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Iván Vélez: "Pensar siempre es pensar contra alguien"

Siguiendo el camino de su maestro, Gustavo Bueno, este ensayista conquense escribe contra la leyenda negra y sobre la batalla cultural

Iván Vélez en una entrevista

No resulta sencillo presentar a Iván Vélez (Cuenca, 1972) pues su trayectoria profesional se asemeja a un río sinuoso, plagado de meandros. Es arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid, ocupación a la que se ha dedicado durante varios años, compaginándolo con el estudio sobre filosofía e historia dentro el marco de la Escuela de filosofía de Oviedo, cuyos miembros son discípulos de Gustavo Bueno y de la que él forma parte como investigador asociado.

De esta escuela filosófica -y en consonancia con el pensamiento de su fundador- han surgido en los últimos años multitud de iniciativas cuyo objetivo es luchar contra los innumerables mitos que componen la llamada leyenda negra, así como la defensa de la nación española frente a los nacionalismos que la afligen desde hace más de un siglo.

Siguiendo la estela de su maestro, Iván Vélez ha publicado varios ensayos con estos mismos temas latiendo de fondo: Sobre la Leyenda Negra (Encuentro, 2014. Corregido y aumentado en 2018), El mito de Cortés. De héroe universal a icono de la Leyenda Negra  (Encuentro, 2016), La conquista de México: una Nueva España (2019), Nuestro hombre en la CIA: Guerra Fría, antifranquismo y federalismo (2020) y Torquemada. El gran inquisidor: Una historia del santo oficio (2020), entre otros.

Desde hace unos pocos años Iván Vélez ha vuelto a dar un giro a sus andaduras profesionales: es director de la Fundación Denaes (Fundación para la defensa de la nación española) y coordinador del grupo parlamentario Vox en Andalucía. Vozpópuli ha tenido la oportunidad de hablar con él sobre temas tan distintos como el estado de la educación en España, historiografía española y leyenda negra, batalla cultural -pasada, presente y futura- y sobre cómo ser un filósofo metido en política y no morir en el intento.

Pregunta: Te criaste en un pequeño pueblo de la serranía de Cuenca. ¿Qué nos puedes contar de la famosa despoblación rural?

Respuesta: Es un proceso que he vivido en primera persona. La Sierra de Cuenca que conocí de niño ha desaparecido en gran parte. Con una población tan envejecida, cada fallecimiento cierra una casa. El despoblamiento rural es un problema complejo que involucra aspectos muy diversos y que parece un movimiento imparable. En cualquier caso, considero que sólo se puede atajar desde políticas dirigidas por el Estado, en contraposición a un liberalismo que abstrae la realidad de las naciones.

P: Gracias a la educación pública y al sistema de becas pudiste estudiar arquitectura y trabajar durante años como arquitecto. ¿Los graduados universitarios tienen menos oportunidades ahora? ¿Coincides con el diagnóstico de quienes señalan la progresiva pauperización del nivel académico?

R: Coincido, en efecto. Mi impresión es que el sistema público educativo se erosiona constantemente. Durante toda mi vida estudié en centros públicos y me entristece ver que estas instituciones, que antes servían como ascensor social, se van devaluando.

La consecuencia parece evidente. Con un sistema público degradado, sólo quienes dispongan de recursos económicos suficientes podrán garantizar a sus hijos una enseñanza de calidad que, en el caso de muchos centros privados, constituye la antesala de un buen puesto de trabajo.

El rechazo a la historia de España responde a una mezcla entre autodesprecio y narcisismo, mezclado con una enorme ignorancia

P: ¿Ha descuidado la derecha las artes y las humanidades?

R: Es complicado saber qué es exactamente "la derecha". En cualquier caso, lo que parece evidente es que, bien por carecer de una filosofía de la Historia solvente capaz de desactivar los complejos de los que son víctimas muchos españoles, bien por esa pulsión tecnócrata con la que muchos creen disipar el debate sobre las ideologías, las humanidades en España han retrocedido claramente.

P: ¿Qué te impulsó a escribir 'Sobre la leyenda negra'?

R: Por más positivismo que se le quiera inyectar, la Historia es un campo de batalla. Un campo que siempre me interesó, pues nunca he creído que España sea una suerte de error histórico. A partir de ahí, este libro surgió como ampliación de una investigación acerca del origen, en su sentido historiográfico, de la expresión Leyenda negra, trabajo este, el del rastreo de rótulos, que forma parte del Proyecto de Filosofía en Español llevado a cabo por la Fundación Gustavo Bueno.

P: La palabra "batalla" se ha convertido en palabra tabú o tótem - según el orador-cuando se la vincula con la cultura, ¿qué opinión te merece la llamada batalla cultural?

R: La batalla siempre estuvo ahí. De hecho, la leyenda negra es batalla cultural. La búsqueda de la hegemonía ideológica -recordemos que pensar es pensar contra alguien- es algo consustancial a las sociedades civilizadas, sobre todo si disponen de la tecnología que hoy nos rodea.

