El juicio que se sigue contra Luis Rubiales por el beso no consentido a la jugadora Jenni Hermoso durante la celebración del mundial en Australia está llegando a su fin. Tras la declaración de ayer del expresidente de la Real Federación de Fútbol Española (RFEF), por el que la Fiscalía pide 2 años y medio de cárcel por presuntos delitos de agresión sexual, hoy es el turno del resto de los acusados, Jorge Vilda, Rubén Rivera y Albert Luque. Para ellos, el Ministerio Público solicita 1 año y medio de prisión por las presiones.
Vilda, exseleccionador femenino, ha declarado que no vio en directo el beso y que fue conocedor de los hechos cuando se levantó la copa al oír comentarios, aunque no recuerda de quién porque en esos momentos estaba pendiente de su hija, que tenía problemas abdominales y se la llevó una ambulancia. Estaba pendiente de ello y de transmitirle a Olga Carmona que su padre había fallecido. Pero sí ha reconocido haber mantenido una conversación con el hermano de la jugadora para frenar el impacto negativo del beso.
La fiscal Marta Durántez le ha preguntado si tenía constancia del famoso comunicado que querían emitir a los medios de comunicación para quitarle hierro al asunto poniéndolo en boca de Hermoso pese a que no lo había escrito ella. En este sentido, ha señalado que fue consciente de ello en el avión. Antes de llegar a Doha para hacer escala, escuchó conversaciones entre José María Timón, Pablo García Cuervo y Antonio Gómez Reino, entre otros, donde hablaban del impacto mediático del beso.
"Estaban buscando algún tipo de forma para pararlo" y "se barajaba la posibilidad" de que Hermoso participase en ello. Asimismo, con respecto al vídeo, ha relatado que, en las conversaciones que escuchó, dedujo que se había se hablado con ella y que no quería salir en el vídeo, pero Rubiales no se lo dijo directamente. También ha negado que este le pidiese que fuese a hablar con la jugadora, por lo que fue "de motu propio".
Durante su declaración, ha señalado que "por supuesto" estaba preocupado por Hermoso después de lo que había pasado pese a que no fue a hablar con ella porque, en esos momentos, no lo veía oportuno. "Ella estaba con sus compañeras, con sus amigas más cercanas y estaban en su celebración, quería respetarlas".
No han vuelto a hablar desde el mundial y, tras escuchar la declaración de la jugadora la semana pasada donde dijo que se sentía dolida porque él no le había preguntado, ha comentado que "igual tendría que haberle preguntado cómo estaba", al igual que nadie de la Federación. "A nadie se le encendió una luz de alarma de lo que estaba ocurriendo".
Ha reconocido que en el vuelo vio en algunas ocasiones a Hermoso mirar el móvil con cierta cara de preocupación aunque no la vio llorar. Asimismo, ha explicado que fue a hablar con el hermano de Hermoso para intentar normalizar la situación. Fue una conversación que "no iba más allá de 5 minutos, hablamos de futbol, de lo bien que ha estado su hermana. Les pregunto si habían visto el beso y lo que estaba pasando. Él lo tilda de una anécdota y sin importancia".
"Yo le dije que si podíamos buscar una fórmula para normalizar la situación y que se hablara de lo importante que era el campeonato y el rendimiento. No le especifique el vídeo que si salir y hablar y hacer algún tipo de comunicación. Él me dijo que iba a hablar con ella". Pero ha negado que Rubiales se lo pidiese.
El siguiente acusado en declarar ha sido Albert Luque, exdirector de la Selección española, que ha decidido no responder a las preguntas de la fiscal. Ha arrancado sus alegatos manifestando que le había hecho muchos favores a Hermoso y que le envió un WhatsApp en Ibiza porque quería hablar con ella. Como no le respondió porque no le llegó el mensaje. De modo que decidió ir a ver a la que consideraba su amiga al hotel y, cuando llegó, le contestó. Le dijo que no quería hablar con nadie y que le agradecía que se interesara por ella. Le sentó mal que no le recibiese.
Por otro lado, ha negado haber sobornado a Ana Ecube, tal y como relató la amiga de Hermoso. "¿De qué le voy a ofrecer yo trabajo a Ana Ecube si los 15 minutos que hablamos lo hicimos sobre Jenni? No sé ni de qué trabajaba ella ¿Cómo le voy a ofrecer trabajo?", ha relatado.
El último acusado, Rubén Rivera, exresponsable de Marketing de la Federación, ha declarado que no fue consciente de la dimensión adquirida en Sidney y no vio el beso hasta que alguien se lo enseñó en una fiesta. Se encargó de organizar la fiesta, la celebración y el viaje a Ibiza. "Era admirador, amigo, esclavo y siervo, de las jugadoras. Si querían biquinis, les traía biquinis, si querían más ostras en la cena, se las conseguía", ha dicho Rivera. Unas palabras que han hecho que el juez le llamase la atención por ser inapropiado.