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Televisión

La absurda costumbre de convertir a los periodistas en muñecos de nieve

Dos periodistas de Antena 3 y TVE durante la cobertura de Filomena y otra de La Sexta en 2017.

Tal vez lo recuerden. Corría el mes de diciembre de 2017 cuando una reportera de La Sexta llamada Itziar Tabares hizo una conexión en directo desde el Puerto de Navacerrada en Madrid para informar sobre los estragos de la borrasca Ana, en medio de una sensación térmica de seis grados bajo cero que le provocaba claros síntomas de congelación. Aquella imagen se hizo viral y parecía que sería icónica como vacuna contra esa inexplicable tradición televisiva que consiste en convertir a periodistas en muñecos de nieve

Lo cierto es que la imagen sí provocó muchos comentarios en las redes pero no permaneció el suficiente tiempo en el recuerdo. Se perdió como lágrimas en los copos. O, dicho de otra manera, aquel ejemplo tan emblemático no sirvió para aprender de los errores. Ahora, tres años después, gracias a la borrasca Filomena hemos visto que esta absurda costumbre, lejos de desaparecer, está cada vez más en boga. Lógico en estos tiempos convulsos de esta sociedad frenética donde la imagen y la velocidad están por encima del rigor y la necesidad

Durante la cobertura del temporal todas las grandes cadenas sin excepción han querido mostrarnos a sus reporteros en los lugares más inhóspitos o ataviados de la forma más extravagante posible. "La clave, como siempre, es que aparezcan bien abrigados. Que se note que están pasando frío. Si tiritan, mejor todavía". Así, por ejemplo, vimos a una periodista de Antena 3 con una capa de tres dedos de nieve sobre su chaqueta. O vimos solo los ojos de otros informadores que apenas podían hablar por las inclemencias climatológicas.

En esta ocasión, debido a la fuerza histórica de Filomena, la mayoría de estas estampas tan sensacionalistas como innecesarias se produjeron dentro de la ciudad de Madrid y no en los puertos más inaccesibles, como manda la tradición televisiva

Al menos en esta ocasión, debido a la fuerza histórica de Filomena, la mayoría de estas estampas tan sensacionalistas como innecesarias se produjeron dentro de la ciudad de Madrid. Porque la tradición manda que lo que hay que hacer es mandar un equipo al puerto más alto, más lejano o más inaccesible del lugar más insospechado. "Tenemos que estar allí, cueste lo que cueste". 

No basta con lograr imágenes de una zona tan complicada, porque tiene que aparecer en pantalla un reportero reflejando en sus propias carnes la fuerza del temporal. "No queremos una buena pieza informativa en la que el periodista cuente el frío, lo que queremos es un directo en que el periodista pase frío porque así lo transmite como nunca". "Si el tiro de cámara incluye un termómetro que muestre temperaturas gélidas, todavía mejor".

El fenómeno no es nuevo ni parece tener solución. Ocurre casi todos los años. Ya hemos citado el caso de 2017 en La Sexta. En enero de 2019 asistimos a una conexión surrealista de TVE en el Valle de Arán, con una periodista y un cámara que no lo pasaron precisamente bien durante su aparición en el telediario. Una ventisca no les dejaba hacer su trabajo, pero a nadie se le ocurrió que quizás no era necesario emitir desde un lugar donde las condiciones eran así de malas. 

https://twitter.com/GuerraDeMedios/status/1088185633124900878?ref_src=twsrc%5Etfw

Detrás de todas estas imágenes hay personas, claro. Personas como los editores, directores y/o presentadores que deciden que alguien tiene que aparecer en el informativo congelándose. Y personas como los periodistas y los cámaras que, como consecuencia de esa decisión, deben desplazarse a zonas peligrosas y permanecer durante horas allí para una conexión de 30 segundos que no aporta nada más allá de la caricatura o la anécdota. 

¿Qué información relevante añade exactamente una reportera cubierta de nieve y pasando el frío que nunca debería haber pasado? Ninguna. Pero se trata de presumir de haber estado allí, en el centro del problema para contarlo en primera persona, contra viento, marea y ventiscas. "Hay que mostrarle al mundo que siempre llegamos a todas partes". "Si en plena conexión se produce un alud o un desprendimiento, mejor que mejor".

En suma, es esta una costumbre insana que algún día, aunque deseamos lo contrario, provocará una desgracia. 

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