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Cultura

Albert Boadella: "Jordi Pujol ha hecho las cosas con más ingenio que el propio Rey"

Albert Boadella.

Al director teatral Albert Boadella (Barcelona, 1943) le pilló la pandemia en Cataluña, donde continúa confinado. Lo ha hecho por dos razones, asegura: por prudencia sanitaria y porque en realidad lleva auto confinado desde hace ya mucho. En su propia tierra no sale a ninguna parte, pero eso no le impide mover los hilos para estrenar en la Sala Verde de los Teatros Canal ¿Y si nos enamoramos de Scarpia?, una pieza escrita junto con Martina Cabanas, y en la que levanta su propio alegato contra el #MeToo. 

En ocasión de los 120 años de Tosca, una de las óperas más importantes de Puccini, la obra se sirve del drama verista para la pugna que se desata durante un ensayo entre un director de orquesta y dos sopranos, por sus distintas formas de valorar hoy a algunos personajes femeninos de la historia de la ópera: ¿Anacronía? ¿Machismo? ¿Revisionismo? Una nueva incursión del dramaturgo, actor y director en el género lírico tras su Don Carlo o El pimiento Verdi.

Boadella ha buscado distintas formas de mostrar las costuras del nacionalismo:con su teatro, como ocurrió con el Ubu rey que tanto molestó a Jordi Pujol; también como el presidente de Tabarnia en el exilio, fundador de la Plataforma Libres e Iguales, a la que pertenecen Arcadi Espada, Félix de Azúa o Cayetana Álvarez de Toledo, y hasta como padrino de Ciudadanos cuando surgió como partido en Cataluña. 

Dicen de él que la suya es una vida de bufón, y quizá por eso ha hecho rabiar a más de uno. No hay mejor arma que el humor... para quien sepa usarlo, al menos así lo piensa él.  Abandonó Cataluña en 2005, hace ya más de una década, y desde entonces decidió no representar ninguna obra allí, aunque en 2019 se subió a un escenario junto a Bernard Henry-Levi. Eso no cuenta. "Era un panfleto", dijo entonces. En ocasión de ¿Y si nos enamoramos de Scarpia?, que podrá verse en los teatros de la Comunidad de Madrid hasta el 29 de agosto, el barcelonés ofrece esta entrevista a Vozpópuli.

-«¿Y si nos enamoramos de Scarpia?»¿Boadella contra el Metoo? ¿Es esta obra una contestación?

-En los últimos tiempos, ese tema se ha vuelto tenso y se ha crispado. La idea era hacer de ello una cosa más relajada, más agradable, más divertida y de alguna forma más equilibrada. Esencialmente porque coloco la música, que es un elemento emotivo de todo lo que sucede en el escenario. También se añade el humor, porque, en más de una ocasión, estas situaciones han sido muy disparatadas y hay que tomárselas con sentido del humor.

Rebajo el problema a un nivel más razonable y las escenas y episodios que aparecen son exageraciones que pueden causar una cierta comicidad. Enfrento a tres personajes: una soprano muy reivindicativa y muy feminista radical, luego otra más corriente, que lo que le gusta es cantar y se preocupa poco de las reivindicaciones y un director de orquesta culto al que le sale la vena de su educación como un macho.

-Scarpia es el malvado de Tosca. El título de la obra alude a ese hacer lo que no se espera, lo que se aleja de la norma. El teatro es conflicto.

-Si coloco esas tres personalidades que preparan el recital operístico de la mañana siguiente, obviamente enseguida aparecen las tensiones. Hay de muchos tipos, entre otras cosas, porque los argumentos de la opera suelen estar creados hombres y tienen una visión masculina absoluta, así que la soprano más vinculada al feminismo protesta por estos argumentos. Y ahí tenemos el conflicto. Del otro lado, el propio director de orquesta que se erige como el macho alfa de la situación, que es propio de los directores de orquesta, crea también tensiones tanto con la soprano reivindicativa como la otra, la que no. Hay conflicto a tres bandas

-Pero los grandes personajes operísticos son femeninos, desde La Aída de Verdi o la misma Tosca de Puccini.