P: ¿Por qué es relevante darla respecto a determinados momentos de la historia de España?

R: Es en los momentos más críticos donde la propaganda de tintes ideológicos o pretendidamente históricos más crece, dados sus grandes réditos.  Es entonces cuando muchos quieren distanciarse de una España que consideran un error histórico.

P: ¿Por qué a algunos les horroriza el concepto opuesto? Es decir, el no considerar un error histórico tu propio país.

R: Me parece que esa actitud responde a una mezcla entre autodesprecio y narcisismo, mezclado con una enorme ignorancia acerca de nuestra Historia.

P: En esto de considerar tu propio país como un error histórico somos muy similares a México, a cuya génesis le has dedicado dos libros. ¿Cuáles fueron los motivos?

R: México siempre me atrajo, por muchos motivos. Concretamente, comencé a interesarme en mayor profundidad por Cortés a partir de una visita que hice a México con Gustavo Bueno Sánchez y Joaquín Robles. Participábamos en unas jornadas organizadas por el INACIPE a propósito del crimen organizado y el narcotráfico. Ante la tumba de Cortés -en la que ya había estado- comentamos el maltrato al que estaba sometido y me comprometí a trabajar sobre su figura. Y así, hasta hoy...

P: ¿Qué mitos sobre Hernán Cortés y la conquista están más arraigados y resultan más dañinos para el imaginario colectivo que tenemos sobre aquella gesta?

R: Cortés, que en su día se erigió -y él fue consciente de ello- como modelo de conquistadores, se convirtió en uno de los personajes emblemáticos de la leyenda negra. El de Medellín pasó de ser un héroe para encarnar la codicia y la violencia consustancial al imperio español. Su ensombrecimiento corre paralelo a la idealización de las sociedades prehispánicas, un fenómeno absolutamente infantil que muchos acogen bien por intereses concretos, bien por ignorancia.

P: Tu maestro, Gustavo Bueno, distinguía entre imperios depredadores y generadores. ¿Puedes explicar el concepto de forma sencilla, y en cuál de los dos tipos podemos ubicar la conquista de México?

R: Los imperios depredadores serían aquellos que buscarían objetivos extractivos, despreciando -cuando menos- a la población nativa. Por el contrario, los generadores integrarían a los naturales en sus estructuras políticas, económicas y religiosas.

EL Imperio español, al igual que el romano, pertenecería a este segundo grupo. Por afinar más, hay que añadir que en nuestro caso “generador” hace alusión a la verdadera generación de naciones políticas que cristalizan como transformación de las estructuras virreinales.

P: ¿En qué medida influyó la cosmovisión católica en la construcción del Imperio Español y sus características propias?

R: La impronta católica del Imperio español es indiscutible. La idea de persona que este maneja es la que se implantó, sin que ello lo convirtiera en una Arcadia, en el Nuevo Mundo.  EL mestizaje - fenómeno que no se dio en el norte del continente, sujeto a las influencias del protestantismo- es probablemente el resultado más exitoso de aquellas sociedades.

P: Suele utilizarse como prueba de nuestra barbarie conquistadora el hecho de que los países que antes formaron parte de España están todavía en vías de desarrollo, ¿qué opinas sobre esto?

R: Hispanoamérica no es el único lugar, ni mucho menos, con países en vías de desarrollo, concepto que requiere de muchas matizaciones. En continentes como África, donde el Imperio español no implantó sus instituciones, existen sociedades llenas de desequilibrios, y ello por no hablar del apartheid practicado, por ejemplo, en Suráfrica, tierra que sabe bien lo que es un imperio depredador. Pero no sólo en África, lugar donde se ha certificado el fracaso colonial francés, sino también en América, encontramos los resultados de este modo de proceder: véase Haití.

Si de lo que se trata es de contrastar el grado de desarrollo tecnológico entre Estados Unidos y las naciones hispanas, no ha de olvidarse que -en el caso norteño-, el avance se hizo a costa del exterminio de la población nativa, y que la nación de la libertad se cimentó sobre una estructura esclavista.

Estados Unidos, a través de instituciones culturales, trataron de configurar en España una ideología federalista y europeísta

P: Ya que hablamos de EE.UU., y dado que eres experto en la figura de Torquemada, ¿por qué es tan universalmente conocida la inquisición española, pero suele ignorarse que los primeros ingleses que poblaron EE. UU. huían de la intolerancia religiosa? ¿Por qué los españoles somos tan conscientes de las expulsiones de moriscos y judíos, pero ignoramos hechos similares sucedidos en otros países occidentales?

R: En su época, Torquemada gozó de un prestigio similar al de la propia Inquisición. Sin embargo, como ocurrió con tantos otros personajes de nuestra historia, durante el siglo XIX, como efecto de la mitificada Ilustración, Torquemada fue cubierto por las más siniestras veladuras, llegando hasta el punto de que su apellido se convirtió en un nefasto adjetivo que todavía circula.

