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Tensión, reproches y fuego cruzado: así fue el último consejo de Vargas en AENA

El presidente y consejero delegado de AENA, José Manuel Vargas

No fue la despedida soñada, aunque era un secreto a voces que la etapa de José Manuel Vargas al frente de AENA estaba tocando a su fin. El pasado martes, el ejecutivo vivía su último consejo de administración como presidente del gestor aeroportuario (seguirá en el cargo hasta el próximo 15 de octubre), una reunión con mayor tensión de lo habitual, en la que hubo fuego cruzado y reproches entre algunos miembros del órgano ejecutivo de la compañía. Y, sobre todo, un sentimiento de frustración que Vargas comparte con el segundo accionista de la compañía, el fondo TCI, por las limitaciones de AENA debido a su carácter de empresa pública.

Más allá de Vargas, quien se mostró especialmente beligerante en la reunión fue Christopher Hohn, fundador y presidente de TCI, que asumió personalmente desde el aterrizaje del fondo en la compañía su representación en el consejo de administración. Con la huella de la frustrada OPA sobre Abertis aún muy presente, Hohn aprovechó para recordar la oportunidad perdida con una operación que no llegó a debatirse en el consejo de la compañía debido a la oposición del Gobierno, que ostenta la participación mayoritaria del Estado a través de Enaire.

La inciativa de pujar con la italiana Atlantia por la concesionaria de infraestructuras con sede en Barcelona partió del fondo y contó desde el primer momento con el apoyo de Vargas, quien vio en la posible operación la última oportunidad de promover una mayor privatización de AENA, una estrategia por la que ha peleado sin descanso pero también sin premio.

El debate se calentó a medida que Hohn desgranaba la argumentación de que las ataduras de AENA como empresa pública hacían que la compañía perdiera oportunidades como ésta y también otras como participar en privatizaciones de aeropuertos en el exterior, entre otras plazas, en Brasil. El mensaje de TCI se basa en que un buen número de consejeros de la compañía mantienen una actitud pasiva y que esta circunstancia hace que la empresa se encuentre en un estado prácticamente de parálisis.

La respuesta de los independientes

El presidente del fondo también asoció esta situación al comportamiento de las acciones de AENA en Bolsa, donde arrastran un descenso superior al 15% precisamente desde que se frustró el planteamiento de una OPA sobre Abertis. Una circunstancia por la que Hohn se mostró notablemente disgustado y que defendió que no se produciría si la compañía estimulara a los inversores elevando el porcentaje de beneficio destinado al dividendo.

La tensión del consejo fue en aumento, entre otras cuestiones, porque los argumentos de Hohn fueron rebatidos por algunos consejeros, especialmente los independientes, quienes recordaron el excelente comportamiento de la compañía en el parqué desde su debut, en febrero de 2015. Incluso contando con la caída registrada en las últimas semanas, la rentabilidad de AENA se sitúa en el entorno del 165% desde la OPV.

Además, también argumentaron que el escenario de una empresa con participación mayoritaria del Estado no ha cambiado en ningún momento desde que TCI llegó a su capital, con motivo del proceso de privatización y consiguiente salida a Bolsa.

La tensión llegó a Fomento

A este fuego cruzado de mensajes asistía Vargas, quien ha librado esta batalla de forma continua durante los últimos años de su mandato. Su idea de la compañía siempre ha estado en línea con la de TCI, que ha sido su principal aliado. Y la postura del fondo siempre ha sido la de no ser un accionista más, ni un consejero más. A AENA no llegó para sentarse en el consejo, cobrar el dividendo y mirar lo que ocurría.

Las secuelas de la batalla se evidenciaron minutos después de la finalización de la ardua reunión, cuando un cariacontecido Vargas acudía a la sede del Ministerio de Fomento para tener un encuentro con la prensa junto al titular de la cartera, Íñigo de la Serna. Sin duda informado sobre la batalla librada en el consejo, el ministro no dudó en recalcar que TCI quedó sumamente decepcionado cuando el Gobierno decidió frustrar la OPA sobre Abertis y en calificar al fondo como "muy activo y, a veces, agresivo en las formas".

Mientras, Vargas asistía resignado a las explicaciones del ministro y no perdió la oportunidad para lanzar el mensaje de que "hay que sacar a las empresas de la política". Sus gestos evidenciaban un cierto malestar tras pasar un mal momento, cansancio y hartazgo. Sólo hizo un amago de sonreír: cuando fue interrogado sobre si ya tenía algún proyecto para continuar su carrera profesional. "Proyectos siempre hay", fue su respuesta. Toda una declaración de intenciones.

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