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Economía

Flechazo en París: Rajoy encuentra en Hollande su aliado fiel con el que hacer frente a Alemania

En la estrategia militar, hay que buscar siempre el terreno más favorable. Y en la batalla por mantenerse en el euro, Mariano Rajoy ha llevado a todos sus presuntos aliados por una especie de escalera gallega en la que no se sabía muy bien qué es lo que quería…  Hasta que se topó con François Hollande. Se acabó lo de deshojar la margarita. Ayer, con la ciudad del amor como escenario, Cupido disparó el flechazo.

En la visita del presidente francés a Madrid a finales de agosto, las vibraciones fueron muy buenas, según comentaban fuentes de Moncloa. Hace escasos días en Malta, surgió el idilio. Y ayer el presidente francés pronunció todas las palabras que Rajoy quería oír.

Hollande afirmó en público que se deben respetar los acuerdos del Consejo Europeo de junio; que hay que crear ya el supervisor único para la banca europea; que el fondo de rescate debe llevar a cabo la recapitalización de las entidades sin que esto suponga un coste para los Estados y que si un país se acoge al rescate, no tiene por qué cumplir con más condiciones que los objetivos de déficit y las reformas del semestre europeo.

Traducido del francés: nada de Troikas para España y el fondo de rescate permanente debe asumir las pérdidas del rescate bancario, con  todo supervisado por un Mario Draghi que le ha salido un poco díscolo a Alemania. En Moncloa se confiesan alegres “como unas castañuelas”.

Junto a Italia, los tres países del sur harán frente al trío de Helsinki formado por Alemania, Holanda y Finlandia. De aquí al próximo Consejo Europeo del 18 y 19 de octubre, exigirán a los germanos que cumplan con lo que suscribieron en la última cumbre de la UE en junio.

Los tudescos firmaron entonces que se separase el riesgo bancario del soberano. Pero ahora se han echado atrás y argumentan que ellos simplemente lo interpretaron de forma muy distinta.

Sin embargo, el ministro de Finanzas francés, Pierre Moscovici, no ocultó su enfado: “He participado en una serie de decisiones en las que no hubo ambigüedad alguna. El cambio de opinión de Alemania es posible. Pero de ningún modo se trata de un malentendido”. Y cuando son consultados en privado, los miembros del Gobierno español consideran que los alemanes les han traicionado.

Españoles y galos creen que Berlín ha dado un giro de 180 grados porque ve que ha perdido el control sobre la unión bancaria, no quiere que el BCE inspecciones sus cajas y busca modelar el supervisor bancario a su gusto igual que hizo con el BCE.

No obstante, en privado los alemanes esgrimen una razón más: si aplican ya la unión bancaria, el mercado creerá que la unión fiscal le seguirá enseguida y la calma se instalará. Así se pararán las reformas, sostienen fuentes germanas. "Todavía quedan unos dos años más de ajuste" para que las economías de la periferia se tornen competitivas, explicaba ayer Klaus Regling, el alemán presidente del fondo de rescate europeo permanente, el Mede.

El propio ministro de Finanzas teutón admitía ante una pequeña comitiva de autoridades de Bruselas hace unos días que los españoles vuelven a remolonear con los ajustes. En opinión de Schäuble, hay que mantener la prima a un nivel lo suficientemente elevado como para que continúe la presión reformista.

Hollande ganó las elecciones con el mandato de cambiar la política en Europa y orientarla hacia el crecimiento. Pero forzado por la realidad, ha tenido que iniciar la senda de la austeridad, preocupado porque en cualquier momento puede seguir el camino de Italia o España. Con su apoyo a Madrid, el mandatario francés puede vender en casa que pelea por el crecimiento en Europa y se asegura la creación de un cortafuegos en torno a su economía.

Rajoy siente ahora que ha encontrado su pareja de baile en Europa. Al principio, el presidente trazó la estrategia de convertirse en el socio fiable de la canciller Merkel del mismo modo que hizo Sarkozy, cuyo único mérito consistió durante esta crisis en aparecer en la foto siempre respaldado por Berlín.

Pero a Mariano Rajoy las tortas le llovieron igual, sobre todo después de haber retrasado los presupuestos hasta que pasasen las andaluzas. Así que al igual que Lord Palmerston dijese a mediados del siglo XIX que Inglaterra no tiene aliados permanentes sino intereses permanentes, la delegación española en Europa ha buscado los pactos por materias según más le convenía... Hasta que encontraron a Hollande. ¿Se acabó la escalera gallega?

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