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Cultura

'Cinco lobitos': la difícil tarea de cuidar y ser cuidado

Alauda Ruiz de Azúa dirige un drama familiar que ganó en la pasada edición del Festival de Málaga

A cualquiera le puede sonar esta historia: una mujer de 35 años se convierte en madre primeriza y, tras el nacimiento, recibe en su casa de la capital a sus padres, que le ayudan a ella y su pareja a lidiar con la dura aventura que acaba de comenzar. Este "big bang" le sirve a Alauda Ruiz de Azúa, debutante en el largometraje, para construir un mosaico repleto de situaciones cotidianas de sobra conocidas por la mayoría tanto en la tarea de ser madre como en el descubrimiento que supone ser hija con Cinco lobitos, título de su primer filme.

La película pone el foco con mucho acierto en los baches de la vida y en ese afán por evitar la frustración a toda costa, al tiempo que muestra lo duro que resulta asumir lo inevitable. Su esfuerzo y su acierto han hecho merecedora a esta cineasta vasca del máximo galardón del Festival de Málaga, pero también del elogio de la crítica, que ha visto en su narrativa ecos de algunos de los mejores cineastas japoneses -Ozu o Kore-eda, entre sus favoritos-, artesanos en la búsqueda de las capas y capas que componen esa fuente inagotable de historias que es la familia.

En esta ocasión, el retrato de la maternidad se solapa con el retrato de los mayores, dos relatos en ocasiones independientes que en esta película convergen para mostrar la cruda realidad de la vida. Según ha explicado la directora y autora del guion de Cinco lobitos a Vozpópuli, el "desencadenante" es una maternidad primeriza pero la película "se construye en torno a un ciclo más vital de cambios de roles en la familia".

Hay una narrativa más comercial en la que los dilemas son más claros, como en blanco y negro, con villanos y víctimas, pero en la vida real las líneas son más borrosas", comenta la directora

"Nos hacemos mayores como hijos y eso también implica que nuestros padres se hacen mayores. Para retratar ese ciclo con todo lo que implica era interesante que la protagonista no solo fuera madre sino una hija que se tiene que quedar al cuidado de sus padres", cuenta la directora.

La actriz Laia Costa da vida a Amaia, una mujer que se enfrenta a lo desconocido: la maternidad. Como debutante, se aferra a su compañero para salir adelante hasta que él, tan precario en lo profesional como ella, no tiene más remedio que aceptar un trabajo en otra ciudad. Sola, decide regresar a su casa familiar, en Vizcaya, junto a sus padres, a quienes interpretan Susi Sánchez y Ramón Barea. Entre fotos y posters de adolescencia no solo descubrirá lo que significa ser madre, sino que también comenzará a mirar a sus padres con otros ojos.

"Me gustan las historias de personas imperfectas que toman decisiones sobre las que no están seguros. Hay una narrativa más comercial en la que los dilemas son más claros, como en blanco y negro, con villanos y víctimas, pero en la vida real las líneas son más borrosas a la hora de tomar decisiones", cuenta la directora sobre su ópera prima, que se estrena en los cines españoles este viernes.

Para su primer filme, Ruiz de Azúa recurre al lugar que tanto conoce, Vizcaya, y asienta el hogar familiar y los paisajes de la adolescencia entre Bakio y Mundaka. Uno puede pensar que la frialdad que muestra esta familia y los obstáculos que les impiden mostrar su afecto son propios del "carácter del norte", pero en el recorrido que lleva la película, la directora se ha dado cuenta de que muchos se han identificado con este tipo de familia, tan "contenida en lo afectivo", que cuida del otro pero le cuesta mostrar "cariño".

Cinco lobitos: aprender a querer

Cinco lobitos no solo apela a los afectos y a la comunicación, sino a la necesidad de crear comunidad y reforzar los lazos familiares, algo tan importante como arcaico, aunque no viva su mejor momento. Sobre este asunto, la cineasta pone de relieve que precisamente la familia posee un aspecto "muy particular" que no se da en otras relaciones. "Los vínculos afectivos familiares son muy fuertes, nos marchan mucho. Aunque no sean perfectas, en las relaciones familiares se impone lo afectivo y el cuidado del otro. Si alguien cae enfermo o necesita cariño, eso prima a pesar de todo", sostiene.

Nadie puede tenerlo todo y es parte de la madurez aceptar esto", apunta Ruiz de Azúa

En su retrato de la mujer joven a la que da vida Laia Costa, la directora de Cinco lobitos pone el foco en cuestiones como la pesada mochila con la que carga, llena de frustraciones, ideales y referentes alejados de su propia realidad. "El viaje de Amaia es de madurez y aunque ella quiere pelear por todo, la problemática del día a día se impone. A veces no se puede tener todo. Seguramente nadie puede tenerlo todo y es parte de la madurez aceptar esto", comenta.

También cree esta directora que la maternidad -y la paternidad- es algo que se aprende y que se perfecciona por el camino, al igual que el mismo hecho de ser hijo, como ella misma refleja en su película. Sin embargo, lo cierto es que hay hoy en día más testimonios y relatos que nunca sobre el hecho de tener descendencia. "No creo que esta sea una generación más frágil. Es una experiencia que hasta ahora se había asumido que era así, se habían dado muchas cosas por sentado, y el gran cambio generacional ha sido despertarse y ver la diversidad y complejidad que supone", apunta.

Por otro lado, y sin querer convertirlo en panfleto, lanza un dardo a esa parte de la población tan olvidada y precaria: los autónomos, una realidad que a Ruiz de Azúa le resulta "muy cercana". En este marco laboral, tal y como señala, uno tiene que "aprender a vivir con la incertidumbre" y esto, para "mucha gente", es algo que "condiciona también lo personal y tiene consecuencias en lo íntimo".

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