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'El mundo de ayer': los trapos sucios del poder contra el auge de la extrema derecha

Llega a los cines españoles un drama político francés dirigido por Diastème

Léa Drucker en 'El mundo de ayer'
ADSO FIlms

La resaca de los resultados electorales en Francia el pasado domingo aún continúa y se suceden los artículos sobre la lectura triunfalista o de derrota de Emmanuel Macron y su victoria por más de 15 puntos ante la candidata del Agrupación Nacional, Marine Le Pen, así como los recordatorios sobre las elecciones legislativas del mes de junio. Durante este tiempo, el país galo ha sido el espejo ante el que se ha mirado Europa y sus comicios han servido como termómetro para predecir qué ocurrirá en el resto del territorio europeo, conocer quién vota a quién y comprobar si la amenaza de la llegada de la extrema derecha era real.

El cineasta francés Diasteme (Sangre francesa, Juillet Août, Le bruit des gens autour) ha encontrado terreno fértil en este campo y ha presentado hace pocas semanas la película El mundo de ayer, un drama político que se estrena este viernes en los cines españoles y que fantasea con las batallas internas de la cúpula de poder, los trapos sucios y las artimañas para conseguir beneficios o, simplemente, fines aparentemente nobles. En este caso, impedir por todos los medios lo que un candidato de ultraderecha llegue al poder.

"Si Francia cae, toda Europa lo hará y todos los diques se romperán", afirma uno de los protagonistas de este filme

En El mundo de ayer, la protagonista es Elisabeth de Raincy, presidenta de Francia, que descubre el escándalo por el que su sucesor podría ser apartado de la carrera al Elíseo si es descubierto, lo que podría dar opciones al candidato de extrema derecha. "Si Francia cae, toda Europa lo hará y todos los diques se romperán", señala el secretario de Estado. La presidenta del país y su equipo tendrán apenas tres días para impedir por todos los medios un resultado electoral que perjudique sus intereses y los de todo el país.

Lo más interesante de la película es ver la relación que se establece entre la presidenta y sus asesores, siempre en un ambiente teatral aunque con grandes dosis de realismo. No en vano, el director y guionista de este filme trabajó con los famosos periodistas de investigación y expertos políticos Fabrice Lhomme y Gérard Davet, ambos reporteros políticos de Le Monde, para indagar acerca de los motivos del ascenso de la ultraderecha en Francia. El resultado es un thriller que trabaja contra reloj que busca una moraleja y que huye de juegos políticos. "Aunque el tono en sí no es realista, quería que todo lo relacionado con la jerarquía, las relaciones laborales entre los personajes y el lenguaje utilizado en la residencia presidencial fuera auténtico. Y para ello necesitaba la ayuda de los expertos", cuenta el director.

Otro de los aciertos del filme es mostrar la cara más humana de la presidenta ficticia, a quien interpreta Léa Drucker (que destacó en la película Custodia compartida), con sus dudas, sus debilidades, su cobardía, su impotencia o su desprecio. Aunque la acción se desarrolla a lo largo de tres días, son suficientes para intuir la enfermedad que padece y por la que ha decidido dejar el poder, el gran vacío que ha dejado en su relación con su hija adolescente o sus objetivos frustrados. "Empezamos con ideales y terminamos con arrepentimientos. Este tipo de fracaso alimenta la protesta social, el odio, el malestar y el fascismo. Ha sido así desde el principio de los tiempos", sostiene.

Lo cierto es que, ahora que Pedro Sanchez anunciado una serie documental sobre el día a día del presidente de España, es difícil imaginar más realismo que esta ficción, a pesar del tono de thriller o de la inspiración en el teatro isabelino. Uno puede intuir que lo que le muestran se acerca más a la realidad de lo que la realidad mostrada de forma deliberada ofrece y eso, aunque hablemos de un thriller del montón -aunque entretenido- ya es mucho.

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  • S
    Sin_Perdon

    Creo que el gran problema en Europa es que la prensa en su conjunto ha comprado ese discurso de que todo lo rupturista del sistema establecido es "ultraderecha".
    Cuando era joven el concepto "ultraderecha" estaba claro: skinheads, nostálgicos de Franco, neonazis, violencia, sectarismo,... en definitiva, gropúsculos de inadaptados que no asumían el respeto por las ideas de los demás.
    Hoy vemos que, incluso un medio que no es de izquierdas como este, se permite llamar "ultraderecha", "extrema derecha" o directamente "fascismo" a las propuestas que nos dicen que Europa va camino del desastre, que la UE es un trampantojo construido para que unas élites que nadie ha elegido nos manejen a su antojo, imponiendo políticas que nadie ha votado y marcando una clara línea ideológica, social y económica que nos está destruyendo como sociedad cohesionada.
    Pero oigan, nada, sigan, abracemos la Agenda 2030, la OTAN y las imposiciones del globalismo, sin duda que nos va a ir de muerte. Sí, de muerte.
    Mientras, colaboremos con esas élites usando términos peyorativos para quienes simplemente son unos patriotas que se rebelan contra la destrucción de naciones con cientos de años de historia y con unas sociedades construidas bajo las claves del Derecho Romano y el Humanismo Cristiano, algo que los "nuevos europeos" no han conocido en miles de años. Vamos nosotros a enseñarles ahora, seguro.

    • V
      Vibla

      Magnífico comentario.