiera recuperar el gusto por los musicales, tiene una garantía absoluta en esta segunda temporada de Tina, que brilla por su libreto, sus canciones y por un plantel a la altura de un icono de la música popular del siglo XX.

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