Quantcast

Cultura

'El año de España en el mundo': 30 años de la fiesta de 1992 y la resaca del 1993

El historiador Julio Sanz López analiza uno de los años con mayor impacto internacional para España

barcelona 1992
El príncipe Felipe abandera la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

El máximo dirigente de la URSS, Mijaíl Gorbachov​, que estuvo de visita oficial en España en 1990, se mostraba muy escéptico sobre el avance de las obras para la Expo y los Juegos Olímpicos de 1992. La impresión del líder soviético fue bastante compartida con otros líderes mundiales que dudaban que España fuera a llegar a tiempo y que finalmente quedaron sorprendidos por la espléndida factura final de ambos eventeos. “Aquel gigantesco HOLA humano de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona fue la gran confirmación del regreso al escenario internacional de la remozada España”, señala el doctor en historia Julio Sanz López que ha analizado el célebre 1992 en su obra 1992. El año de España en el mundo.

El historiador califica aquellos fastuosos meses como una fiesta, y por tanto un exceso en el que España se dejó ver en el mundo, sorprendió a todos por el resultado final de la celebración y recuperó vínculos con América Latina.  En una entrevista para Vozpópuli analiza asuntos como el papel del nacionalismo catalán o la lucha contra el terrorismo de una España cuyo principal objetivo era mostrarse al mundo como un país moderno. Para el autor, los Juegos del 92 se celebraron en el momento idóneo y beneficiaron enormemente al país, hoy, no serían tan buen negocio.


Pregunta. ¿Cómo país fue rentable el año 1992?

Respuesta. En mi opinión fue muy rentable debido al contexto en el que se encontraba el país. Es decir, había salido hace pocos años de una dictadura y estaba dando muchos pasos a nivel internacional, con la Comunidad Europea, con la OTAN, etc. Además vivía un proceso de cambio interno. Aunque fue muy costoso y fue mucha inversión y mucho riesgo, fue muy rentable para el país en términos de imagen, pero también en términos de infraestructuras, etc. Si hubiéramos cambiado de contexto, 20 años después, me parecería un despropósito de inversión. En ese momento España necesitaba presentar al mundo los cambios que había conseguido. 

P. Compara el 1992 con otra fecha histórica para España, que es con el desastre del 98, como si fuera la otra cara de la moneda. 

R. Sí, salvando las distancias, claro está, una antítesis de aquella cuestión, tanto a nivel internacional como a nivel interno. A nivel internacional, porque el 98 supone la pérdida de poder de España, que durante siglos había sido una gran potencia. Y en el 92 es al contrario, España vuelve a incorporarse a los grandes países, a las grandes potencias occidentales. También a nivel interno, porque el 98 supone una gran crisis de identidad del país, un gran pesimismo de la mayoría de la población; y el 92 ayuda, en parte, a que muchos proyectos salgan adelante. En España hay serios problemas de autoestima nacional, y ese año ayuda al país a demostrarse a sí mismo que es capaz de celebrar no solo un acontecimiento, sino todos a la vez. 

P. Hablando de la propia imagen que tenemos y de la exterior, ¿qué imagen tenía el mundo de España antes del 92? ¿Y cuál era la propia imagen de España? 

R. Antes del 92, la imagen de España está mejorando, sobre todo, desde que se ha acabado la dictadura y que ha empezado a entrar en instituciones internacionales, pero sigue siendo una imagen de atraso, una imagen de falta de capacidad organizativa. La mayoría de los visitantes, que acuden a ver los proyectos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, de la Exposición Universal de Sevilla, estoy hablando de gente como Gorbachov, no dan crédito y creen que España no va a ser capaz de llegar a hacer en tiempo y forma todos estos acontecimientos. Por ejemplo, en toda la documentación de archivo se ve exactamente lo mismo, como en Inglaterra y en muchos otros países piensan que España no va a ser capaz de organizar todo este tipo de eventos. Entonces, la imagen está cambiando desde el final de la Dictadura, pero todavía necesita un empujón más, sobre todo porque tenemos en cuenta que la imagen para todos es importante, pero para España, que vive del turismo, es mucho más importante. 

P. También señala que existía, a nivel organizativo, un temor al pasado, y una obsesión con mostrarse como un país moderno. 

R. Efectivamente, la mayoría de todos estos eventos, sin tener en cuenta, por ejemplo, los Juegos Olímpicos, vienen dados de la fecha histórica, del año 1492. Una conmemoración, lógicamente, debe atender al pasado, hacer una reinterpretación del pasado, pero la mayoría de los dirigentes o responsables españoles tuvieron claro que tanto la cuestión americana como la cuestión de la expulsión de los judíos, e incluso también Al Ándalus, iban a ser temas puntiagudos o peligrosos según qué países o según qué entornos. Por todo ello, decidieron enfocar la conmemoración hacia el futuro. Hay una bonita metáfora que siempre utilizo, en la Exposición Universal de Sevilla se olvida de Colón, de la Niña de la Pinta, de la Santa María, de los descubrimientos... Y se centra en los rayos láseres, en la modernidad, en el cine en tres dimensiones. Es decir, es una conmemoración, pero que los dirigentes españoles siempre quieren enfocar hacia el futuro y sin hacer realmente una valoración completa de los acontecimientos que han dado lugar a esta conmemoración. 

