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Cultura

Pedro Costa: "La política también puede estar en los detalles más íntimos"

Entrevista al cineasta portugués Pedro Costa, que estrena en España 'Vitalina Varela'.

El cineasta portugués Pedro Costa (Lisboa, 1959) es uno de los directores contemporáneos más exquisitos e independientes de la industria cinematográfica, a la que dice no pertenecer ni sentirse vinculado. Sus películas se mueven en un género mixto entre la ficción y el documental, aunque él lo describe como una exploración de sentimientos y situaciones. Con 'Vitalina Varela', película que ha llegado esta semana a los cines españoles, el cineasta fue premiado en el Festival de Locarno y en el Festival de Gijón, además de formar parte de las secciones oficiales de Toronto y Sundance. 

"La política también puede estar en los detalles más íntimos", ha señalado Costa en declaraciones a Vozpópuli durante su visita a España esta semana para presentar, en Madrid y Barcelona, una película en la que en esta ocasión da protagonismo a la mirada femenina, la de Vitalina Varela, que interpreta su propio calvario: el de una mujer caboverdiana que aterriza en Lisboa tres días después del funeral de su marido Joaquim.

Su historia es la de millones de mujeres en el mundo: quienes esperan a sus maridos emigrantes y se enfrentan a una espera larga, a las promesas rotas y a un fracaso inevitable. En el caso de Varela, esta campesina esperó durante toda su vida -más de 25 años- un billete de avión para reunirse con él, y ahora, cuando por fin llega a su casa, descubre su vida secreta, los restos de su relación y un sueño roto.

Costa parte de un "cliché sociológico": el abandono de una mujer, una situación "más que frecuente" y que, a pesar de tratarse de algo "común y banal", le llevó a analizar todas las caras para ver "la verdad que hay en todos los clichés". "Esta historia debe ser la matriz de muchas historias, que al mismo tiempo son sentimentales, políticas, sociológicas e históricas"

Descubrir el universo femenino

En 'Vitalina Varela', Costa capta un barrio pobre con toda la belleza que le permiten sus juegos de luz, en unos constantes claroscuros que evocan irremediablemente las pinturas de Caravaggio, Tintoretto o Rembrandt. Así, en unas imágenes contemplativas, lentas y reflexivas, el director no establece ninguna relación de poder y, sin embargo, trasciende el sentido político. 

"La tristeza, el sufrimiento y la depresión de Vitalina tiene también razones sociales, no son solo psicológicas sin más, sino que hay muchos factores sociales que hacen que Vitalina entristezca y que otras mujeres estén en el mismo caso.  La política también puede estar en los detalles más íntimos y cotidianos, no es necesario hacer una película militante para hablar de la sociedad", ha enfatizado. 

En 2013, Pedro Costa estaba rodando su anterior película ('Caballo dinero') y buscaba un interior de una casa caboverdiana. "Un amigo que vivía en el barrio en el que rodamos me habló de la casa de Vitalina, que pertenecía a un hombre muy misterioso y que pensaba que estaba vacía", relata. Cuando se acercaron, descubrieron que allí vivía una mujer "vestida de negro, en una especie de luto, y fue una aparición muy fulgurante". 

Los inmigrantes son en general hombres, ellos parten primero, y pensé que podía trabajar en una película desde el lugar femenino, desde el fracaso, desde el lado más sufrido de la emigración"

La presencia de Vitalina, que "estaba un poco enclaustrada en un lamento", en una situación "muy intrigante para él y al mismo tiempo muy conmovedora", le hizo darse cuenta de que las películas que estaba haciendo eran muy masculinas. "Los inmigrantes son en general hombres, ellos parten primero, y pensé que podía trabajar en una película desde el lugar femenino, desde el fracaso, desde el lado más sufrido de la inmigración. los matrimonios quebrados, las promesas rotas, el lado más sentimental", cuenta el cineasta portugués. 

Sin embargo, ha admitido que en un principio no fue consciente de estar dando voz a la mujer, porque su "encantamiento" tuvo que ver con su "mirada", con su "presencia" y su "palabra", un "misterio" que se produjo entre el director, Vitalina y una cámara, lo único que interesa al cineasta cuando comienza un proyecto.

Además, ha señalado que sus rodajes pueden alargarse uno o dos años, a diferencia de las cinco semanas que suele durar un rodaje convencional. Asimismo, comenzar un proyecto no es para él garantía de éxito, porque nunca sabe si serán posibles hasta que no pasa un tiempo. "No hay guion, no hay un contrato y no hay un propósito de principio ni de fin. Llega un momento en el que todos entendemos que es posible, pero podría no serlo, o no ser interesante para alguno de los dos", ha dicho.

En este caso, Vitalina "era alguien muy especial y singular, y tenía algo tal vez detrás no solo para contar sino para vengar, una especie de venganza contra una sociedad o una comunidad de hombres. Son muchas generaciones de traiciones de hombres sobre mujeres, así que esta película fue una especie de amplificación de su revuelta o de su ira", agrega el director.

https://youtube.com/watch?v=RQ0dGj2Nv-s

El cine, en "fase prehistórica"

Cuando se le pregunta por la industria cinematográfica, Pedro Costa es claro: "No me interesa este análisis. No estoy lejos, sino contra una industria". Lo que sigue, sin entrar en detalles sobre la deriva de los cines, las plataformas, los festivales o los premios, no es mejor, porque el cineasta considera que "el cine nunca ha pasado de una fase un poco prehistórica, en el sentido de la producción y la organización"

"Es un arte que podría haber sido otra cosa, si se hubiese organizado de una manera menos brutal. Un equipo de cine profesional es un espejo de lo peor que existe en la sociedad: ladrones, esclavos, operarios, todo tipo de ismos -sexismo, fascismo, etc- y especializaciones técnicas absurdas", lamenta.

A su juicio, hay una "mistificación" por la que "solo un ser humano muy educado y puro puede usar una cámara o un micrófono". "Puedes hacer una grandísima película con un móvil, hay ejemplos técnicamente pobres que son magníficos. No trabajamos sin procurar lucro y ganancia, y esto es triste sobre todo en el cine, que debería estar del lado de la humanidad", destaca. 

Y todo esto, en un sector que tiene "más de 150 años", cree que solo empeorará. "Este planeta está un poco arruinado, esta pandemia fue una especie de espejo y acelerador, y lo mal que estamos va a ser mucho peor", presagia Costa.

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