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Política

Puigdemont viaja a Madrid para decir que el Estado "no tiene tanto poder" como para frenar la consulta

Puigdemont e Iglesias se reúnen para hablar de la moción de censura y el referéndum

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, renovó esta tarde su desafío de convocar un referéndum de autodeterminación de Cataluña, pero esta vez lo hizo en Madrid, el corazón del Estado; en concreto desde la sede del Ayuntamiento capitalino en Cibeles, cuyas instalaciones ha cedido el equipo de gobierno municipal de Ahora Madrid, aunque la alcaldesa, Manuela Carmena, no se ha quedado a escucharle.

Puigdemont, quien se ha negado a acudir a las Cortes, como sí hizo en 2005 el lehendakari Juan José Ibarretxe a explicar su plan, ha dicho que esperará "hasta el último minuto de la prórroga" para dialogar con el Ejecutivo de Mariano Rajoy los términos de esa consulta a la ciudadanía catalana, no su convocatoria, que tiene decidida, y si no hay pacto, la convocará en cualquier caso porque, "aunque lo intente, el Estado español no dispone de tanto poder para impedir tanta democracia".

En la conferencia que pronunció en el Palacio de Cibeles, el mandatario catalán, a quien han acompañado el vicepresidente, Oriol Junqueras, los portavoces del PDCat y el PNV en el Congreso, Carles Campuzano y Aitor Esteban, así como los dirigentes de Podemos Pablo Iglesias y el portavoz de Catalunya sí que es Pot en el Congreso, Domenech, dio las gracias a Carmena por su actitud de compromiso democrático que contribuye a buscar soluciones "mientras otros con mayores responsabilidades siembran de problemas", al negar el Senado una sala para esta conferencia. Este agradecimiento fue aplaudido por el auditorio. 

Al llegar al auditorio, tanto Puigdemont como Junqueras han sido increpados por los colectivos de ultraderecha que se estaban manifestando en ese momento frente al palacio de Cibeles (unas 250 personas), fuertemente custodiadas por los antidisturbios mientras gritaban "¡No nos engañan, Cataluña es España!". Ya dentro, el presidente catalán ha mantenido un aparte con Pablo Iglesias de media hora para dialogar sobre la propuesta que veía a presentar a la capital.  

El presidente catalán no está dispuesto a que el Gobierno le "engañe" como a Ibarretxe llevándole a una comparecencia inútil ante el Congreso

"Seguramente no será el último rechazo, pero advierto: no van a caber muchos más", avisaría luego Puigdemont a Rajoy, reconociendo que Cataluña hoy es un problema grave de España. "Los gobernantes tenemos la obligación de no mirar hacia otro lado cuando reconocemos un problema", subrayó, dudando de que la de Rajoy sea "una actitud responsable".

Recordó también que tras el último Consejo de Ministros, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, le invitó a defender su propuesta en el Congreso y se preguntó si "existe voluntad política para atender la demanda catalana", que es la autodeterminación, que supone que el Gobierno estaría dispuesto a negociar si lo aprueba la mayoría de la Camara Baja.

Si esa invitación no es una trampa o una invitación a repetir el camino de Ibarretxe, "hay que actuar de manera diferente y sincera", porque acudir al Congreso "sólo para difuminar la ausencia de voluntad política es un error, y no vamos a participar".

"Si hay voluntad política, el método debe estar al servicio del objetivo", remarcó, recordando el ejemplo de la rehabilitación de la Generalitat en la persona de Josep Tarradellas antes de la Constitución. "Si hay voluntad política, se encuentran los cauces para acordar", sintetizó, de forma que, si el Gobierno español la tiene, seguro que encontrará una mayoría parlamentaria para validarlo. "Para eso, cuenten con nosotros, pero no cuenten para ningún simulacro, ninguna dilación".

Desde su enfoque, habría que dialogar sin líneas rojas y ofrecer el resultado a la votación del pueblo catalán, huir de visiones sacralizantes de los estados y su impunidad. "Nada es inmutable", estableció, prometiendo que la Generalitat no se rendirá en su búsqueda del diálogo, rechazando "estériles esfuerzos dirigidos a impedir que se pueda votar" y pidiendo en su lugar argumentos en favor del no a la independencia.

En Cataluña, recalcó, no hay fractura social, ni huida de empresas, ni persecución a nadie por su lengua o sus ideas, cosas que achacó a la "perversa ingeniería narrativa" que promueven los contrarios a la autodeterminación. A la vez, tachó de irresponsabilidad "fiarlo todo al trabajo de fiscales y jueces", que "no es la solución, sino que incrementa el problema".

"Aunque lo intente, el Estado español no dispone de tanto poder para impedir tanta democracia", advirtió, desatando los aplausos del auditorio. "No somos ningún desafío, ningún soufflé, ni fruto de ningún trastorno emocional", apuntó, reclamando un referéndum acordado, reconocido internacionalmente y vinculante.

Junqueras ve la consulta catalana como "imprescindible" para desbloquear el grave problema entre España y Cataluña

Puigdemont relató como, tras el fracaso del Estatuto de Cataluña por la sentencia del TC, los nacionalistas tuvieron conciencia de que nunca habían pintado nada, y que gracias a ello hoy hablan "desde la esperanza y no desde la frustración ni el victimismo. Sin embargo, quiere negociarlo con el Gobierno español porque un referéndum acordado sería la opción más plausible para todos".

Antes que Puigdemont, el vicepresidente y consejero de Economía de la Generalitat, Oriol Junqueras, quien deslindó el proceso independentistas de los factores económicos, asegurando que la inversión extranjera y la exportación de productos catalanes está en cifras récord. Y, mencionando los problemas de la deuda de la Seguridad Social y el paro, reclamó responsabilidad y competencias para gestionar el desafío desde Cataluña.

Junqueras prosiguió afirmando que Cataluña trata de integrar todas las lenguas que se hablan en esta comunidad , así como las identidades compartidas. La mayoría de ellas, reconoció, con la sociedad española.
El referéndum, dijo, es un instrumento "imprescindible", con una pregunta clara, porque "la autodeterminación es un derecho inherente a todas las naciones del mundo", que va más allá de cualquier querella o inhabilitación judicial. "no es una voluntad sólo de algunos responsables políticos", puntualizó, advirtiendo de que no renunciarán a ese derecho fundamental.

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