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El número de presos comunes musulmanes que abrazan la yihad se duplica en dos años

Imagen de archivo de la detención de un presunto yihadista en Valladolid

De 40 a 80 en poco más de dos años. El número de presos musulmanes encarcelados por delitos comunes que ha abrazado el yihadismo durante su estancia entre rejas se ha duplicado entre 2014 y 2016. Así lo reflejan sendos informes de Instituciones Penitenciarias con los que ha puesto en marcha sendos programas para prevenir y combatir el radicalismo religioso en las cárceles españolas. En el primero de ellos se apuntaba a que un 80% de los internos que sufren este proceso han entrado en prisión por robos y hurtos. En el segundo se alertaba de la presencia de jóvenes de "segunda y terceras generaciones" como los que presentan "factores de riesgo" para caer en las redes del radicalismo religioso violento. La última iniciativa del departamento de Juan Ignacio Zoido es el 'Plan Nanclares' para presos islamistas adelantado por Vozpópuli en diferentes informaciones en los últimos días.

Un informe de Interior de 2014 cifraba en 40 los presos comunes musulmanes de los que se sospechaba que se habían radicalizado. En octubre de 2016 eran ya 80

El documento de 2014 es el que detallaba el perfil de estos internos. Fechado en julio de 2014, con él Interior ponía en marcha un programa para detectar y prevenir el radicalismo religioso en las cárceles españolas, donde en aquel momento había 6.778 internos que profesaban la religión musulmana. Según aquel documento confidencial de Instituciones Penitenciarias, al que ha tenido acceso este diario, se aseguraba que en ese momento eran "objeto de especial observación y seguimiento 40 internos" encarcelados por delitos comunes y de los que se sospecha habían dado ya el paso hacia el yihadismo dentro de las prisiones de nuestro país. El informe había sido elaborado para actualizar las medidas que hasta entonces se aplicaban "para detectar e impedir eventuales procesos de captación y radicalización en el interior de los establecimientos penitenciarios".

El informe destacaba que desde que se puso en marcha en su día la primera versión del programa de control habían "sido objeto de estudio más de 1.500 internos musulmanes no ingresados por delitos de terrorismo, cuyo comportamiento en prisión, en algún momento, se ajustaba a alguno de los indicadores" que detallaba el manual para identificar casos de radicalismo. Un proceso de control que en ese instante se concretaba en esos 40 internos, de los que destacaba que la mayoría eran originarios de Marruecos (había 4.829 presos de esta nacionalidad en España) y Argelia (550). "Si se tienen en cuenta las características de sus delitos, el 80% son de motivación económica [en referencia a delitos contra la propiedad, como robos] y el 20% restante de carácter violento", añadía.

Favorecedor del proselitismo

Interior aseguraba ya entonces que esa radicalización en las cárceles se potenciaba en el caso de España tanto por la "alta concentración de internos musulmanes procedentes del Magreb y Marruecos" como por "la tolerancia y permisividad en las cárceles españolas, consecuencia de interpretaciones flexibles de la libertad religiosa y su plasmación en la legislación penitenciaria" que, en su opinión, propiciaban "el desarrollo del proselitismo". Además, consideraba que también influía que en los mensajes de los yihadistas aparecieran como "reivindicaciones históricas" reclamaciones territoriales sobe Al Andalus "mediante la anhelada recuperación del Califato de Córdoba, y de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla".

Prisiones reconocía hace dos años que "no resulta fácil" descubrir a aquellos reclusos que abrazaban la yihad y detallaba ya entonces 34 indicadores para detectarlos

Entonces, Instituciones Penitenciarias decidió actualizar a relación de "indicios de radicalización en el medio penitenciario" para detectar estos procesos que ya en aquel momento reconocía que "no resulta fácil" de descubrir. Así, aquel documento detallaba hasta 34 de estos 'síntomas' que dividía en "generales", "de apariencia física y organización de la celda", "de comportamiento social y rutina cotidiana", de "actitud con sus familiares" y de "interés por los textos y libros religiosos". Indicadores que iban desde detalles sobre su aspecto externo, como llevar "el pelo corto, el bigote rasurado y la barba larga", a su actitud con los familiares que les visitan, a los que instaban a practicar el rezo y a enviar a los menores a las escuelas coránicas.

Sin embargo, dos años después de la puesta en marcha del programa de 2014, Interior ha decidido elaborar uno nuevo. Así, el pasado 25 de octubre, el departamento que dirige Ángel Yuste enviaba a todas las cárceles españolas un nuevo programa de prevención de la radicalización islamista, adelantado en exclusiva por Vozpópuli. Un 'Plan Nanclares' para presos yihadistas en el que ya se recogía un número de presos comunes a punto de abrazar el extremismo violento muy superior al de hace dos años. Entres éstos se destacaba la presencia de reos "musulmanes jóvenes de segundas y terceras generaciones que presenten factores de riesgo". En concreto, el documento cifraba estos en 80 sujeros y los incluía en un colectivo que ha sido bautizado por Interior como "Grupos FIES (C)". Se trata, en concreto, de "internos con un mayor o menor nivel de riesgo y vulnerabilidad hacia el proceso de fundamentalización y radicalización, asumiendo un papel más pasivo" que los otros dos colectivos que distingue el programa: los presos por delitos de terrorismo, denominados "Grupo FIES (A)", y los que están haciendo precisamente labores de proselitismo y que ha encasillado en "Grupo FIES (B).

Un programa de 19 pasos

Para frenar la radicalización de estos 80 presos del "Grupo FIES (C)", Interior plantea un programa con "tres partes diferencias pero relacionadas entre sí" y un total de 19 pasos con el fin de dotar a cada uno de los reos que participen en el mismo "de recursos personales y poder cambiar su visión sobre la religión extremista". Así, la primera fase, denominada de "fomento del autoconocimiento", contempla seis pasos en los que se incluye el "análisis de la historia personal", la "identidad personal", "las emociones propias y ajenas" y "la conducta y los actos violentos". Una vez superados ésta, Interior plantea una "propuesta de cambio personal" con el que se pretende compensar "déficits que se han demostrado contribuyentes a la radicalización". Son otros siete pasos en los que aparecen de términos como "autocontrol de la conducta violenta", "reestructuración cognitiva", "empatía hacia víctimas reales y potenciales" y "aumento de la autoestima".

El 'Plan Nanclares' para yihadistas puesto en marcha en octubre pretende desradicalizar a estos 80 presos con un programa de medidas psicológicas que incluye 19 pasos

Finalmente, se incluye una tercera fase de siete pasos denominada "mundo, cultura y religión" con la que se buscar intervenir en "cuestiones culturales y religiosas que influyen significativamente" en estos presos. Así, se les concienciará sobre la existencia de un "pluralismo cultural y religioso" para que muestren "una actitud respetuosa y tolerante" hacia otros credos. También se intentará conocer "la relevancia que conceden a la fe y a la práctica religiosa como elemento de identidad personal" para conseguir de ellos "una apertura hacia distintas formas de realización personal". A continuación Instituciones Penitenciarias buscara "desmontar las estrategias de persuasión y presión" utilizadas para radicalizarlos y que los reos tomen "conciencia" para desautorizar a aquellos internos que ejercen "poder y liderazgo" sobre ellos. El objetivo final: que el número de presos comunes que abrazan el yihadismo no siga creciendo al ritmo actual.

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