P. Continuamente estamos viendo grandes escándalos en la asignación de grandes torneos, de grandes eventos. En este famoso año 92, ¿debemos sospechar de cómo los consiguió España?

R. No es ni siquiera una sospecha, está todo confirmado. En la mayoría de todos esos eventos internacionales, en los Juegos Olímpicos de Barcelona o en la exposición universal de Sevilla, pasa exactamente lo mismo. Por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de Barcelona se ganan principalmente, además de muchas otras cosas, dado el poder de Juan Antonio Samaranch, que es capaz de irse hasta el embajador de la Unión Soviética porque sabe que allí va a poder mover los hilos, convertirse en presidente y reforzar la candidatura española. Fue directamente una compra de la mayoría de los votos que pertenecen al Comité Olímpico Internacional. Es un club cerrado y aristocrático y la mayoría de los países, no solo España, hacen un mismo tipo de operaciones. Invitan a todos estos personajes aristocráticos, les dan un paseo por la ciudad, les dan los mejores hoteles y les regalan incluso en Barcelona vuelos en helicóptero para ver las obras, tarjetas del propio Corte Inglés sin límite para que disfruten de la ciudad, etc. Incluso me llegaba a contar alguno de los representantes que entrevisté alguna anécdota de algún miembro del COI africano, en la que él decía que únicamente si le conseguían una foto con el Rey Juan Carlos I, él aseguraba el voto a la candidatura de Barcelona. 

En la Expo de Sevilla no tanto, porque no tiene tanto interés o no hay tanta competitividad por la exposición. Pero en los Juegos Olímpicos estamos en un proceso totalmente oscuro y que las sospechas están confirmadas directamente. 

R. ¿Hubo mucho derroche en este año 92?

P. Se trata de un festejo, una fiesta y toda fiesta lleva aparejado un derroche. En mi opinión es muy muy difícil llegar a cuantificar cuántos millones costó todo el proceso del año 92. Primero porque son muchos eventos muy independientes, hay varias instituciones puestas en marcha. La construcción de infraestructuras, en mi opinión, suponen un derroche justificado, lo que decíamos al principio, por el contexto en el que se encuentra España. En otro contexto hubiera sido demasiado dinero y no hubiera sido rentable. Además hay una versión práctica de estos eventos que han dejado mucho más que en otras ocasiones. Por ejemplo, Barcelona logró cambiar, remodelar el urbanismo de la ciudad gracias a estos Juegos Olímpicos. En muchas ocasiones, en Canadá, en otros eventos, han tenido deudas los contribuyentes durante décadas para pagar esos Juegos Olímpicos. En Barcelona o en Sevilla, se aprovechó para hacer una refundación urbana de las ciudades. 

P. ¿Qué papel jugó el nacionalismo catalán? 

R. Fue una lucha muy importante entre el nacionalismo catalán, el gobierno español, incluso el nacionalismo español. Hubo serias discrepancias, principalmente entre el gobierno español y la Generalitat. Y varios personajes, como Pujol de la Generalitat, que es un personaje muy importante, Pasqual Maragall, en el Ayuntamiento de Barcelona, que estaba entre el Gobierno socialista nacional y Pujol en la candidatura. Durante la preparación fueron años de grandes empujones, grandes peleas para organizar estos Juegos Olímpicos. Por ejemplo, la reinauguración del Estadio de Montjuic fue un desastre, pitadas al Rey, banderas nacionalistas catalanas, etc. Fue un tira y afloja entre ambos organismos, hasta que la mayoría de ellos comprendieron que todos podían salir ganando con este tipo de eventos. En mi opinión, hoy en día, no se podría volver a repetir por la situación entre Cataluña y España. 

P. Otro de los temas problemáticos del momento era el terrorismo. ¿Cómo consiguió el Estado evitar un atentado de ETA o incluso de otras bandas más pequeñas como GRAPO o Terra Lliure? 

Lo primero que hay que decir es que no consiguió evitar todo tipo de atentados y que afectaran al 92 como tal. Hubo pequeños ataques, que son importantes también. Por ejemplo, el ataque a una trabajadora en la oficina de la Exposición Universal de Sevilla, que perdió una mano por un paquete de ETA. O la detención del famoso etarra Henri Parot, de camino a Sevilla. Incluso se habla en varias ocasiones de que ETA llegó a intentar poner una carga explosiva en el Palau Sant Jordi durante la celebración de los Juegos Olímpicos. Se evitó, como decíamos, totalmente el gran impacto durante los eventos, aunque no tanto en la previa. Es fundamental la operación que descabeza a ETA justo un mes antes de que empiece la Exposición Universal de Sevilla. Lógicamente, estas detenciones no fueron casuales y la banda terrorista tardó unos meses en volver a reorganizarse.

