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Biznaga: “Se vendió 1992 como apertura a la modernidad pero fue un simulacro”

Los rockeros afincados en Madrid publican el 22 de abril su cuarto álbum, 'Bremen no existe'

El grupo Biznaga, que publica 'Bremen no existe' Carmen Morago

Biznaga ya tiene listo su cuarto álbum: Bremen no existe, que supone su debut en Montgrí, el sello independiente creado por el grupo Cala Vento. Se publicará el 22 de abril, aunque ya ha ido esparciendo golosos sencillos de adelanto desde comienzos de año. Se trata de un nuevo manifiesto inflamado en rabia eléctrica que disecciona el tiempo en que vivimos e incita a despertar, otra obra mayor para la banda con base en Madrid pero encabezada por dos malagueños, el vocalista y guitarra Álvaro García y el bajista y letrista Jorge Navarro. Con la connivencia de Pablo Garnelo (guitarra) y Jorge 'Milky' Ballarín (batería), ellos dos son los encargados de atender a Vozpópuli por videoconferencia.

Pregunta: Acabáis de comenzar la gira en México. ¿Qué relación tenéis con ese país?
Jorge: Viajar a México es una experiencia estimulante a muchos niveles. La gente es realmente estupenda y siempre volvemos con nuevos amigos. El público vive los conciertos de forma pasional y entregada, pero a la vez muy respetuosa. Este último viaje fue más bien relámpago, seis días en total. Hicimos tres conciertos: dos en bares pequeños y difundidos solo boca a boca, y el del festival Vive Latino, que fue el que nos brindó la oportunidad económica de poder sufragar el viaje y la estancia, y que teníamos programado ya para 2020, antes de que estallará la crisis sanitaria. México es la puerta de entrada al resto de Latinoamérica, donde creemos que nuestra música puede ser especialmente entendida y valorada. Poco a poco, vamos generando una base sólida y cada vez más numerosa de seguidores. Ojalá podamos visitar pronto países como Argentina, Chile, Colombia o Perú, donde sabemos que también nos tienen ganas. 

P: Venís de una escena muy 'underground'. En España nunca habéis dejado de tocar en centros sociales, pero también habéis llegado al circuito de grandes festivales. ¿Cómo lidiáis con esa aparente contradicción?
Álvaro: A los espacios autogestionados vamos porque nos apetece, estamos a gusto y nos mola tocar allí. También hay muchos festivales pequeños organizados con muchísimo cariño y en los que se cuida a las bandas, pero a los festivales mastodonte, que manejan millones, vamos por el caché que nosotros consideramos que merecemos. A veces hemos sentido que se reían en nuestra cara porque nos ofrecían un dinero irrisorio jugando con que para nosotros era promoción aparecer en las letras pequeñas del cartel. Llevamos diez años en esto, ese tipo de cebos no los picamos.

P: ¿Qué influencias musicales habéis tenido en este disco?
Jorge: Sobre todo, ha habido dos grupos que hasta la fecha no habían estado presentes de una manera tan evidente: The Cure y R.E.M.

Álvaro: The Replacements también. Buscábamos un cambio de sonido en la banda, grabar con otras guitarras con tonos menos cercanos al punk y más agradables al oído, tirando un poco menos de lo agudo y de lo cuchillero pero que fuese contundente, con cuerpo.

P: Hay canciones como “Espíritu del 92” que recuerdan más a La Polla Records, el llamado Rock Radikal Vasco…
Álvaro: Sí, La Polla son una influencia no solo en las letras, sino en melodías, en la manera de cantar, el timbre de voz… Eskorbuto y La Polla siempre han estado ahí.


Jugamos con la estética de los 80, aquella obsesión con la posmodernidad y no habíamos sido modernos nunca

P: ¿Dónde estabais vosotros en el 92, por cierto?
Jorge: Éramos unos niños. Teníamos entre 8 y 9 años, pero de la ceremonia inaugural de las Olimpiadas, que utilizo como metáfora del gran engaño, hablando de la flecha trucada, solo tengo la imagen de haberla visto en reposiciones, pero no la conciencia de haberla vivido.

Álvaro: Yo recuerdo que fui a la Expo 92 con mis padres, y que la vendían como algo gordísimo, y por Curro, que me hacía mucha gracia.

