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GASTRONOMÍA

Hamburguesas con ritmo en el Barrio de Salamanca

Rodeado de renombrados restaurantes, La Carnaza propone una alternativa a base de 'burgers' con carne de gran calidad y el rock como hilo conductor.

El rock es el leitmotiv no solo de la decoración de La Carnaza, también de su carta.

Difícil discernir si se trata más de riesgo o de audacia. En el Barrio de Salamanca de Madrid, la zona 'noble' en la que se suceden las aperturas de restaurantes de alta gastronomía –más alta en unos que en otros, la verdad–, apostar por una hamburguesería sin alharacas, con el rock como estilo conductor y precios asequibles para lo que se estila en los alrededores, tiene algo de todo ello. Pero, por lo visto y comprobado, es, sin duda, un acierto. Hablamos de La Carnaza.

Bien es cierto que quien encabeza la aventura no es nuevo en estas lides. Se llama Miguel Crespo, tiene 28 años y desciende de una prolífica saga hostelera: su padre es Carlos Crespo, impulsor junto a Paco Quirós del ya emblemático grupo Cañadío (La Maruca, Cañadío, La Bien Aparecida entre otros). Y él mismo, después de una etapa profesional en el universo big data, decidió volver a la tradición familiar abriendo, en 2019, La Carnaza en Santander.

Allí triunfa gracias a una carta sencilla a base de burgers de carne de primera, pan artesanal y patatas caseras; y desde abril de 2023 intenta repetir el éxito en Madrid, en el número 9 de la calle Castelló –a pocos pasos, además, del Parque del Retiro–.

El propio Miguel Crespo reconoce que la apuesta es arriesgada, pero confía –y los pocos meses que lleva hasta ahora parecen darle la razón– en que también en el Barrio de Salamanca hay quienes, en un ambiente más familiar y relajado, buscan tickets menos elevados.

Los ingredientes son los mismos que avalan el éxito en Santander: una carne de gran calidad, procedente de proveedores seleccionados; pan de Madreamiga, suave y esponjosa; salsas preparadas en la cocina propia; una selección de entrantes reconocibles pero con un toque original made in La Carnaza –nachos Carnaza, bravas New School, alitas de pollo...– y varios finales golosos en forma de tarta –de queso, de chocolate, con caramelo asado...–.

Y, junto a todo ello, un local moderadamente canalla en el que el rock vertebra no solo el interiorismo, sino también la propia oferta de hamburguesas. Así, que allí podemos encontrar, entre otras, la Good Vibrations, una bacon cheeseburger aderezada con una deliciosa salsa; la Johnny Cash, con provolone y mantequilla de cachuete; la Heidi, con raclette de queso, champiñones y mayonesa trufada, o la Green Day para los vegetarianos, con burger de Heura. Puro y duro "meat and rock", como resume Miguel Crespo.

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