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Cultura

Fernando Gómez: “La línea que separa al loco del cuerdo es muy fina y es fácil cruzarla”

'Viaje al centro de los manicomios' nos introduce en el sombrío mundo de los hospitales psiquiátricos para relatar la historia de la locura

Fernando Gómez lleva desde 2018 inspeccionando los lugares más oscuros, aquellos a los que evitamos acudir o si lo hacemos es por necesidad: los cementerios y las cárceles. En su última novela nos introduce en el sombrío mundo de los manicomios. 

A través de una historia epistolar, el escritor nos muestra lugares terroríficos como el "Hospital de los inocentes" en Valencia o "Villa Azzurra" en Turín. Sin entrar en el morbo que pueden causar estos escenarios, ‘Viaje al centro de los manicomios’ nos relata cómo se ha tratado a lo largo de la historia los asuntos relacionados con la salud mental. 

En Vozpópuli nos adentramos en “el mundo de los locos” para entender por qué socialmente sigue siendo un tema tabú hablar de los hospitales psiquiátricos. 

Pregunta: Tras escribir sobre los cementerios y las cárceles, ¿cómo surge la idea de los manicomios?

Respuesta: La realidad es que no estaba concebido como una saga. El libro de los cementerios ‘La vuelta al mundo en 80 cementerios’ nació como un homenaje a Julio Verne. Cuando salió a la venta funcionó muy bien y vi que los personajes eran muy interesantes y que podían dar más juego.

Con el segundo libro ‘El mundo a través de sus cárceles’ descubrí una cosa fundamental, que hay algo tan malo como la muerte: la pérdida de libertad. Vi que ese era un camino para seguir, que la muerte no es el final sino que hay cosas tan malas o incluso peores. Y fue así como nació el libro sobre cárceles. Esta novela salió a la venta durante la pandemia, y en ese periodo de tiempo me doy cuenta de que la pérdida de la razón está a la misma escala que la pérdida de la libertad y la pérdida de la vida. Sorprendido por el hallazgo, no pude evitar embarcarme en un nuevo itinerario, en esta ocasión de manicomio en manicomio.

A mi parecer estos tres libros son una trilogía oscura del dolor.

P: ¿Cómo haces ese trabajo previo de documentación? Porque el libro está repleto de datos históricos.

R: Creo que lo principal tiene que ver con la edad, que hace que hayas leído muchísimos libros y que se te hayan quedado datos y referencias. A mi la literatura siempre me ha encantado. He leído muchísimo y muchos de los recursos literarios nacen de esa base.

Por otro lado, es cierto que en este libro he necesitado de ayuda de expertos. Hay algunas cuestiones médicas que tenía que contarlas de una manera sencilla, para que cualquier lector pueda entenderlo, por lo que me reuní con una serie de profesionales dentro de ese campo y también personas que habían sufrido depresión o algunas de las enfermedades que trato en el libro. Estas charlas me llevaron a la alarmante reflexión de lo fina que es la línea que separa al loco del cuerdo y lo fácil que es cruzarla.

El libro está ambientado en pleno confinamiento y por eso también el tema de que el protagonista reciba cartas. Como curiosidad, tuve que hablar con Correos para que me confirmaran que durante ese periodo se podían mandar y recibir cartas. No quería que hubiera ese fallo de narrativa.

P: ¿Cómo planeas el viaje a estos lugares? ¿Te resulta difícil acceder a ellos?

R: Muchos de los sitios que aparecen en el libro los he visitado, pero hay otros que me habría gustado añadir pero ya no existen. Al final, necesitaba una serie de manicomios con los que pudieran hacer como un caleidoscopio de la historia de la locura. Desde cuándo se empiezan a tratar este tipo de enfermedades, cómo empiezan a recogerse a los enfermos dentro de hospitales hasta los tipos de tratamientos que existían.

P: ¿Cuál ha sido el más impactante de todos los que has visitado?