- Todo el mundo operístico proviene de mitos. Es un mundo que nosotros ya prácticamente no entendemos. Muchos conceptos sobre el hombre y la mujer, mirados con ojos actuales resultan desfasados, de eso no hay duda, pero no hay por qué transformarlos, sería absurdo. Hay que hacer obras nuevas con la calidad que tuvieron aquellas. Transformar una Tosca en una situación actual es una estupidez.

-¿Plácido Domingo es una versión musical de Fray Junípero? ¿Le han derribado a él también?

-Creo que aquí se juntan otras cosas. Hay actitudes más políticas que sociales, artísticas o morales. Se intenta desmontar cualquier situación que no esté acorde con la moral actual. Esto es una situación de una intolerancia cercana a lo que vivimos en la inquisición. Es una deriva muy peligrosa y totalitaria del pensamiento. Se vuelve incluso peor cuando nuestro ministro cultura ordena que no se contrate a Plácido Domingo en ningún teatro público. Eso no se había visto nunca en España desde la dictadura. Es increíble por dos motivos: por lo que hace el ministro, que establece una situación moral y un currículo moral y por los directores que acaten. Es un ataque inédito contra la libertad.

-Cambiando de tema… ¿Cuántos casos positivos hay en Tabarnia? ¿Llevan la cuenta?

-(Risas) La verdad es que no, porque quien tendría que hacerlo es el gobierno regional, que está completamente de pasada. Tabarnia ya no tiene números, porque en Cataluña ya no sabemos ni el número de habitantes. El descontrol es tan inmenso y la deriva del gobierno Cataluña es tan grande, que ya no sabemos ni lo que nos sucede. ¡Han ocurrido cosas inimaginables! Se hace una sesión en el parlamento de Cataluña para decir para reprobar la monarquía y después no se publica en el diario oficial parlamento. No se atreven a publicarlo. Cualquier cosa que un dramaturgo pudiera inventarse sobre Cataluña, al día siguiente ya estaría superada.

-¿Cree que habrá un ‘rebrote’ independentista este septiembre?

-Sí. No hay que olvidar que hay dos millones de ciudadanos en Cataluña que están en este delirio. Eso no va a cambiar, porque no es una cuestión de razonamiento sino de fe. Tiene una vertiente religiosa como una secta. Se asienta en la creencia de Cataluña independiente como elemento esencial mientras que el resto de España es el mal.  Los une el odio a todo lo español. Eso está instaurado en los cromosomas de una parte importante de la ciudadanía en Cataluña, porque se ha hecho de forma muy hábil el adoctrinamiento en escuelas y medios públicos. El independentismo está por encima de las crisis y las enfermedades.

-La Generalitat necesita levantar el turismo y ha lanzado la campaña ‘Cataluña es tu casa’, cuando hace un año espantaban a los turistas a pedradas.  

-Cataluña ha perdido este equilibro, porque la ficción ha sido más importante que la realidad. Cuando una persona pierde el sentido de la realidad y entra en la ficción, en el fondo entra en a enfermedad. Desde hace mucho tiempo, Cataluña derivado hacia la ficción, hacia cosas que no eran reales ( la historia, la explicación acontecimientos, cosas diarias). Siempre hay más ficción que realidad, en eso han ayudado los medios, los de Cataluña, y toda la presión de un gobierno que ha intentado girar la realidad. Lo de Cataluña es una pandemia mental. Me atrevo a decir que Cataluña esta mentalmente enferma, porque está fuera de la realidad.

-Criticó en su momento la nueva plataforma de Valls con antiguos fundadores de C’s y pidió a Rivera no marcharse. ¿Fue usted el último intelectual de C’s que siguió fiel a Rivera?

