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Cultura

Adiós a una superventas literaria

La vida según Almudena Grandes: sexo, literatura y rechazo a la izquierda actual

Grandes encarnó el modelo de intelectual politizada, que nunca se calló lo que pensaba ni sobre la derecha ni sobre la izquierda

Hedonista, feminista y de izquierda, así fue siempre Almudena Grandes. Un recorrido por sus declaraciones ayuda a dibujar el carácter de una mujer que siempre creyó en la responsabilidad social de los escritores y en la necesidad de sus intervenciones públicas. Voraz lectora, confiaba en el poder transformador de la cultura y utilizó a fondo los altavoces que le cedieron los medios de comunicación progresistas, desde los que se comunicaba con sus fieles.

Sobre sus lectores

“Siempre digo que mis lectores son mi libertad. Yo escribo lo que me da la gana, porque mis lectores me sostienen. Si ellos me abandonaran, no podría escribir los libros que creo que tengo que escribir, tendría que ponerme a escribir los libros que otros creen que tengo que escribir”. (Vozpópuli, septiembre de 2020).

Sobre ‘La odisea’

“La Odisea me dejó a mí muchas cosas. Fue el primer libro importante que yo leí, porque mi abuelo me lo regaló cuando yo hice la primera comunión y lo leí con una mirada de autor adulto. El libro de Homero ha dejado una influencia duradera en mi vida desde el punto de vista de la supervivencia. Fíjate que yo, casi siempre, he escrito novelas de supervivientes —no necesariamente náufragos, pero sí personas que se las arreglan para sobrevivir— y este es el rastro que ha dejado La Odisea en mi vida, poseo una debilidad innata por los supervivientes.

Ellos son mi tipo de personaje favorito frente a los héroes, los antihéroes y demás arquetipos (…) Y en cuanto a El Quijote, claro que me ha influenciado. Es imposible en este país no ser influenciado por Cervantes. Pero yo señalaría que la influencia fundamental del libro de Cervantes en los míos es la tendencia a construir historias complejas, introducir pequeñas historias dentro de historias más extensas. En ese sentido —salvando todas las diferencias a favor de Don Miguel, naturalmente— sí que creo que la estructura de mis novelas es bastante cervantina”. (El coloquio de los perros, julio de 2017).

Sobre la memoria histórica

“Este país atraviesa una crisis territorial, por una crisis institucional, por primera vez instituciones que antes eran sagradas como la monarquía y la judicatura ahora se critican abiertamente. Y también una crisis moral provocada por la poca ejemplaridad de la política española, que ha provocado una desafección. Y eso es malo.

Cuando en un país no hay política, hay algo peor. Y finalmente hay una crisis de identidad. Hay muchos millones de españoles que se apellidan Pérez, López, García fuera de Cataluña que no se identifican con este país y que viven en una especie de limbo que solo se arregla cuando hay un mundial. Y creo que esto parte de la Transición, que no se atrevió a romper de forma radical sus vínculos con la dictadura. Habría que refundar la democracia española. Suena terrorista, pero es la única forma de arreglar estos problemas”. (Nius, febrero de 2020).

La izquierda española ha desaparecido en un momento importante: ya no le importa comprender la realidad, como pedía Lenin, sino solo llegar al poder

Sobre la crisis económica

“Yo tenía tres tías abuelas que me enseñaron a besar el pan. Si se caía en el suelo, se besaba y a la basura, pero si se caía en la cocina, se besaba y se comía. Nunca me explicaron por qué. Con el tiempo me di cuenta de que era una consecuencia del hambre que habían pasado y era una figura muy poderosa: el pan es metáfora del alimento y de la dignidad.

Ahora muchos españoles han entendido por qué nuestros abuelos nos enseñaron a besar el pan, aunque nosotros no hayamos enseñado a nuestros hijos a besar el pan. Nuestros hijos van a aprender, no besarán el pan pero aprenderán. Los pequeños de ahora van a ser mucho más realistas, van a llegar a adultos con un sentido de la realidad muy superior al de sus hermanos que crecieron en la abundancia y ahora son afortunados si cobran 1000 euros. El mismo sueldo que se criticaba antes de la crisis, que decíamos pobrecito, dónde va con eso…” (20 Minutos, diciembre de 2015).

Sobre sexo y literatura

“Creo que este resurgir de la literatura erótica tiene más que ver con el consumo y con el márketing que con la literatura. Este interés por el erotismo tiene que ver con un fenómeno editorial que ha revitalizado este género en todo el mundo.

Ha surgido un poco a destiempo, a contratiempo. Creo que hay gente, entre la que me cuento, que no acaba de comprender lo que ha pasado. Tiene que ver, no sólo con la formalización del erotismo sino con una determinada estrategia de consumo; digamos que las mujeres son las lectoras primordiales, las grandes consumidoras de ficción en el mundo". (Conferencia en la Feria de Guayaquil, octubre de 2013).

Sobre la izquierda actual y su crisis

“La izquierda española ha desaparecido en un momento importante. Siempre me acuerdo de una frase de Lenin que decía: 'Hacer la revolución es comprender la realidad'. Aquí nadie se ha puesto a comprender la realidad, solo se preocupan de intentar llegar al poder”. Sobre la CUP: “Su comportamiento me da vergüenza, siendo una persona de izquierdas". (Público, noviembre de 2015).

Sobre su cáncer

“Durante todo este proceso he estado escribiendo una novela que me ha mantenido entera, y ha trazado un propósito para el futuro que me ha ayudado tanto como mi tratamiento. Ahora necesito devolverle todo lo que me ha dado, encerrarme con ella, mimarla, terminarla, corregirla. Por eso voy a seguir desaparecida una buena temporada, y no devolveré mensajes, no contestaré llamadas, no daré noticias. Imagino que muchas personas lo comprenderán. Otros quizás no lo hagan, pero confío en que respeten mi decisión. Hasta que vuelva, aunque solo sea para mirar frente a frente al cielo de Madrid una vez más, antes de volver a esconderme”. (El País, octubre de 2021).

Sobre el feminismo

“El feminismo, ya de entrada, es la única revolución social del siglo XX que triunfó, y eso no se puede olvidar. De todas las revoluciones del siglo XX, la única que ha llegado viva y con expectativas de crecer en el XXI es el feminismo.

En los últimos años, se han unido un montón de mujeres que decían que no eran feministas, incluso que eran reaccionarias, mujeres que se consideraban conservadoras han empezado a preguntarse qué ha pasado con ellas, si ellas nunca han pagado un precio por ser mujeres, y la respuesta es que sí. El avance del feminismo ha provocado una reducción de los hombres feministas, reflexiona la escritora. Cuando teníamos el techo de cristal más lejos había más hombres feministas. A medida que nos vamos acercando ya empieza lo de ‘Os estáis pasando’. Pero eso es inevitable”. (Efe, junio de 2019).

Sobre su epitafio

“Si supiera que mañana es el último día de mi vida, me suicidaría hoy. Si tuviera ánimo y apetito antes de suicidarme –que no creo, porque vivir me gusta demasiado–, cenaría mucho de todo lo que engorda y no como nunca. Cortezas de cerdo, leche condensada y bombones de licor, seguramente. Me suicidaría con pastillas, para quedarme frita y no enterarme de nada. No maltrataría mi cuerpo, porque le tengo mucho cariño (…) Nunca se me ha ocurrido pensar en un epitafio, la verdad es que el pensamiento funeral no es mi fuerte… Pero me gustaría algo parecido al célebre verso de Machado: fue, en el buen sentido de la palabra, buena”. (Magazine digital, enero de 2019).

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