En cuanto a las expulsiones, las de los judíos se dieron antes y después de la española. Sin embargo, esta expulsión se ha convertido en un tema central de la leyenda negra cuyo efecto más dañino es la asunción de esta por parte de los españoles. Con relación a los moriscos, me remitiría a lo que dice Ricote en la obra magna de un Cervantes que cierta manipulación ideológica ha pretendido presentar como filomusulmán. No olvidemos la advertencia del morisco: "No era bien criar la sierpe en el seno".

P: Hablemos de otro de tus libros, Nuestro hombre en la CIA. En él expones documentos que prueban injerencias del gobierno de EE. UU. durante el franquismo para favorecer la creación de un estado federal y descentralizado cuando acabara el régimen. ¿Qué ganaba EE. UU. con ese movimiento?

R: Los Estados Unidos de Norteamérica buscaban crear unos Estados Unidos de Europa como dique ante el comunismo soviético. Dentro de este proyecto, España era una pieza importante, por cuanto la oposición a Franco estaba capitalizada casi en exclusiva por el PCE.

Por ello, a través de instituciones culturales, pero no sólo, trataron de atraerse a una serie de personajes que -siendo igualmente anticomunistas- fueran capaces de configurar una ideología federalista y europeísta. Es decir, algo muy parecido a la España autonómica y beatíficamente europeísta que padecemos.

El grupo que orbitó en torno al Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura -la herramienta del imperio yanqui- sirvió para dejar entreabiertas las puertas que han conducido a los actuales movimientos secesionistas españoles.

P: ¿Puedes nombrar algunos ejemplos concretos de aquellos movimientos que se hicieron en su momento?

R: El Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura -en el cual estuvieron integrados personajes como Pedro Laín, José Luis Sampedro, Tierno Galván, Dionisio Ridruejo y Julián Marías- promovió los diálogos Cataluña-Castilla (más tarde ampliados a otras regiones) en los cuales se dio oxígeno a los nacionalistas fragmentarios. Asimismo, trataron de prestigiar un federalismo y un europeísmo indudablemente disolvente para la nación española.

España tiene sentadas en las instituciones políticas a grupos abiertamente dedicados a erosionar, e incluso mutilar a la propia nación

P: Tu maestro, Gustavo Bueno, se oponía a aquel lema famoso de Ortega y Gasset: 'España es el problema y Europa la solución'. ¿Puedes explicar cuáles eran sus motivos, y en qué medida se han cumplido - o no - sus predicciones?

R: Gustavo Bueno se oponía a esa idea mítica de una Europa luminosa frente a una España oscurantista asumida por muchos que -en la estela de Ortega- consideran a España una suerte de error histórico que solo se podría corregir con la disolución de la nación española, previamente dividida en pueblos o nacioncillas, en Europa.

Frente a esta idea tan asumida, Bueno apostaba por fortalecer los vínculos con nuestro espacio histórico y lingüístico: Hispanoamérica y huir así de la beatería europeísta.

P: Tener vínculos fuertes con Europa parece inevitable según las circunstancias actuales. ¿En qué medida tener presente nuestro espacio histórico y lingüístico con Hispanoamérica podría ayudar a que la relación con nuestros vecinos europeos sea más sana?

R: Con Hispanoamérica, huelga decirlo, compartimos enormes lazos y afinidades que pueden resultar muy útiles como contrapeso a una Europa que no deja de ser un club cuyos integrantes velan por sus intereses. Como dijo Bueno, Europa es una biocenosis, por lo que conviene tener, por seguir con la metáfora, biotopos alternativos.

P: Cambiando de tercio. Has dejado la arquitectura, la filosofía y la historia para involucrarte a tiempo completo en política. Los grandes pensadores de la historia de la filosofía que hicieron ese movimiento salieron escaldados, ¿qué te motivó a ignorar esos precedentes?

R: Mi entrada en lo que cabría llamar "política activa", es decir, la desarrollada dentro de un partido político (pues "en política" están todos aquellos que hayan abandonado el estado de barbarie) viene motivada por mi preocupación por la situación por la que atraviesa España.

He entrado en política por patriotismo, sin pedir nada a cambio, y considero que la decisión fue acertada pues, al margen de lo útil que pueda estar siendo mi trabajo, desde el interior de este mundo se aprecian aspectos completamente ignorados desde el exterior.

Entrar en el complejo mundo de la política ha supuesto un baño de realidad que supera con creces ciertos sinsabores personales que acarrea.

P: ¿Qué horizonte político auguras para España dentro de dos años?

R: Tratar de hacer augurios es algo muy arriesgado. Creo que es más prudente limitarse a exponer las posibilidades que se puedan percibir desde un presente tan cambiante como el actual.

España tiene sentadas en las instituciones políticas a grupos abiertamente dedicados a erosionar, e incluso mutilar a la propia nación. Por otro lado, hace mucho tiempo que España está perdiendo peso en el tablero internacional. Así las cosas, una de las posibilidades podría ser la aproximación del PP al PSOE, camuflada bajo la idea de reajustar o redefinir el Estado autonómico, es decir, de blindar -aunque no se diga- la desigualdad entre compatriotas.

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