Yo fui el último que defendió a Rivera. Y lo hice esencialmente porque creo, como se dice tópicamente, que es un gran animal político por encima de los errores que pudiera cometer. No tenía sustitución. Acorralar a Rivera significaba darle un golpe muy fuerte al partido, por lo tanto y por encima de las discrepancias en ciertas actitudes, defendí a Rivera, y lo hice porque él no engañó. Dijo que no quería nada con Sánchez y así lo mantuvo. Una aparte del partido y de los intelectuales se cabreó, pero Rivera pensaba que con Sánchez no había capacidad de entenderse. El único fallo que cometió Rivera fue facilitar la moción de censura contra Rajoy, aquí se equivocó

-Ahora Ciudadanos está jugando la carta de socio preferente. ¿Qué le parece?

-Estamos en una emergencia nacional. No sé si eso será bueno o malo, pero alguna cosa hay que hacer. Ellos han optado por facilitar algunas cosas para no colocar al gobierno en una situación de imposibles. Veremos el resultado. Personalmente pienso que con Sánchez el futuro es muy negro, sin él también lo sería, pero con él es mucho peor. Pactar con él es no darse cuenta de la realidad, pero debo decir que los entiendo. No voy a abominar de esos pactos.

-Fundó la plataforma Libres e Iguales, junto a Cayetana Álvarez de Toledo, ¿por qué irrita tanto la portavoz popular en su propio partido?

La irritación viene de la verdad. Cayetana es una mujer que no pastelea, hoy día a través de los que llamamos consenso o la equidistancia, se deforma constantemente la realidad. La realidad es una y no se puede partir por la mitad. No podemos dejar la verdad a un 50%, porque se convierte en mentira. Yo creo que ella es una mujer que dice las cosas, que cree que son justas por encima de los intereses políticos, incluso de los intereses políticos de su propio partido. Es un caso bastante insólito en el mundo de la política. Yo creo que con ella el PP tiene unas posibilidades importantes de regenerarse, si ella desaparece del PP, volveremos a ver el pasado en este partido. Es un gran valor político y quizá el gran error es no haber convertido la plataforma Libres e Iguales en un partido político. Ahora lo pienso, antes no. Viendo los acontecimientos, habría sido un partido formidable, con gente de todos los ámbitos y con mucho talento político. Aquí sí que se hubiera podido hacer una alternativa de primera categoría.

-Dos figuras de mucho poder, el rey emérito  y Jordi Pujol, han acabado en el contenedor de la historia acusados de robo. ¿Se creyeron intocables ambos?

-Esos son las consecuencias de una España  postdictadura, postfranquista que tiene en el mundo de las instituciones cargos que se sintieron una sensación de impunidad. Los que ocuparon un cargo tras morir Franco pensó que era impune y esa impunidad existe no sólo en quien la ejerce, sino en la ciudadanía que le concede. Pujol tenía esa sensación y en el caso del propio rey exactamente igual, pero pensó que lo podía hacer. Si lo hicieron sus antepasados, ¿por qué no lo podía hacer? Como Franco, Pujol y el rey pensaron que podían hacer las cosas por la gracia de Dios. Su impunidad era absoluta, el problema es que a partir de un momento, la impunidad acaba, porque los medios establecen otra dirección. Ya no acatan el control de los grupos de presión, son más independientes y empiezan a sacar todas cosas a la luz. Son los medios los que rompen la convención. Aquí ha sucedido lo mismo. Lo que pasa es que Pujol ha hecho las cosas con mayor ingenio que el propio Rey, que lo hizo con más naturalidad. Pienso que el rey no sintió que robaba,  creyó que esas eran sus atribuciones, pero Pujol sí sabe que lo suyo no eran atribuciones y  es una diferencia sustancial. Pujol monta trama mafiosa, al rey unos árabes le dan dinero y él lo acepta porque no ven es eso delito.

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