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Cultura

'Yo, Capitán': la épica cruda de las pateras que puede ganar un Oscar

Matteo Garrone, León de Plata a la mejor dirección en Venecia y representante de Italia en los Oscar, visita el Festival de San Sebastián

Fotograma de 'Yo, capitán', de Matteo Garrone

Matteo Garrone ancló su mirada cinematográfica en la realidad con la película Gomorra (2008), basada en la novela homónima de Roberto Saviano, en la que el autor narró algunas historias reales de los clanes de la Camorra, la mafia napolitana. Si bien en aquella ocasión optó por la violencia como herramienta, ahora se sitúa en el polo opuesto para abordar una historia dramática con un trasfondo real y un contexto violento con una película que forma parte de la programación de la sección Perlas del Festival de San Sebastián.

Yo, capitán, con la que Matteo Garrone fue galardonado con el León de Plata en la pasada edición de elegida recientemente para presentar a Italia en los Oscar, se presenta como un cuento clásico, una reinterpretación incluso de la Odisea o un relato de aventuras al más puro estilo Verne, con el que narra el viaje que dos primos de unos 16 años realizan desde su pueblo natal, en Senegal, a Europa, donde esperan vivir sus sueños adolescentes, y las vicisitudes que sufren por el camino. Es una película sobre la inmigración que, no obstante, convierte en una historia de pérdida de inocencia, un relato de iniciación en la realidad más cruda imaginable.

"La idea de la película nace de los testimonios reales de las personas que han vivido de primera mano estas aventuras, porque de hecho ellos mismos se refieren a este viaje así. Yo mismo he visto en sus cuentos esa pureza, ese candor, y de ahí que nos puede recordar otra película mía, Pinocho, con ese anhelo de llegar a la isla de los juegos", ha señalado el director en un encuentro con medios, entre ellos Vozpópuli.

"Podemos usar la palabra épica con toda la razón porque son los únicos portadores de una épica contemporánea. Es el viaje del héroe que alcanza su meta, que consigue sus sueños" Matteo Garrone, cineasta

Matteo Garrone explica que "todo el guion estriba en historias reales" y que "todos los protagonistas, incluso los extras, han vivido personalmente esta experiencia". "Podemos hablar de un viaje épico, podemos usar la palabra épica con toda la razón porque son los únicos portadores de una épica contemporánea. Es el viaje del héroe que alcanza su meta, que consigue sus sueños", ha enfatizado el cineasta sobre estas historias.

El director de Yo, capitán defiende el uso de la violencia como herramienta para abordar sus personajes, y "no como una función en sí misma". En este caso, según cuenta, ha elegido contar la violencia a través de los ojos de uno de estos jóvenes protagonistas, una violencia que, a diferencia de otros de sus proyectos -a la ya citada Gomorra (2008) se suma Dogman (2018)- "solo se vislumbra". "No quería especular con ella o utilizarla de forma excesiva. El riesgo habría sido que desentonara con las historias que cuento en el filme", explica el director. Así, recurrir a imágenes duras es para él una manera de "entender las dificultades que están atravesando los personas y contar su condición humana".

Esta es una historia con un desarrollo clásico, pero que está anclada de forma inevitable a la realidad social. Hace apenas dos semanas, Matteo Garrone y algunos de los protagonistas presentaron el filme al Papa Francisco en el Vaticano y tuvieron un encuentro con él. Del mismo modo, según avanza, está previsto proyectar Yo, capitán en el Parlamento Europeo. ¿Y ante el Gobierno italiano y su presidenta, Giorgia Meloni? "El problema no es solamente italiano sino que tiene una envergadura mucho más amplia, porque atañe a una injusticia que existía hace años y seguirá existiendo durante mucho tiempo", responde el cineasta italiano.

"Para poner coto a la trata de seres humanos, para socavar el poder de estas redes, lo primero que hay que hacer es ordenar los canales legales del viaje, otorgar visados con más facilidad" Matteo Garrone, cineasta

"En realidad, la película habla de asuntos como la violación de los derechos humanos, basta con pensar que estos chicos tienen que poner en riesgo su vida para desplazarse y perseguir sus sueños, mientras que en otras partes del mundo pueden moverse libremente. Es una reflexión urgente que hay que operar. Para poner coto a la trata de seres humanos, para socavar el poder de estas redes, lo primero que hay que hacer es ordenar los canales legales del viaje, otorgar visados con más facilidad para que los desplazamientos puedan darse de manera más ágil y libre", ha argumentado el director, que afirma no haber hecho una tesis, sino "un cuento de viajes".

Matteo Garrone: de Jean Vigo al corazón

La mirada de los personajes está ligada al lugar donde los escogió. Según cuenta Matteo Garrone, intentó hacer un casting en Europa, pero comprobó que tenían una "mirada distinta" y también "una manera de percibir" diferente a la de aquellos que nunca han salido de su país. Por ello, en el casting que hicieron en Senegal escogieron a dos actores que, al igual que los personajes que después interpretaron, tampoco habían salido. "Ellos también tenían ese deseo de llegar a Italia y yo nunca les facilité el guion, por lo que desconocían el desenlace, la tensión y adónde les iba a llevar la historia. Así conseguimos que su interpretación fuera más rica", cuenta.

Matteo Garrone ha reconocido que aunque Fellini ha sido siempre uno de sus cineastas predilectos, en este viaje y transición de la infancia a la edad adulta que vive el protagonista de la historia, en el que los sueños juegan un papel importante como recurso estilístico, en una licencia de realismo mágico del director, y que pretende ser algo más que "un mero road movie por África", ha pesado más el cine de Jean Vigo.

"He intentado hacer también una trabajo de resta y eliminar todo lo superfluo, para que la película pudiese llegar al corazón de los espectadores. No sé si he conseguido no caer en este narcisismo estilístico" Matteo Garrone, cineasta

En todo caso, en Yo, capitán parece necesario un equilibrio entre la mirada auroral del director y un material basado en las experiencias reales de migrantes, incluso a pesar de que resulte "muy difícil ser invisible", como ha reconocido el cineasta.

"Intenté ponerme al servicio de estas personas, contar sus historias, y lo he hecho a través de mi experiencia, de mi mirada, pero no quería hacer un mero ejercicio de estilo. Quería que el espectador viviera la experiencia del viaje directamente y que el trabajo como director, de director de fotografía y el director de vestuario quedara entre bastidores. He intentado hacer también una trabajo de resta y eliminar todo lo superfluo, para que la película pudiese llegar al corazón de los espectadores. No sé si he conseguido no caer en este narcisismo estilístico. Yo lo he intentado por lo menos", concluye.

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