P: Ese tema arremete contra la generación de vuestros padres, pero en “Contra mi generación” criticáis la vuestra, que es algo menos habitual en la cultura rock.
Jorge: En general, en el disco hay un tono nostálgico o revisionista para poner las cosas en contexto y establecer paralelismos con el presente. “Espíritu del 92” tiene una intención similar a la película El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco. Se vendía aquello como la apertura de España a la modernidad y al mundo, la idea de que habíamos superado la dictadura y éramos un país avanzado de primer nivel, pero al mismo tiempo estaba todo el desmantelamiento de la industria, se estaba gestando un paro brutal, los GAL… Esa cultura del pelotazo, del simulacro constante, ha ido inflando la burbuja que ha terminado por explotar. Por eso es tan importante mirar hacia atrás para ver dónde estamos. Y, al final, yo creo que todas las generaciones se parecen. La portada hace referencia a otra generación perdida, y creo que era importante ese mensaje, que apelara a peña de todas las edades.

P: Hoy día, hay personas de más de 50 años que solo pueden buscar trabajos en las mismas condiciones que los de 20. ¿Es la precariedad un igualador generacional?
Álvaro: Sí, desde luego, la crisis afecta a todos. Antes la gente veía la separación entre generaciones muy clara, pero yo tengo colegas de 53 años con los que comparto los mismos problemas, al igual que con otros chavales de 18.

Jorge: La canción “Líneas de sombra” habla de eso. Antes el paso a la edad adulta era a los 18-20 años, nuestros padres ya tenían una familia montada y una idea de cómo iba a ser su vida, y ahora una persona de 40 se resiste a entrar en la vida adulta o ésta le escupe, le rechaza constantemente. No te puedes asentar con un proyecto de vida concreto, por eso decimos que hay otras líneas de sombra para asentar ese peterpanismo, cada vez más difuminadas.

P: La portada es una referencia a la serie de animación, Los Trotamúsicos, que se basaba en “Los músicos de Bremen” de los hermanos Grimm. ¿Qué función tienen en este argumento?
Jorge: Tuvimos claro que queríamos algo de dibujos y huir de lo típico (Disney, Hanna Barbera, los manga). Al final optamos por Los Trotamúsicos, una serie española que se emitió en los años 90 y que era más cutre. En cuanto al título, nos dimos cuenta de que el cuento de los hermanos Grimm no concluye, ellos nunca llegan a Bremen. Esa ciudad es una metáfora, la promesa del porvenir que no sucede, ese futuro perdido.

P: Me recuerda a una idea muy presente en la música de vuestro coetáneo Erik Urano, la de que el futuro que nos prometió la ciencia-ficción no es el que estamos viviendo.
Jorge: En las fotos nosotros jugamos también con la estética de los años 80, cuando había aquella obsesión con la posmodernidad y no habíamos sido modernos nunca, las fotos de Pablo Pérez Mínguez y todo eso. Lo del futuro que no acabó de llegar es el tema. A mí me ha obsesionado mucho, he leído a Mark Fisher, que es el filósofo de la hauntología, la pervivencia del pasado en el presente.

P: Muchos de los temas parecen nihilistas, pero tienen una pulsión romántica y muy épica. Por ejemplo, “Madrid nos pertenece” llama a la movilización en lugar de resignarse a aceptar el destino de vivir en una ciudad de la que se han apropiado la derecha, las multinacionales y los fondos de inversión.
Jirge: Tiene múltiples lecturas. El espíritu 15-M comunal se ha disgregado en pequeñas cosas más diseminadas o atomizadas, pero sigue ahí en realidad. Queremos recuperar el entusiasmo y hacer política desde otros lugares menos evidentes, desde la cultura, desde el pasárselo bien, buscar maneras de asociarse, recuperar espacios y hacer cosas ajenas al mercado. “Madrid nos pertenece” tiene eso.

Álvaro: Al final siempre hay un pequeño resquicio de luz. Queríamos hacer canciones pop pero combativas y con garra.

P: Los títulos están escritos en lenguaje inclusivo. ¿Es importante para vosotros?
Jorge: Es la primera vez que lo hacemos y me parecía que podía estar bien darle una dimensión extra a nivel gráfico. Por lo menos, que la gente lo leyera así y nadie pudiera quedarse fuera de esa interpretación pese a que el que lo ha escrito es un tío cis hetero y el que lo va a cantar es otro.

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  • A
    Antonia Tobajas

    Hay que ser muy de izquierdas y usar lenguaje inclusivo... ¡Y estos son los que sí que saben lo que es "la modernidad"!