También fue muy importante la participación policial y de inteligencia internacional. Por ejemplo, Estados Unidos y otros países cedieron personal de seguridad, sobre todo de inteligencia. Para ETA era una de las mayores oportunidades, incluso en los documentos de la banda aparece muchas ocasiones el año 92 como una fecha mágica para ellos, ya que es un momento estelar para poder mostrarse en el plano internacional. 

P. Normalmente nos solemos quedar con la Expo y los Juegos Olímpicos, pero usted le da mucha importancia a las Cumbres Iberoamericanas.

R. Efectivamente, primero porque España ya ha conseguido sus prioridades, que son Europa y la OTAN, en el año 86 ya las ha conseguido, y entonces reubica su dirección en las relaciones internacionales y se centra en América Latina. Las cumbres iberoamericanas en la actualidad han perdido mucho valor, pero en el año 1991 y 1992, las cumbres fundacionales, suponen una total novedad, sobre todo un reforzamiento de los lazos con Iberoamérica. Las cumbres iberoamericanas están asociadas a lo que decíamos, los programas de cooperación internacional, el Instituto Cervantes, la Casa de América, es decir, las relaciones de España con todos estos países se benefician gracias a estas cumbres iberoamericanas. Es una novedad en ese momento en el que el mundo está cambiando por la Guerra Fría. Fue muy importante que todos los líderes de Latinoamérica se reúnan con los líderes españoles y portugueses, en el año 1991 y 1992, además se llevaron a cabo bastantes acuerdos prácticos a partir de esos años. 

P. También menciona que la crisis del 93 se carga la continuidad de los planes.

R. Sí, en mi opinión hay un exceso de optimismo al proyectar los planes para el 92, diciendo que la década de los 90 va a quedar totalmente cambiada gracias a estos proyectos. La crisis económica empieza a recortar algunos de los proyectos y sobre todo en el 93 afecta muy gravemente. Muchos de estos proyectos tardan mucho en arrancar. El 92 fue un gran desarrollo, pero la resaca fue bastante dura, sobre todo por esta crisis económica. 

P. Asegura que el 92 ayudó a reformular la imagen internacional de España ¿Cuáles son las claves? ¿En qué sentido lo hizo? 

R. Es muy difícil hablar de imagen internacional. Hay que distinguir, por ejemplo, entre la prensa internacional, los altos dirigentes o el público en general. Son una suma de estratos en el que en un único año puede cambiar radicalmente la imagen del país. Los análisis a todos los rasgos, es decir, las encuestas a la población en general, la expresión de los líderes internacionales o de los archivos diplomáticos hacen una valoración óptima de los eventos llevados a cabo por España.

También teniendo en cuenta el escepticismo anterior. Como tienen una idea de que España va a fracasar, que todo se realice en tiempo y forma sorprende aún más a la comunidad internacional y refuerza esta imagen española. España es capaz de presentar su nuevo papel ante el mundo. Somos un país homologable a nivel europeo y occidental y España ha regresado al lugar que supuestamente le corresponde en el escalafón internacional. 

P. Esto que siempre hemos escuchado de que fueron las mejores olimpiadas, ¿se mantiene a nivel internacional a día de hoy? 

R. Efectivamente, hay que tener en cuenta siempre el contexto histórico. Son los primeros Juegos Olímpicos en los que se produce una ceremonia de inauguración espectacular y directamente enfocada al mundo de la televisión. Es decir, no tienen en cuenta los espectadores que la van a ver en el Estadio de Montjuic. A nivel deportivo, por ejemplo, para España, es sin lugar a dudas, todavía, el mejor resultado. Barcelona fue capaz de utilizar los Juegos para cambiar su fisionomía y no al revés. La mayoría de las veces, los Juegos o el Comité Olímpico aprovecha estas ciudades para celebrar sus Juegos a costa del contribuyente. En este caso, la reformulación de Barcelona, los resultados deportivos, el Dream Team de Barcelona... todavía se recuerdan. Si uno sigue la bibliografía, los datos de la documentación olímpica, la mayoría de los especialistas siempre señalan a Barcelona como la mejor ocasión de los Juegos Olímpicos de toda la historia.

P. ¿Y para un país como España, en 2023, sería un buen negocio organizar unas Olimpiadas?

R. En mi opinión, se trataría de una operación que no tendría tanto éxito, es decir, podría indicar incluso que podría ser un fracaso, porque España en la actualidad no tiene tanto que mostrar al mundo. No ha sufrido un cambio en las últimas dos décadas, o no ha sufrido tantas novedades ni a nivel interno ni a nivel internacional como para mostrarse al mundo. El 92 era el momento ideal, España se adelantó en el 82 con un Mundial de fútbol que no salió bien ni a nivel organizativo, ni deportivo. Actualmente sería demasiado gasto.

En calidad de afiliado, Vozpópuli obtiene ingresos por las compras que cumplen los requisitos. La inclusión de enlaces no influye en ningún caso en la independencia editorial de este periódico: sus redactores seleccionan y analizan los productos libremente, de acuerdo con su criterio y conocimiento especializado.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.