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El casino de las criptomonedas: así es el truco legal que permite forrarse en segundos

Se altera artificialmente el valor de las monedas virtuales para llevarlas al punto más alto, momento en el que son vendidas, obteniendo pingües beneficios

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Criptomonedas Pexels

No es algo nuevo, pero sin embargo está de moda. Parte de quienes se encuentran en el sector de las criptomonedas buscan forrarse, dar un pelotazo, y son muchos quienes lo consiguen, pero, ¿cómo lo hacen?

Se trata de una técnica conocida como Pump and Dump (P&D) y consiste básicamente en incrementar el valor de algo, en este caso una criptomoneda, para posteriormente venderla y sacar rédito económico. Si se hace como mandan los cánones, este truco legal reportará muchos beneficios.

La clave está en cocinar el mercado a fuego lento, para aumentar gradualmente el nivel del fogón hasta llevarlo a ebullición coincidiendo con el lanzamiento, en este caso, de una moneda virtual. Lo más importante es el marketing. En el caso de una criptomoneda, se deben espolvorear generosamente las redes sociales con mensajes positivos sobre la misma. Da igual que sean falsos. Hay que sembrar esperanza.

Esos mensajes tienen que dejar claro que se está ante una oportunidad única con un rendimiento altísimo, inédito hasta la fecha. Se trata de algo que debe repetirse de forma constante durante meses. En ese estadio lo importante es el mensaje. Twitter, Instagram, Tik Tok, Facebook, Youtube... Cualquier canal es bueno para amplificar lo que se quiere contar. Es el periodo de siembra. Esto generará espectación de cara al lanzamiento del token. Por el camino se pueden regalar de forma previa al mismo unidades de la futura criptomoneda entre la comunidad, realizar sorteos, etcétera. Todo suma.

En el caso de una moneda virtual, quien va a lanzar la misma debe dejar patente que es una persona de éxito, que sabe mucho del tema, y por ello tiene una economía más que sana. Coches de alta gama, mansiones, restaurantes caros, mujeres u hombres hermosos -según sea el caso-... La clave es que queramos ser él. Si le ha ido bien con las criptomonedas, ¿por qué a mí no?

Mientras, un equipo de diseñadores trabaja en el desarrollo de la criptomoneda, sobre la que la propia empresa establece sus propias normas. Fijará un precio inicial lo más bajo posible y sus empleados y directivos comprarán un generoso paquete de tokens o criptomonedas. En realidad no tienen ni que comprarlas, se las adjudicarán sin más. Otro básico de quienes realizan este tipo de operaciones es que gran parte de los compradores futuros de la misma no podrán venderla hasta pasado un tiempo, que suele ser de varios meses. En el polo opuesto está el personal de la empresa, que podrá hacer lo que quiera con el token desde el minuto uno. Es la ley del embudo.

Con la criptomoneda ya programada -no hay que olvidar que las monedas virtuales son programas informáticos-, se sube algunos puntos el fogón. El día del lanzamiento está cerca. La desinformación en torno al activo aumenta. Estamos, sin duda, ante el pelotazo de nuestra vida. Por qué no invertir unos pocos miles de euros. Nada puede ir mal.

Crecimientos del 2.000% en el valor de la criptomoneda

Y llega el gran día. Este es el punto más crítico de la operación. Cuando arranca la cotización de la criptomoneda, los propios creadores inflan artificialmente su valor mediante la compra de paquetes de tokens. Su valor, tal y como mandan los cánones, comenzará a subir como la espuma. Como el activo acaba de estrenarse, apenas hay volumen de compradores, por lo que con muy poquitas compras experimenta crecimientos exorbitados: 500%, 1.000%, 2.000%...

Cuando quienes están engordando la vaca, que son los propios creadores de la criptomoneda, consideran que ha subido suficiente, cierran el grifo y venden todas sus posiciones. Se ha consumado el Pump and Dump. Si la criptomoneda tenía, por ejemplo, un valor inicial de un céntimo de euro, y se ha vendido un paquete de 1.000 tokens cuando el incremento de su valor era del 1.000% habremos obtenido un millón de euros. Y todo en segundos. Ni que decir tiene que después de la operación la cotización del activo se desplomará hasta besar el suelo.

Unos pocos se han hecho millonarios mientras muchos otros, los que compraron con el punto álgido de cotización con la esperanza de que seguiría subiendo, se habrán arruinado en función del volumen de la inversión.

En el caso de las acciones tradicionales, esta técnica es muy perseguida y se castiga por ley. Sin embargo, en el caso del sector de las criptomonedas es muy complicado saber quién está detrás de cada transacción, por lo que se genera un vacío legal infranqueable. Es imposible conocer si se está ante una práctica de Pump and Dump, a pesar de que una subida repentina del valor y su posterior despeñamiento son ser claros indicadores de ello.

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