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La detención de Mikel Irastorza deja a ETA sin un líder para gestionar su disolución

Tres encapuchados anunciaron el 20 de octubre de 2011 el 'cese definitivo' de la violencia

El etarra Mikel Irastorza, desde hace un año máximo dirigente de ETA, ha sido detenido la mañana del sábado en la localidad francesa de Ascain, en el departamento de los Pirineos Atlántico, por agentes de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa en colaboración con la Guardia Civil, en el transcurso de una operación contra la estructura de dirección de la banda. Con su captura ETA pierde al hombre llamado a gestionar su disolución.

Irastorza, un militante sin experiencia ‘militar’, pasó a la clandestinidad en 2013, pese a que la Policía no tenía ningún procedimiento abierto contra él. Hasta ese momento había sido portavoz del Foro de Debate Nacional, una plataforma impulsada por EA y Batasuna. Situado en un segundo plano, su ascenso a la dirección se produjo tras la detención el año pasado de David Pla e Iratxe Sorzabal, en ese momento máximos dirigentes, que junto a Izaskun Lesaka, detenida en 2012, fueron los encargados de leer en octubre de 2011 el comunicado en el que la organización terrorista anunció el ‘cese definitivo’ de la violencia.

La Guardia Civil cree que la organización terrorista no dispone de más de una veintena de militantes en la clandestinidad

La detención de Irastorza se produce tres semanas después de que la Policía desmantelara en Francia uno de los zulos estratégicos de ETA, con la incautación de 145 armas cortas, prácticamente la mitad de las que la banda terrorista sustrajo en la empresa Sidam de la localidad francesa de Vauvert en 2006. La banda llevaba años intentando sin éxito encontrar un interlocutor oficial para escenificar la entrega de su arsenal, pero la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy lo había impedido. El desarme era un paso previo al proceso de disolución.

Los servicios antiterroristas de la Guardia Civil creen que la banda no dispone en la actualidad de más de una veintena de militantes en Francia. Otro centenar lleva años instalado en países como México, Venezuela, Uruguay y Cuba, alejados de la actividad de la banda y a la espera de una resolución del conflicto que les permita volver a España. A estas cifras hay que añadir los 355 etarras que están encarcelados en prisiones de España, Francia, Portugal y Suiza, según datos de la Etxerat, una asociación de familiares y allegados a los presos.

Tras el cese de la violencia ETA modificó su estructura con la desaparición del Aparato Militar y la creación de otro Técnico-Logístico, encargado de la custodia del armamento y de dar cobertura a los huidos, y el reforzamiento del Aparato Político, encargado de gestionar el final de la organización.  

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