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Las '30 monedas' de Álex de la Iglesia que fusionan humor y terror

Las '30 monedas' de Álex de la Iglesia que fusionan humor y terror

Entre los que escriben sobre televisión hay un debate abierto para decidir si la mejor serie española del año es Patria (HBO) o Antidisturbios (Movistar). Pero quienes debatan deberán al menos incluir 30 monedas en la discusión. Porque la nueva serie de Álex de la Iglesia para HBO es simple y llanamente un prodigio en lo técnico, en lo artístico y en lo intelectual. Terror y humor se fusionan en un espectáculo visual que no da resuello.   

La principal característica del creador de El día de la bestia o Las brujas de Zugarramurdi es su apabullante originalidad. De la Iglesia bebe de muchas fuentes y entremezcla sus conocimientos para alumbrar obras, casi siempre películas y ahora esta serie, que destacan por un planteamiento novedoso y rompedor pese a que esté anclado en la más antigua de las tradiciones culturales. Justo eso ocurre con 30 monedas, donde el motor de la historia está en la secta de los cainitas, adoradores de Judas Iscariote. 

El argumento se desarrolla en la hermosa localidad segoviana de Pedraza. Es allí, en un ámbito rural trufado de secretos, donde un oscuro sacerdote que interpreta magistralmente Eduard Fernández se enfrenta al mal con la inestimable ayuda del alcalde, Miguel Ángel Silvestre, y la veterinaria, Megan Montaner. Ellos tres conforman el fantástico epicentro de una serie que te sacude como si en tu salón se hubiera desencadenado un seísmo. Los secundarios como Pepón Nieto y otros fetiches del director lo bordan. Y también hay algunas sorpresas que mejor no desvelaremos.  

Los ocho capítulos son una sucesión de sustos, monstruos, aventuras y una violencia que a veces es sofisticada y a veces es de serie B. La religión y el miedo otra vez entrelazados para divertir y, de paso, para provocar reflexión

De la Iglesia vuelve a deslumbrar con esta serie que atrapa al espectador porque posee un ritmo endiablado (nunca mejor dicho) que te obliga a consumir capítulos sin freno. Con todo, lo mejor de la obra es que conjuga a la perfección el puro terror, ese que te hace hasta pasarlo mal y taparte los ojos, con el humor más desternillante. Como ha escrito David Sanz en El Mundo, por momentos te recuerda a El exorcista y por momentos a Amanece que no es poco.   

Imagen de la serie.

Los ocho capítulos son una sucesión de sustos, aventuras y monstruos regados por una violencia que a veces es sofisticada y a veces es de serie B. La religión y el miedo otra vez entrelazados para divertir y, de paso, para provocar reflexión. La imaginación llevada al límite y sin ambages ni recatos. Pero todo este mundo tan sobrenatural se enmarca y ubica en el ambiente tranquilo y casi prosaico del pueblo segoviano, como si Stephen King y Berlanga hubieran escrito juntos esta historia. En suma, De la Iglesia desencadenado, en estado terroríficamente puro.  

El peligro es que el espectador sea engullido por el caos. O sea, que pueda sentirse superado, sin entender tantas y tantas cosas que pasan y por qué ocurren, de manera que pierda el hilo

Quizás lo único negativo de la serie tiene que ver precisamente con que De la Iglesia es tan excesivo en sus ideas, conceptos e imágenes. El peligro es que el espectador acabe engullido por el caos. O sea, que pueda sentirse superado, sin entender tantas y tantas cosas que pasan y por qué ocurren, de manera que pierda el hilo y hasta la cordura. Dicho de otra manera, nadie va a aburrirse, pero puede agotarse antes de tiempo.   

En suma, 30 monedas es una serie de autor que está entre lo mejor de este año en España. Los amantes de lo sobrenatural van a divertirse de lo lindo. Los seguidores de este cineasta tan particular se lo van a pasar mejor que nunca. Y los que no sean ni una cosa ni la otra también van a disfrutar sobremanera con este producto que te entretiene porque te lleva de la sangre a la risa y de lo gótico a lo convencional sin solución de continuidad, como si fuera un fenómeno paranormal. Quizás es que el universo de De la Iglesia lo sea.

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