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Uber adquire 24.000 coches autónomos a Volvo y mantiene su objetivo de quitar los conductores

Uber lleva varios años operando en la capital británica

Uber ha firmado un megaacuerdo con Volvo Cars para adquirir 24.000 unidades del fabricante sueco y formar con ellas una flota de coches sin conductor. Las entregas se producirán entre 2019 y 2021, una época en la que presuntamente la empresa norteamericana, que ha pasado por muchos problemas con la gestión de su anterior CEO  Travis Kalanick, ya debería haber salido a bolsa en la que es una de las OPV más esperadas de tecnológicas norteamericanas.

Ha sido Volvo quien ha publicado este acuerdo en un comunicado, tras haber anunciado hace ya más de un año el acuerdo estratégico con la compañía californiana para desarrollar juntos "la siguiente generación de vehículos de conducción autónoma". Los nórdicos fabricarán el coche de base que después Uber comprará a Volvo para añadir parte de su propia tecnología de coche autónomo.

Concretamente será el modelo XC90s, que según Bloomberg tiene un precio de 46.900 dólares en el mercado norteamericano. Uber le añadirá sus propios sensores y software para que vaya solo.

Funcionar sin conductores

La gran apuesta de esta compañía donde han invertido gigantes como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Tata o el fondo soberano de Arabia Saudí es el vehículo autónomo. Principalmente porque esta inversión sólo puede ser rentable si desaparece el sueldo del conductor: "Sólo será un negocio cuando podamos quitar al operador de la ecuación", ha reconocido Jeff Mills, responsable de Alianzas de Uber. Este movimiento es precisamente el que temen los taxistas de lugares como España, que no ven a Uber como un peligro por el trabajo que pueda quitar en la actualidad, sino sobre todo y principalmente por sus intentos de hacer de la profesión de conductor una profesión del pasado.

Un paso aún incierto

El movimiento del gigante californiano se antoja, no obstante, arriesgado en un mercado que, tanto en Estados Unidos, donde está más avanzado, como en Europa tiene aún muchos inconvenientes de carácter legal. Más aún, cunado Uber se enfrenta a una demanda millonaria por parte de Waymo, la división de coche autónomo de Google, por supuestamente haberle hecho espionaje industrial y robado secretos tras contratar a Anthony Levandowski, ingeniero especializado en inteligencia artificial.

La implantación de un paso mucho más sencillo en términos legales, como es el vehículo eléctrico, se está produciendo con retrasos brutales en muchos países sobre los primeros objetivos que se marcaron. Por lo que el paso de ver vehículos sin conductor circulando en carreteras españolas en un espacio de pocos años parece aún ciencia ficción. No lo es tanto en Estados Unidos, donde los coches en pruebas de Waymo acumulan más de 3 millones de kilómetros recorridos. Uber tuvo que suspender sus pruebas con tráfico real el pasado marzo por un accidente aparatoso.

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