R: Sin duda con el que cierro el libro, el manicomio de Horta. El motivo fundamental es que estaba a mil metros de mi casa natal. Algunas noches escuchabas un silbato y veía correr a una persona, que era un paciente que se había escapado. Tras el o la fugada corrían dos o tres empleados con una camisa. Esa imagen se me quedó grabada.

Además, los fines de semana permitían que se pudiera ver cine en el manicomio. Por lo que gente de fuera íbamos a la sala principal y al otro lado estaban los pacientes. Como ya dice el dicho: nuestro país es nuestra infancia, y la mía fue esa.

P: Al inicio dices que no quieres que este libro sea ni un tratado tonto sobre la locura ni un sesudo estudio arquitectónico sobre los manicomios, ¿cuál era tu finalidad con esta novela?

R: Mi finalidad era contar la historia de la locura de una manera cómoda y en base a esas personas, ya fueran importantes o no, que la sufrieron como Van Gogh o Rosemary Kennedy. Pero, sin duda, los personajes principales de la novela son las mujeres. Son el colectivo más maltratado dentro de la historia de la locura.

Sin ir más lejos, la palabra histeria proviene de útero. Al principio se pensaba que la histeria solo la podían padecer las mujeres. Esto hizo que muchos hombres aprovecharan la situación para encerrar a sus mujeres en manicomios. Hay muchos casos de este tipo a lo largo de la historia. El ejemplo más flagrante puede ser el de Charles Dickens, que intentó por todos los medios meter a su mujer en un manicomio porque se había enamorado de una mujer más joven.

Mientras el libro iba cogiendo forma tuve la certeza de que lo menos importante era contar la arquitectura de los edificios que encerraban a los dementes, si no que lo realmente importante eran quienes los habitaron y vivencias.

P: Y ahondando un poco más en el libro, relatas que te impresionó mucho la camisa de fuerza que viste en Venecia

R: Cuando uno está en Venecia todo es bonito. Es una especie de Disneylandia de la época de los de los Dogos. Sin embargo cuando rompes esa idea y ves esa isla, L'isola di San Servolo, donde en el Museo del Manicomio hay cerebros en frascos o ves la camisa de fuerza.. cambia el cuento.

La camisa de fuerza me impresionó mucho porque me puse en el lugar de quienes la tenían que llevar. Si ya sufrimos cuando nos ponemos mal un jersey y no encontramos la manga, pues imagínate una persona que no puede hacer ningún movimiento, no puede ni gesticular… Me parece que es brutal.

Hay un caso de una escritora, que hacía cuentos de Shakespeare para niños, que mató a su madre. Después de ese suceso su hermano estuvo toda la vida acompañándola y hay un cuadro donde se les ven caminando a los dos y el hermano lleva una camisa de fuerza. Al parecer siempre tenía que llevar una por si a su hermana le daba un brote.

P: Después de visitar e investigar sobre tantos manicomios, ¿crees que la ficción y los propios libros han hecho que socialmente tengamos una imagen deconstruida de ellos?

R: Todas las cosas se dividen en buenas y malas. Por lo que si coges películas buenas te dan una imagen bastante fiel de lo que es un manicomio. De hecho, al final de cada libro se recomienda una película y una canción que tienen relación con esta temática. Todas estas películas que recomiendo son bastante fieles a la realidad. Por ejemplo, Nido de víboras o corredor sin retorno son muy reales.

El problema es que ha estado siempre tan maltratado el “loco” dentro de la sociedad que lo que se vivía en esos sitios era puro terror. Creo que de esa fina línea nacen a veces esos relatos un poco deconstruidos. En el fondo todo el mundo estamos en esa cuerda fina que nos separa de la locura, nunca sabemos qué cosa nos puede ocurrir en la vida que nos pueda hacer perder la cordura, y creo que eso es lo que realmente nos da más miedo.

P: ¿Un libro que recomiendes?

R: Mi recomendación es ‘La familia de Pascual Duarte’, de Camilo José Cela. Es una novela que nos recuerda con crudeza que nunca podemos elegir nuestro destino, que es la vida la que nos mueve a su antojo.

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