Cultura

La polémica de 'El 47': ¿cine social o propaganda del PSC?

La exitosa película, recomendada por Pedro Sánchez, tiene una agenda política que prefiere esconder

  • El 47

Resulta casi imposible no emocionarse en muchas escenas de El 47, la cinta que narra cómo los chárnegos construyeron el barrio de Torre Baró (Barcelona) en los años setenta con todo en contra. El ayuntamiento de Barcelona les ninguneaba y la policía les hostigaba, pero nunca se rindieron hasta lograr construir un entorno digno. La cinta fue ganadora de los recientes premios Gaudí, que distinguen lo mejor del cine catalán, y además tienen muchas papeletas para triunfar en los inminentes Goya. Sin embargo, días después de disfrutarla, una sensación de incomodidad empaña la experiencia. ¿Por qué hay algunas piezas que no encajan?

El primer descoloque llega por la música. Resulta extraño que nunca suenen los éxitos preferidos de los inmigrantes extremeños, castellanos y andaluces que construyeron con sus manos la Cataluña moderna. El director, Marcel Barrena, explica en alguna entrevista que trató de conseguir los derechos de algún himno de Juanito Valderrama pero que no fue posible. De manera sorprendente, no le repreguntan por qué no lo intentó con otros artistas similares como Manolo Escobar, Antonio Molina, Manolo Caracol, Lola Flores y Antonio Mairena, ya que alguno seguro que lo hubiera puesto fácil. ¿Es representativo de ese grupo social un protagonista en cuya casa se escucha todos los días "Gallo rojo, gallo negro" del cantautor anarquista hiperpolitizado Chicho Sánchez Ferlosio?

La película que encanta a socialistas y separatistas

Especialmente reveladora es la entrevista que le hace Ramón Vendrell en el Periódico de Catalunya. Cómo a muchos espectadores, le extraña el hecho de que se esconda el dato de que Manolo Vital, el conductor de autobuses que articula la trama, era miembro de Comisiones Obreras y del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). La respuesta de Barrena es muy clara: "En la película Manolo dice más o menos 'si construimos cada uno su casa esto no va a funcionar, si construimos una casa entre todos entonces sí'; hay un diálogo en el que se declara 'un rojo que se casó con una monja'; se señala que la Falange mató a su padre; y con 'Gallo rojo, gallo negro' acaba la película. No creo que haya que ser Sherlock Holmes para ver qué ideología tiene el personaje. No puede ser más poco sutil la metáfora de 'Gallo rojo, gallo negro'. ¿Qué es lo que se echa de menos, entonces? ¿Un plano corto de un carnet? Porque la ideología está", explica.

Sánchez, Pujol, Colau, Turull y Artur Mas se han interesado por la película

Estamos ante una explicación inequívoca, casi obscena, de cómo funciona la manipulación política en el cine progresista español. Se trata de colar tu mensaje sin que sea muy explícito, ya que eso suele poner al público en guardia. Barrena cuenta una historia de charnegos y la circunscribe al periodo franquista, para señalar que la discriminación de los emigrantes españoles es culpa exclusiva de la dictadura. No menciona las exitosas políticas sociales y de vivienda de Falange, pero sobre todo escoge ocultar el clasismo miltante del independentismo hacia los charnegos tras la llegada de la democracia (hoy les siguen menospreciando al llamarles "nyordos", "colonos", "mesetarios" y lindezas similares). Solo una minoría de separatistas exaltados han cargado contra la película: entre ellos, Josep Lluís Alay, jefe de la oficina de Carles Puigdemont. "Toda la fauna racista española anticatalana excitada. Cómo nos cambian el mundo… y todavía los aplaudimos", señaló Alay en su cuenta de X. Pero ha sido la excepció que confirma la regla.

 En favor del director hay que destacar la honestidad de reconocer que hace cine ideológico, militante, hostil contra la derecha. El tipo de películas que pedía Ernest Urtasun cuando tomó posesión como Ministro de Cultura de Sánchez. El alcalde Jaume Collboni asistió al estreno, Pedro Sánchez y Begoña Gómez recibieron al equipo de la película en Moncloa y todos los medios progresistas se han volcado con la cinta.  "Ada Colau también estaba en el estreno, y en Madrid hicimos un pase al que vinieron Mónica García y Yolanda Díaz. El otro día recibí una carta Jordi Pujol. Sé que la ha visto Artur Mas. Y hoy tengo un pase con Jordi Turull y miembros del Parlament. Yo al gallo negro no tengo nada que decirle, pero con el gallo rojo podemos ir a cenar, a merendar, a todo lo que quieran", confiesa Barrena. Su película, en cada detalle, está pensada para complacer al progresismo y al separatismo, además de rechazar a la derecha (y, más grave, presentar con negativa cualquier cosa que venga de España).

La línea entre el arte y la propaganda no es muy fina en esta cinta, como no suele serlo en el cine español. Normal que los políticos 'progres' anden tan entusiasmados (hablamos de esa izquierda, casi toda, que se considera más afín al independentismo que al unionismo). La película se deja ver por cómo refleja el sentimiento de comunidad necesario para construir y defender Torré Baró, pero aparte de documentar eso se queda en un publirreportaje del progresismo catalán, siempre sumiso a la burguesía separatista. Actualmente la cinta puede verse en Movistar+.

 

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